Retos pendientes de la reforma financiera
El trabajo para la re-regulaci¨®n del sector financiero sigue su curso, y en la pr¨®xima reuni¨®n del G-20, que se celebrar¨¢ el mes de julio, se abordar¨¢ el nuevo marco normativo en el que deber¨¢n actuar las entidades financieras sist¨¦micas. Estos bancos son definidos conceptualmente como aquellos a los que las autoridades p¨²blicas jam¨¢s podr¨ªan dejar caer, dado que su quiebra supondr¨ªa el colapso del mercado. De este modo, estas entidades contar¨ªan con un respaldo impl¨ªcito del sector p¨²blico que les podr¨ªa conducir a minusvalorar el riesgo de sus operaciones.
Pues bien, el G-20 tomar¨¢ en julio una decisi¨®n sobre la definici¨®n formal de tales entidades y sobre la regulaci¨®n especial que deber¨¢n cumplir. Esta agenda, que da continuidad al incremento de los requerimientos de capital acordado en el pasado a?o para todos los bancos, sufre, sin embargo, de cierta inconsistencia que puede hacer los esfuerzos regulatorios bald¨ªos. De alg¨²n modo, los reguladores parecen preocupados en instalar m¨¢s extintores para apagar futuros incendios, pero est¨¢n menos activos en el incremento del uso de materiales ign¨ªfugos.
Poco o nada se ha hecho para mejorar la transparencia de los mercados
El n¨²cleo central de las reformas debe ser la revisi¨®n de los fallos que han disparado el riesgo
La crisis financiera internacional tiene su origen en una laxa pol¨ªtica monetaria, que mantuvo durante demasiado tiempo los tipos de inter¨¦s relativamente reducidos, dando lugar a una extraordinaria burbuja, sin que la inflaci¨®n de bienes y servicios diera muestra de tan preocupante recalentamiento. Junto a esto, el discurso de la autorregulaci¨®n de los mercados financieros acab¨® perfilando un entorno con relevantes problemas de externalidades negativas, informaci¨®n asim¨¦trica y de riesgo moral que multiplicaron el riesgo del sistema (v¨¦ase: shadow banking, mercado OTC, agencias de rating, sistemas de remuneraci¨®n pro-risk taker, too-big-to-fail, etc¨¦tera). De este modo, el hiperexceso de liquidez fue canalizado a trav¨¦s de productos y mercados en los que no se alineaba la rentabilidad y el riesgo asumido.
Por ¨²ltimo, una vez explosionada la crisis, las entidades financieras se encontraron con problemas de liquidez y en algunos casos de solvencia, ante los cuales los requerimientos de capital regulatorio no fueron suficientes. Este escenario hizo peligrar el sistema en su conjunto, y las autoridades se vieron obligadas a inyectar dinero p¨²blico, por distintas v¨ªas y formatos, para estabilizar el mercado.
Este ha sido, a grandes rasgos, el orden que ha llevado la crisis financiera y que sustenta ahora una revisi¨®n de la regulaci¨®n del sector. En este sentido, las autoridades est¨¢n centrando sus reformas en elevar la solvencia, incrementando los requerimientos de capital y exigiendo un mayor peso del equity. Adem¨¢s, han planteado la introducci¨®n de cierta correcci¨®n al efecto proc¨ªclico en los requerimientos de capital dada su ponderaci¨®n por riesgos, as¨ª como la inclusi¨®n de ratios de liquidez.
Sin entrar en la idoneidad de los instrumentos elegidos para implementar estos dos ¨²ltimos objetivos, los reguladores est¨¢n intentando con tales medidas mejorar la capacidad de absorci¨®n de p¨¦rdidas de las propias entidades financieras y parece ser que ser¨¢n m¨¢s exigentes con los bancos con riesgo sist¨¦mico. En esta l¨ªnea, todo indica que las autoridades realizar¨¢n una definici¨®n de banco sist¨¦mico en relaci¨®n con el tama?o de la entidad y a la interconexi¨®n entre los distintos tipos de negocio bancario en el que operen (minorista, mayorista, banca de inversi¨®n, etc¨¦tera). El resultado que se apunta ser¨¢ mayores exigencias de capital regulatorio.
En t¨¦rminos generales, tales reformas van dirigidas exclusivamente a mejorar la capacidad de absorci¨®n de p¨¦rdidas del sector y a minimizar, por tanto, el uso de fondos p¨²blicos en operaciones de salvamento. Sin duda, tal prop¨®sito resulta encomiable, pero pasa por alto no solo la reforma necesaria de los objetivos e instrumentos de la pol¨ªtica monetaria, que es condici¨®n suficiente para la creaci¨®n de una burbuja, sino tambi¨¦n del marco de incentivos que condujo a canalizar tal exceso de liquidez a trav¨¦s de operaciones de mercado que multiplicaron el riesgo de las entidades.
