?Podemos pagar?
M¨¢s de un a?o despu¨¦s de la emergencia de la crisis de la deuda soberana en la eurozona son varias las econom¨ªas, no solo las consideradas perif¨¦ricas, las que generan desconfianza sobre su capacidad para pagar las deudas, p¨²blicas y privadas. Aunque muy diferenciada de las que han requerido el rescate, la espa?ola soporta una prima de riesgo relativamente elevada, expresiva de dudas acerca de su solvencia a medio plazo. Despejar algunas de ellas deber¨ªa ser el prop¨®sito no solo de quienes gobiernan, sino tambi¨¦n de quienes pueden hacerlo a partir de las pr¨®ximas elecciones generales.
El problema m¨¢s importante a corto plazo de la econom¨ªa espa?ola no es la magnitud de la deuda p¨²blica: la solvencia m¨¢s cuestionada es la del conjunto del sector privado, determinada por un volumen hist¨®ricamente elevado de pasivos de empresas y familias, y unas muy pobres posibilidades de crecimiento econ¨®mico. Si el paro apenas se reduce y la calidad de los activos bancarios no mejora, las empresas seguir¨¢n teniendo dificultades, en especial aquellas con la mayor parte de sus ventas orientadas al mercado dom¨¦stico. Si las rentas de las familias y de las empresas no crecen, tampoco lo har¨¢n los ingresos tributarios. S¨ª seguir¨¢n aumentando, sin embargo, algunas partidas importantes de gasto p¨²blico, como las asignadas a cubrir el desempleo y los intereses de la deuda p¨²blica. Esta es la v¨ªa de conversi¨®n de la deuda privada en deuda p¨²blica que tanto inquieta a los inversores. Una transformaci¨®n que es dif¨ªcil impedir sin suficiente crecimiento. Pero s¨ª podr¨ªan neutralizarse algunas de sus consecuencias si se alcanza un m¨ªnimo consenso pol¨ªtico en torno a las finanzas p¨²blicas.
Como demuestra el caso griego, el desencuentro pol¨ªtico en relaci¨®n con las finanzas p¨²blicas cotiza de forma muy adversa
Dos aspectos habr¨ªa que clarificar a la comunidad inversora. En primer lugar, la inexistencia de pasivos p¨²blicos ocultos en cualquier nivel de las Administraciones p¨²blicas de significaci¨®n cuantitativa suficiente como para alterar de forma sustancial la evaluaci¨®n del riesgo del Reino de Espa?a. Cuanto menor sea la alimentaci¨®n de conjeturas acerca de "deudas escondidas", mucho mejor para todos. La segunda pieza de ese consenso exigir¨ªa exhibir la voluntad de mantener pol¨ªticas de saneamiento financiero a medio y largo plazo compatibles con las exigencias de la eurozona.
Un consenso en esos ¨¢mbitos valdr¨ªa mucho dinero. Contribuir¨ªa a mantener la prima de riesgo en niveles soportables, incluso podr¨ªa reducirla. Y eso significar¨ªa menores costes financieros para nuestras Administraciones p¨²blicas, en primer lugar, pero tambi¨¦n para empresas y familias. Reducir¨ªa la alimentaci¨®n de esa peligrosa metamorfosis de deudas privadas en deuda p¨²blica. Como el caso griego est¨¢ poniendo de manifiesto, el desencuentro pol¨ªtico en relaci¨®n con las finanzas p¨²blicas cotiza de forma muy adversa. Por el contrario, es bien recibido por los mercados de bonos cualquier acuerdo que fortalezca la presunci¨®n de que se pagar¨¢n las deudas. Activos y potencial de crecimiento no le faltan a la econom¨ªa espa?ola. Bueno ser¨ªa que tampoco estuvi¨¦ramos escasos de voluntad pol¨ªtica.
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