?Qu¨¦ es el movimiento 15-M?
La acampada en la plaza de Catalunya ha supuesto una inflexi¨®n radical en lo cotidiano, que ha eclipsado, incluso, una campa?a electoral, ese periodo en el que est¨¢ previsto acotar las inflexiones de la realidad posibles. La acampada, el movimiento c¨ªvico que supone, es pues tan importante como nuevo y, por eso mismo, impreciso. No lo han entendido ni los partidos, ni el Estado, que ayer se aplic¨® a esta ?revoluci¨®n ¨¢rabe? con la lectura de Gadafi, y fracas¨®. Quiz¨¢s, en fin, describir lo que sucede en la plaza es empezar a interpretarlo.
La acampada, as¨ª, es un punto de reuni¨®n en el que, en un solo d¨ªa, se recogen m¨¢s de 30.000 firmas de apoyo. Ciudadan¨ªa y empresas entregan alimentos o materiales. Hay una perfecta organizaci¨®n, con la llamativa ausencia -hasta ayer, claro- de servicios p¨²blicos. La organizaci¨®n, la higiene, el orden y la concurrencia han ido en aumento d¨ªa a d¨ªa. La organizaci¨®n fue, incluso, tan alta y pac¨ªfica durante las cargas policiales de ayer, que se observ¨® cierta desorientaci¨®n moral en la polic¨ªa. Las personas acampadas se organizan en comisiones. Cada d¨ªa han nacido m¨¢s comisiones, que agrupan a personas normales, con ganas de hablar de lo que sucede. Hay m¨¢s de 25, una de ellas es la Comisi¨®n Internacional, encargada de coordinarse con la Puerta del Sol de Madrid y con otras plazas en toda Europa. Por medios digitales, se emite informaci¨®n sobre la plaza al momento y sin intermediarios.
Los movimientos alternativos han sido superados por la incorporaci¨®n masiva de ciudadan¨ªa con ganas de cambios
No paran de entrar o salir personas, de pasear, de hablar en un clima de complicidad y comunicaci¨®n nuevo. Durante el d¨ªa, pap¨¢s y mam¨¢s con sus hijos, y trabajadores, profesionales, parados, estudiantes, jubilados. No hay banderas, pero s¨ª muchos carteles manufacturados, en ocasiones cursis, en ocasiones turbadores: "Violencia es cobrar 600 euros", "Detr¨¢s de todo pol¨ªtico corrupto hay seis tertulianos", "Error 404. Democracy not found". Se producen conversaciones intergeneracionales, en las que se descubren perspectivas imprevistas sobre el paro juvenil, pero tambi¨¦n del de larga duraci¨®n, o del paro dram¨¢tico de los mayores de 50 a?os. Las personas hablan de su profesi¨®n. Una m¨¦dica, o un profesor, explican su experiencia de la realidad. Se habla de hipotecas, de desahucios -se han conseguido detener dos-. De consumo. De abusos dom¨¦sticos de la banca. Y se interpreta lo que sucede -una se?ora le dice a un chico: "Lo que ha pasado es que aqu¨ª hemos sido nosotros quien ha rescatado a la banca"-. Se habla de clases sociales y de dinero, dos temas que han desaparecido de las descripciones hace d¨¦cadas.
Paralelamente a esas conversaciones informales, se realizan asambleas. Con un llamativo silencio ambiental -se han depurado gestos mudos para aplaudir, o protestar-. En esas asambleas se construye lo que los partidos de izquierdas no han construido: descripciones de la realidad y l¨ªneas de actuaci¨®n. Aunque, por lo general, no son tanto l¨ªneas de actuaci¨®n pol¨ªtica como sociales y econ¨®micas. En la plaza se ven -pocos- rostros conocidos de la ¨²ltima generaci¨®n del anarquismo barcelon¨¦s. Parecen esforzarse en no ser el centro animador del fen¨®meno. De hecho, los diversos movimientos alternativos barceloneses han sido superados por toda esta incorporaci¨®n masiva y horizontal de ciudadan¨ªa con ganas de cambios. En los parlamentos solo se habla de partidos para dibujar problemas, no soluciones. Una persona toma la palabra y cita a un sindicato y es abucheada -por el sistema silencioso de los gestos-. Curiosamente, a pesar de toda esta desconfianza ante la pol¨ªtica, hay una confianza en el poder de las personas para decidir. O, al menos, la asamblea decidi¨® no proponer la abstenci¨®n en las elecciones.
Se habla, con entidad -y esta es la primera interpretaci¨®n en esta breve descripci¨®n-, sobre si la democracia es solo un sistema pol¨ªtico o lo es tambi¨¦n econ¨®mico. Por primera vez se habla, en un pa¨ªs no intervenido, sobre democracia econ¨®mica. Sobre ampliar la democracia. Y se exige a los profesionales de la democracia pol¨ªtica que confirmen o nieguen la profundizaci¨®n de la democracia real de las personas.
Guillem Mart¨ªnez es periodista y miembro del Club Pobrelberg, formado por Gon?al Acosta (arquitecto), Pep Campabadal (ingeniero), Jordi Mar¨ª (economista), F¨¦lix Pardo (fil¨®sofo), Neus Ramis (polit¨®loga), Oriol Vall¨¨s (f¨ªsico) y Jorge Vilar (f¨ªsico).
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