Ni primarias, ni congreso
El error de los pol¨ªticos -coment¨® hace a?os Felipe Gonz¨¢lez- "consiste en pensar que lo que la gente percibe es lo que nosotros creemos que percibe, y la verdad es que a veces percibe cosas totalmente diferentes". As¨ª es: los pol¨ªticos socialistas piensan que la gente percibe el proceso de designaci¨®n de su candidato a la presidencia del gobierno como si se tratara de unas primarias, pero lo que la gente percibe es que el candidato ya ha sido elegido en una reuni¨®n de secretarios generales de las federaciones del partido no prevista en los estatutos; que ha sido ratificado por un comit¨¦ federal controlado por esos mismos secretarios generales; y, en fin, que buena falta hace seguir con esta representaci¨®n de unas primarias de ficci¨®n para proclamar como si se hubiera tratado de unas primarias de verdad a quien los secretarios generales consideran el mejor de los candidatos (aunque siendo el ¨²nico nunca se sabr¨¢ si es el mejor porque nadie es el mejor cuando es el ¨²nico).
El error a que se refer¨ªa Felipe Gonz¨¢lez no consiste exactamente en pensar sino en actuar como si la gente percibiera lo que los pol¨ªticos creen que percibe o, todav¨ªa m¨¢s, lo que los pol¨ªticos quieren que la gente perciba. Para evitar ese error, en el que se ha hundido el actual secretario general del PSOE, arrastrando en su ca¨ªda a todo el partido, mejor habr¨ªa sido comenzar la nueva etapa llamando a las cosas por su nombre. Aqu¨ª lo que ha pasado es que, obligado a renunciar a una tercera legislatura, el presidente del gobierno pretendi¨® mantener el control de su sucesi¨®n y del partido conservando la secretar¨ªa general. Para eso, decidi¨® que el candidato a la presidencia se eligiera en unas primarias. El espect¨¢culo estaba garantizado: un veterano contra una joven, ambos con una cualidad com¨²n: ?son miembros del mismo gobierno!
La joven candidata se lo crey¨® y peregrin¨® por diversas asociaciones para medir los apoyos, a la vez que montaba un equipo de asesores medi¨¢ticos que le prepararon su salida a la palestra a la manera Obama, enarbolando un manifiesto en el que yes, we can se transmutaba en un quiero, repetido con la rotunda cadencia de un tam-tam: quiero, quiero. Pero el querer dur¨® lo que un suspiro: la ministra de Defensa, con su incomprensible rueda de prensa -incomprensible por la convocatoria misma, por su et¨¦reo contenido y por el infantil lenguaje facial, mitad contrariado mitad compungido- y obligada a leer en tiempo pasado su manifiesto electoral con la cadencia de un lamento: quer¨ªa, quer¨ªa, se limit¨® a dar fe de que todo su bagaje consist¨ªa en una operaci¨®n de mercadotecnia de un producto todav¨ªa inmaduro para competir en el mercado pol¨ªtico.
La fr¨ªvola ocurrencia de enfrentar al ministro del Interior con la ministra de Defensa en unas primarias habr¨ªa dejado al Gobierno y al partido noqueados para los restos y se habr¨ªa saldado con una p¨¦rdida de autoridad de todos los implicados. El desaguisado se ha evitado finalmente gracias a la decisi¨®n de Rubalcaba de no entrar en semejante competici¨®n con Chac¨®n. A cambio, ha tenido que aceptar la ficci¨®n de las primarias y dejar para m¨¢s adelante la soluci¨®n de la doble crisis de identidad y de poder por la que atraviesa el PSOE, que solo se podr¨¢ solventar, la primera, con una redefinici¨®n de lo que significa ser socialdem¨®crata hoy y, la segunda, con un congreso en el que se reconstruya la unidad de liderazgo.
El problema es que esta doble crisis afecta al PSOE en una coyuntura de ca¨ªda hacia la irrelevancia. El partido ha perdido electores a chorros y, con ellos, todo el poder institucional en el mismo momento en que, como gobierno, se encuentra sin rumbo ni direcci¨®n. Una ca¨ªda de esta profundidad y de tanto alcance habr¨ªa exigido, por el clamor de las bases o la presi¨®n de los cuadros, la convocatoria de un congreso. No ha sido as¨ª: las bases permanecen en silencio y los cuadros se han avenido a una f¨®rmula de compromiso, un apa?o que pospone la soluci¨®n de la crisis de liderazgo hasta despu¨¦s de las elecciones y adelanta la redefinici¨®n de lo que hoy signifique ser socialdem¨®crata a una conferencia que habr¨ªa necesitado un a?o de debates.
As¨ª que, despu¨¦s de todo este l¨ªo, los socialistas se enfrentan al inmediato futuro con unas seudoprimarias a las que seguir¨¢ un seudocongreso. El resultado m¨¢s probable para lo que queda de mandato ser¨¢ que la gente perciba al Gobierno como un enfermo terminal, mientras contempla c¨®mo en el partido se toman posiciones y se afilan las navajas para la batalla decisiva.
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