Barrio antiguo

Pensamos que algunas ciudades est¨¢n tan penetradas de los conceptos que impone el turismo de masas que son incapaces de conservar sus ra¨ªces, que quedaron arrasadas por los millones de gentes que las hollaron buscando gozos sin cuento. Benidorm podr¨ªa ser ejemplo de lo que apuntamos, en cuanto que incluso sus m¨¢s hist¨®ricos barrios han visto inundadas sus calles por mil terrazas, que ofrecen al visitante a todas las horas del d¨ªa y la noche sustento, sin importar ni poco ni mucho la calidad de la oferta, sino tan solo m¨®dicos precios para indescriptibles productos.

M¨¢s no todo est¨¢ perdido, investigando en profundidad se pueden descubrir -aqu¨ª y all¨¢- restos de una cultura en trance de desaparici¨®n, pero que soporta las avalanchas que se?al¨¢bamos con estoica dignidad, y que logra convertir su ¨¢mbito en una isla de calidad entre la marabunta que pulula a su alrededor.

Ejemplo de lo se?alado es en materia gastron¨®mica la cervecer¨ªa Mal Pas, que oferta todos los d¨ªas los productos que hicieron fama de aquellas poblaciones costeras que precedieron a las macro urbes, ya viniesen del inmediato mar -como los chipirones, suaves a la vez que crujientes tras su paso por el rebozo y el aceite, o las gambas y cigalas cocidas al punto y servidas ya fr¨ªas- ya de la memoria del interior -v¨¦ase la sang amb seba, los picantes caracoles o la peque?as alb¨®ndigas de carne- o de una mezcla de ambas.

Y siempre rematando el ¨¢gape con el arroz marinero, con abundante y sabroso caldo en el que navegan los granos de arroz acompa?ados de sustanciosas porciones de cigalas, de calamares, de almejas y de los impecables higadillos de todos los peces que nuestro mar acoge.