Extremadura y lo ya vivido
S¨¦ que este art¨ªculo va a ser malinterpretado, escrutado, sometido a juicio de intenciones por personas que miran el mundo desde etiquetas inamovibles. No necesito ninguna justificaci¨®n. Solo les digo, a esos malintencionados, que si hubiera deseado saltar a un cargo en otra organizaci¨®n lo hubiese hecho hace mucho tiempo y de forma muy ventajosa. Desgraciadamente, para mi inter¨¦s particular, pertenezco a ese tipo de personas que no pueden superar su simpat¨ªa por los vencidos y su recelo por los vencedores. Alguien que adem¨¢s tiene un anticuado sentido de la lealtad, fundado m¨¢s en el cari?o de las personas, que en las posiciones pol¨ªticas de una organizaci¨®n de la que me he desvinculado.
Me inculcaron desde peque?a -en el seno de una familia muy conservadora- que hab¨ªa que ser altivo con los poderosos y sencillo con los despose¨ªdos. No me he agachado cuando el PSOE ostentaba un poder omn¨ªmodo en las instituciones. He denunciado la prepotencia, el clientelismo, el af¨¢n de acabar con la conciencia cr¨ªtica de nuestro pa¨ªs cuando el PSOE gozaba de un poder social y medi¨¢tico indiscutible. Por esas mismas razones -y muchas otras que afectan al modelo social, cultural y econ¨®mico- no voy a congraciarme, directa o indirectamente, con el poder omn¨ªmodo que el PP acaricia en nuestro pa¨ªs, ni acompa?ar de forma alguna al T¨¦DeT¨¦ party.
De Extremadura s¨¦ muy poco. Conozco el talante de Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, su vena patriotera y antifederal, su soberbia ante cualquiera que le plantara cara a su enorme poder meticulosamente fundado en una infiltraci¨®n clientelista que llegaba hasta el ¨²ltimo rinc¨®n de Extremadura. S¨¦ de su alegr¨ªa cuando IU de Extremadura sali¨® del Parlamento, merced a una barrera electoral incomprensible. Sobre su sucesor, conozco el empecinamiento en proyectos medioambientales insostenibles y la exclusi¨®n de sectores internos que pon¨ªan en cuesti¨®n su autoridad. En cuanto a IU de Extremadura, conozco la honradez de su coordinador, Pedro Escobar, y las dificultades que ha encontrado para trabar un marco de alianzas sociales que le permitiesen volver a la Asamblea de Extremadura.
A pesar de esto, no comprender¨ªa que el cambio en Extremadura pase por dejar que el PP acceda al gobierno de la comunidad. No s¨¦ si a los extreme?os les puede servir la experiencia andaluza. Como dicen las madres, nadie escarmienta en cabeza ajena. Pero en Andaluc¨ªa se llev¨® a cabo una de las experiencias de mayor ingenuidad pol¨ªtica de la historia de la izquierda.
En 1994, IU-LV-CA obtuvo 20 diputados en el Parlamento de Andaluc¨ªa y el PSOE perdi¨® la mayor¨ªa absoluta. En contra de lo que se ha afirmado, IU no aup¨® a la derecha al poder, ni gobern¨® en modo alguno con el PP. Se abstuvo en la votaci¨®n y se limit¨® a poner en manos de la oposici¨®n la presidencia del Parlamento de Andaluc¨ªa y a aprobar algunas leyes que ten¨ªan como objetivo la regeneraci¨®n de algunas instituciones andaluzas. El entusiasmo de los primeros meses y la alegr¨ªa de la propia militancia por estos atisbos de cambio, nos impidieron ver que la sociedad no hab¨ªa entendido en absoluto el mensaje y junto, a una h¨¢bil campa?a socialista, el periodo fue bautizado como el de la pinza y entendido como una alianza contra natura que fracas¨® rotundamente en las urnas.
Casi ninguno de los participantes en aquel periodo volver¨ªamos a repetir la experiencia. No se trata de dar un cheque en blanco al PSOE, ni de gobernar prematuramente con quienes se han mantenido numerosos conflictos pol¨ªticos, pero Izquierda Unida de Extremadura tiene hoy en sus manos la posibilidad de forzar cambios importantes en su comunidad desde dentro o desde fuera del Gobierno. Lo puede hacer preservando su autonom¨ªa y con mecanismos de evaluaci¨®n que no la conviertan en un bastoncito dorado en los momentos de decadencia del PSOE. Pero considerar que la ¨²nica opci¨®n de cambio para Extremadura es dejar que el PP la gobierne, solo alimentar¨¢ el bipartidismo futuro y la desesperanza en los electores de izquierda.
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