Jack Kevorkian, pol¨¦mico defensor de la eutanasia
Apodado 'doctor muerte' por sus cr¨ªticos, ayud¨® a morir a 130 personas
El llamado doctor muerte falleci¨® ayer a los 83 a?os en la cama de un hospital, como quer¨ªa, con m¨²sica de Juan Sebasti¨¢n Bach. Despu¨¦s de haber ayudado a morir a 130 personas en fase terminal, fue un asesino para unos y un beat¨ªfico defensor de la eutanasia para otros. Perdi¨® su licencia. Fue a juicio. Cumpli¨® ocho a?os de c¨¢rcel. Nunca dej¨® de defender lo que ¨¦l entend¨ªa como el derecho personal de cada paciente a decidir cu¨¢ndo poner fin a la propia vida. A pocos dej¨® indiferentes. Aliment¨® un debate que todav¨ªa divide no solo a la sociedad norteamericana, sino al resto del mundo.
Nacido en Michigan en 1928, se licenci¨® en medicina y pronto se interes¨® por lo que defin¨ªa como derecho a morir dignamente. Sus primeras apariciones en los diarios sucedieron en 1989. Present¨® entonces un dispositivo para suicidarse. Permit¨ªa a los pacientes inyectarse una dosis letal de cloruro de potasio, de forma indolora y que garantizaba una muerte r¨¢pida. Dijo entonces: "He dise?ado esto porque existe la necesidad. Estoy dejando este tab¨² al descubierto". Posteriormente defendi¨® que se ejecutara a los reos condenados a muerte con una t¨¦cnica indolora conocida como "anestesia irreversible" que permitir¨ªa trasplantar sus ¨®rganos.
Fue condenado a entre 10 y 25 a?os de c¨¢rcel, de los que cumpli¨® ocho
A trav¨¦s de sus entrevistas conoci¨® a Janet Adkins, una anciana a la que hab¨ªan diagnosticado del mal de Alzheimer. Ella quer¨ªa morir. Parte de su familia se opon¨ªa. Dos d¨ªas despu¨¦s de su entrevista, ella muri¨® en la parte trasera de una furgoneta, con la ayuda de ¨¦l. En una entrevista al New York Times, dijo: "Con su cuerpo podr¨ªamos haber dividido el h¨ªgado en dos y haber salvado a dos ni?os; podr¨ªa haberse aprovechado su m¨¦dula ¨®sea, su coraz¨®n, dos ri?ones, dos pulmones y un p¨¢ncreas". Aquel caso, ampliamente cubierto por la prensa, le vali¨® su primer juicio, del que sali¨® indemne. El Estado de Michigan, es cierto, le acabar¨ªa retirando su licencia, pero Kevorkian ya estaba jubilado entonces.
Kevorkian sigui¨® siendo un asesor en el suicidio de muchos pacientes terminales. ?l dec¨ªa en vida que aconsej¨® c¨®mo morir a unas 130 personas. Si hay algo que, objetivamente, logr¨® ese m¨¦dico fue ponerle punto y final a un tab¨² del que no se hablaba hasta los a?os ochenta: el de en qu¨¦ condiciones pasan sus ¨²ltimos d¨ªas los pacientes terminales y c¨®mo tratan los m¨¦dicos su dolor. El resto fue una fuente duradera de pol¨¦mica. El punto de no retorno fue el del juicio por el suicidio -o asesinato, como decidi¨® un jurado- de Thomas Youk.
Youk, de 52 a?os, padec¨ªa la enfermedad degenerativa conocida como esclerosis lateral amiotr¨®fica. Quer¨ªa morir y as¨ª lo dej¨® grabado en un v¨ªdeo. En ¨¦l, emitido por el programa 60 Minutes, de la CBS, se ve¨ªa a Kevorkian inyectarle al paciente cloruro de potasio porque este no ten¨ªa movilidad. Aquello le permiti¨® a la fiscal¨ªa presentar cargos m¨¢s serios, por homicidio. El jurado le declar¨® culpable. El juez le conden¨® a una pena de entre 10 y 25 a?os, de los que cumpli¨® solo ocho por buena conducta. Sali¨® de prisi¨®n en 2007, bajo la condici¨®n de no volver a asesorar a nadie sobre modos de morir. Sigui¨® defendiendo, sin embargo, el derecho a la eutanasia.
Su voluntad, expresada en 1990, se mantuvo intacta: "Lo que yo quiero es obligar a la profesi¨®n m¨¦dica a que acepte sus responsabilidades, y entre esas responsabilidades se halla ayudar a los pacientes tambi¨¦n en su muerte". El a?o pasado sufri¨® de fallos renales y neumon¨ªa y fue ingresado en un hospital de Michigan, en el que falleci¨® ayer como ¨¦l le indic¨® a las enfermeras, con la m¨²sica de Bach de fondo.
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