Por todo ello, en primer lugar resulta necesaria una reevaluaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria, especialmente ahora que las medidas extraordinarias para superar el shock financiero comienzan a corregirse y las autoridades monetarias avanzan en un plan de salida. De este modo, es necesario cuestionar si un ¨²nico objetivo de la inflaci¨®n de los bienes y servicios es suficiente para suavizar los ciclos o si bien se deber¨ªa valorar la toma en consideraci¨®n de la inflaci¨®n de algunos activos, en cuyo caso habr¨ªa que preguntarse si la intervenci¨®n a trav¨¦s de los tipos de inter¨¦s es el mejor instrumento para controlar tales burbujas. Y en esta l¨ªnea, habr¨ªa que examinar las herramientas para una gesti¨®n macroprudencial a trav¨¦s de nuevos encajes, limitaciones al loan-to-value y del resto de instrumentos no convencionales. Sin duda, la vuelta a este tipo de instrumentos supone asumir una potencial p¨¦rdida de eficiencia en la gesti¨®n financiera, si bien los fallos de mercado que ha revelado la presente crisis dejan patente que, a menos que se aminoren con reformas oportunas, la mano invisible no conduce al ¨®ptimo paretiano.
Esto engarza con la principal cr¨ªtica a la agenda de reformas en curso. De alg¨²n modo, las autoridades han centrado sus reformas en mejorar la capacidad para gestionar crisis; sin embargo, parecen haber renunciado impl¨ªcitamente a resolver los problemas de gesti¨®n del riesgo que emanan de los fallos de externalidades, informaci¨®n asim¨¦trica y en parte riesgo moral que canalizaron la burbuja de liquidez hacia productos de alto riesgo. Poco o nada se ha realizado para mejorar la transparencia de los mercados financieros, creando plataformas de negociaci¨®n con c¨¢maras de compensaci¨®n y ampliando el per¨ªmetro de supervisi¨®n y regulaci¨®n a todas las entidades susceptibles de operar en mercados financieros. Adem¨¢s, poco se ha hecho tambi¨¦n en la revisi¨®n de los sistemas de remuneraci¨®n o en la regulaci¨®n de las agencias de rating.
Asimismo, el esfuerzo regulatorio que se adivina para los bancos sist¨¦micos deber¨ªa ir encaminado fundamentalmente a facilitar la tarea de supervisi¨®n del sector p¨²blico, una vez se ha aparcado la idea de retomar alguna versi¨®n de la ley Glass-Steagall por sus costes en eficiencia. Pero en todo caso, parece razonable adoptar alg¨²n modelo de subsidiarias al estilo retail ring-fence como recomienda la Comisi¨®n independiente del Reino Unido, que no se encuentra lejos del modelo de la banca universal espa?ola. Tambi¨¦n se podr¨ªa intensificar el control sobre las entidades a trav¨¦s de los organismos de competencia. Con todo, las autoridades se est¨¢n inclinando con un m¨¦todo de control ex post mediante el incremento de los requerimientos de capital que en todo caso deber¨ªa ser el ¨²ltimo recurso en la medida en que pudiera afectar al car¨¢cter asegurador de los bancos universales bien gestionados.
Y ese deber¨ªa ser el n¨²cleo central de las reformas: la revisi¨®n de los fallos del mercado que han disparado el riesgo en la gesti¨®n financiera. De alg¨²n modo, la reforma se est¨¢ centrando en mejorar la calidad del pasivo que sustenta los activos del balance de las entidades financieras, pero se ha avanzado muy poco en intentar alinear mejor la rentabilidad y el riesgo de los cr¨¦ditos del activo. Adem¨¢s, en la medida en que se eleve la presi¨®n regulatoria sobre el sector, mayor puede ser el volumen de actividad financiera que se realice fuera del per¨ªmetro de regulaci¨®n a trav¨¦s del shadow banking. El prop¨®sito inicial del G-20 fijaba como objetivo alcanzar un sector financiero m¨¢s seguro, pero solo estamos ampliando el n¨²mero y la potencia de los extintores. En alg¨²n momento habr¨¢ que revisar la calidad de los materiales con que se est¨¢ construyendo el mercado.
Jon¨¢s Fern¨¢ndez ?lvarez es director del Servicio de Estudios de Solchaga Recio & Asociados.
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