Donde el bocata es arte

Lo que le faltaba a Oriol Rovira, el cocinero pay¨¦s que, junto con su esposa y hermanos, adem¨¢s de regentar el restaurante Els Casals, cultiva huertas y mantiene una granja mod¨¦lica en Sag¨¤s-Bergued¨¤, era montar un local de bocadillos en Barcelona. Un lugar presidido por una larga barra con mesitas, donde sirve bocatas de alto nivel y platos desenfadados. Puro finger food (para comer con los dedos) con el rango de gran cocina. Un fen¨®meno gastron¨®mico con bastante m¨¢s importancia de lo que a primera vista aparenta. Bocadillos en los que intervienen las mismas hortalizas de producci¨®n ecol¨®gica y biodin¨¢mica de sus huertas, as¨ª como las carnes de pollo y de cerdo que se producen en sus granjas. Y todo ello en sociedad con el potente grupo Sagardi.

La carta, singular donde las haya, proclama en may¨²sculas que todos sus ingredientes son libres de aditivos, colorantes y conservantes. Bajo estas premisas ofrece dos tipos de recetas, las de origen catal¨¢n mediterr¨¢neo y las que ha recogido por el mundo en sus viajes. Todas concebidas -repite Rovira convencido- para disfrutarse con las manos, incluida la ensalada Cesar con pollo del Pened¨¦s, beicon y curruscos, que permiten rellenar grandes hojas de lechuga. Los panes se cuidan al detalle.

Es magn¨ªfica la chapata Sag¨¤s con tocineta, alcaparras, higos, ruqueta, queso fresco y vinagreta; soberbias las sardinas ahumadas con encurtidos y conservas en bruschetta; excelente el entrep¨¢n de jam¨®n curado con tomate, y no menos sugerente el pepito de ternera con tomate, cebolleta y nueces. Entre las especialidades del mundo figuran algunas muy divertidas: los pork buns (Shangh¨¢i) calcados del coreano David Chang (Momofuku, Nueva York), o los frankfurt cl¨¢sicos, hechos en la casa, adem¨¢s de las hamburguesas con bovino gallego. Para beber, cervezas, vinos en porr¨®n con gaseosa y hasta gin-tonics con ginebras diversas.