Una censura encubierta y est¨²pida
El Ministerio de Igualdad ha pedido "recortar" las informaciones sobre violencia machista en televisi¨®n. Su petici¨®n resulta asombrosa en un pa¨ªs cuya Constituci¨®n ampara venturosamente, en su art¨ªculo 20, la libertad de informaci¨®n y expresi¨®n, con las ¨²nicas limitaciones derivadas de la protecci¨®n del derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protecci¨®n de la juventud y la infancia. Un paso m¨¢s en esa direcci¨®n y habr¨ªa que recortar, por los razonamientos invocados en su propuesta, a Shakespeare (?pobre Desd¨¦mona!), a Maupassant, Poe, Dickens, Hemingway, Faulkner y a todo el maravilloso cine negro norteamericano (omito al marqu¨¦s de Sade, cuyas obras completas han sido rescatadas por Gallimard con todos los honores). O habr¨ªa que cubrir las venerables representaciones de santas cristianas martirizadas que cuelgan de nuestros museos. De Caravaggio en adelante, la purga resultar¨ªa espectacular.
Es evidente que la propuesta enviada a las televisiones -uno recuerda las circulares a los medios que se prodigaban bajo la dictadura franquista- nace de un sentimiento bienintencionado. ?Faltar¨ªa m¨¢s! Pero cualquier jurista reci¨¦n diplomado podr¨ªa explicar que de los dos bienes jur¨ªdicos que se desea proteger, el de la hipot¨¦tica protecci¨®n contra la violencia de g¨¦nero y la libertad de informaci¨®n, el segundo prevalece en un ordenamiento jur¨ªdico democr¨¢tico. La piadosa "recomendaci¨®n" no es m¨¢s, dig¨¢moslo en lenguaje llano, que una forma de censura encubierta que no oculta su impudicia. A lo que habr¨ªa que a?adir el viejo y exacto aforismo que asegura que se sabe c¨®mo empiezan las censuras, pero nunca c¨®mo acaban.
Los psic¨®logos que han estudiado, desde hace muchos a?os, los efectos de la violencia expuesta en los medios sobre sus audiencias descalificaron desde hace tiempo el llamado "efecto hipod¨¦rmico", a saber, la causalidad mec¨¢nica entre escenificaci¨®n de la violencia y conductas violentas. Aunque est¨¢ comprobado que los espectadores con perfil patol¨®gico pueden resultar estimulados por tales mensajes. Por eso se habla de "grupos de riesgo" en las audiencias (p¨²blico infantil, psic¨®patas, etc¨¦tera). Y legislar tomando como baremo est¨¢ndar los "grupos de riesgo" es, adem¨¢s de contrario a derecho, una arbitrariedad y una solemne estupidez.
Rom¨¢n Gubern es catedr¨¢tico de Comunicaci¨®n Audiovisual en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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