Hidalgos de puertas adentro
Un nuevo museo en Alc¨¢zar de San Juan recrea la ¨¦poca de Don Quijote
En ¨¦poca de Cervantes, los hidalgos, caballeros de cierto linaje pero en muchos casos sin posibles, gozaban de privilegios como poder mirar por encima del hombro, librarse del cadalso o de la c¨¢rcel pagando solo una multa y no pagar impuestos. Hab¨ªa hidalgos "por los cuatro costados" (aquellos que pod¨ªan probar que sus abuelos paternos y maternos tambi¨¦n lo eran), y tambi¨¦n hidalgos "de bragueta", distinci¨®n que se otorgaba a aquellos que hab¨ªan engendrado siete hijos varones consecutivos, algo as¨ª como el carn¨¦ de familia numerosa, pero en el siglo XVI.
A estos personajes con ¨ªnfulas pero sin oficio y de poco o ning¨²n beneficio, ociosos "los m¨¢s d¨ªas del a?o", seg¨²n Cervantes, est¨¢ dedicado el Museo Casa del Hidalgo, que se inaugur¨® el pasado 23 de marzo en Alc¨¢zar de San Juan (Ciudad Real). Se trata de una antigua mansi¨®n solariega del siglo XVI, rehabilitada, donde se ha recreado la vida cotidiana de estos nobles de poca monta que retratan magistralmente novelas como el Quijote o El lazarillo de Tormes. Los arquitectos Francisco Pol y Jorge Palomero, en colaboraci¨®n con el arque¨®logo Esteban Escribano, han dirigido las obras, en las que se ha buscado "recuperar el aspecto original del edificio y facilitar la visi¨®n del patio desde el interior". La empresa Expociencia se ha ocupado de los contenidos, que muestran de forma interactiva el d¨ªa a d¨ªa en la vida de un hidalgo: ocupaciones como la caza, la m¨²sica o la lectura, relaciones sociales, h¨¢bitos de alimentaci¨®n... "Una olla de algo m¨¢s vaca que carnero, salpic¨®n las m¨¢s noches, duelos y quebrantos los s¨¢bados, lentejas los viernes, alg¨²n palomino de a?adidura los domingos" constitu¨ªan la dieta del manchego Alonso Quijano, seg¨²n cuenta Cervantes en el Quijote, y consum¨ªan "tres partes de su hacienda". "El resto della conclu¨ªan sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los d¨ªas de entresemana se honraba con su vellor¨ª de lo m¨¢s fino".
Alc¨¢zar ha restaurado recientemente el medieval Torre¨®n del Gran Prior, y alberga los centros de interpretaci¨®n de La Molienda y el Paisaje Manchego, en molinos. Como contrapunto contempor¨¢neo, destaca la presencia rotunda y terrosa de su residencia de mayores, proyectada en 1997 por Ignacio Vicens y Jos¨¦ Antonio Ramos, obra de vol¨²menes marcados por la horizontalidad, con fachadas cubiertas de ¨®xido que acent¨²an su car¨¢cter escultural y un interior de patios y jardines conectados entre s¨ª.
Miguel de Cervantes no quiso acordarse de ese lugar de La Mancha donde hace m¨¢s de cuatro siglos viv¨ªa un hidalgo "de los de lanza en astillero, adarga antigua, roc¨ªn flaco y galgo corredor", pero s¨ª dej¨® las se?as de su amada so?ada: El Toboso. Conocida desde antiguo como Casa de la Torrecilla, la casa museo de Dulcinea en El Toboso se alza en el lugar donde vivi¨® Ana Mart¨ªnez Zarco de Morales, la Dulce Ana que inspir¨® a Cervantes el personaje femenino del Quijote. Fue reconstruida en los a?os sesenta del pasado siglo y amueblada con enseres de la ¨¦poca que le han permitido recuperar el aspecto que debi¨® de tener en el siglo XVI, con las dependencias de labranza en la planta baja, las alcobas en la parte superior, huerto y palomar. "Has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar m¨¢s que otras; que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea".
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