La ira nos esclaviza
Cuando estuve hace unos a?os en El Salvador, impart¨ª una conferencia en la que dije: "Si no perdonas, no puedes olvidar. Si no olvidas, no vives en paz. Y sin paz, tu amor no fluye". Al terminar se acerc¨® una se?ora ?tan agradecida! Me cont¨® que hac¨ªa m¨¢s de diez a?os alguien de la guerrilla hab¨ªa matado a su hijo. No viv¨ªa tranquila desde entonces. Guardaba rencor alimentando su ira de querer hac¨¦rselas pagar a "ese" que mat¨® a su hijo. Ese rencor no solucionaba la situaci¨®n, lo ¨²nico que hac¨ªa era incrementar su dolor. Entendi¨® que no hab¨ªa perdonado.
A veces no es posible olvidar, pero s¨ª que podemos lograr que ya no nos afecte lo que ocurri¨®. El problema surge cuando consideramos lo ocurrido como inaceptable, entonces somos incapaces de perdonar. Podemos considerar inaceptables ciertas situaciones vividas que se dan porque se han traicionado unos acuerdos, unos principios, no se han cumplido nuestras expectativas o no se han respetado ciertos valores. Sea cual sea la raz¨®n de lo "inaceptable", podemos aferrarnos a ella y quedarnos clavados ah¨ª. Por mucho que no estemos de acuerdo con lo ocurrido, tenemos que aceptar los hechos. Aceptar no significa estar de acuerdo. En el mundo hay mucha rabia en contra de las injusticias. La rabia no soluciona las injusticias, sino que crea m¨¢s dolor e incluso m¨¢s injusticias.
"El odio envenena. Es una emoci¨®n incendiaria que destruye la capacidad de actuar con dignidad y excelencia"
"Para llegar a perdonar plenamente,darse cuenta de lo que est¨¢ pasando es la base para iniciar cualquier cambio positivo"
"Cuando culpamos a los dem¨¢s de nuestra ira, nos permitimos ser esclavos y v¨ªctimas de ellos"
El profesor Robert Enright, de la Universidad de Wisconsin, uno de los pioneros de la terapia del perd¨®n, afirma que "cuando algo nos ha da?ado, tendemos a hablar de justicia mucho m¨¢s a menudo que de perd¨®n". Cuando alguien nos ha defraudado, herido o traicionado, sentimos que tenemos que hac¨¦rselo pagar. Creemos que as¨ª haremos justicia. Consideramos inaceptable lo que ha hecho y esa rabia nos mantiene atados a la situaci¨®n y a la persona que nos ofendi¨®. En vez de perdonarla y soltarla, nos atamos m¨¢s a ella, nutriendo el resentimiento.
Y al hacerlo, somos injustos con nosotros mismos: nos mantenemos en el infierno de nuestro fuego interior. El odio afecta a nuestra salud, "envenena" nuestro coraz¨®n, mata nuestra paz interior, nos seca de amor y felicidad. El odio es una emoci¨®n "incendiaria", destruye la concentraci¨®n y mata la capacidad de actuar con dignidad y excelencia. Unas sabias palabras dicen: "?Quieres ser feliz un momento? V¨¦ngate. ?Quieres ser feliz siempre? Perdona".
pensamientos intoxicantes
"Una persona resentida se intoxica a s¨ª misma"
(Maz Scheler, fil¨®sofo)
En una ocasi¨®n, un hombre se aprovech¨® de m¨ª, me enga?¨® y me estaf¨®. Cuando me di cuenta, no pod¨ªa creer mi ingenuidad. ?C¨®mo permit¨ª que ese hombre me hubiera mentido as¨ª? ?C¨®mo me lo cre¨ª y confi¨¦? ?Tan tonta soy? Estos pensamientos me torturaban. Hasta que me di cuenta de que ten¨ªa que perdonarme. Aprender la lecci¨®n, pero no seguir martiriz¨¢ndome por la experiencia vivida. El perdonarme me liber¨®. Cuando al cabo de un tiempo me encontr¨¦ casualmente con ¨¦l, pude mirarle a los ojos.
Toda experiencia vivida, aunque usted no quisiera experimentarla y ni siquiera la buscara, la sinti¨® porque se permiti¨® vivirla. Muchas veces, el problema est¨¢ en no saber poner los l¨ªmites cuando nos entregamos a las experiencias. Cuando salen mal, buscamos culpables, y aunque los encontremos y les perdonemos, eso no nos alivia del todo hasta que nos perdonemos a nosotros mismos. Se trata de perdonarse a s¨ª mismo por haberse permitido entrar en esa experiencia.
Si estamos resentidos, la v¨ªa de salida pasa por aceptar y perdonar. Aceptar lo que ha ocurrido. Lo cual puede implicar aceptar la p¨¦rdida, aceptar que le enga?aron, aceptar su error y/o el del otro, aceptar que le hirieron o aceptar que mataron a un ser querido.
La neur¨®loga Mar¨ªa Gud¨ªn afirma que superar las ofensas es una tarea sumamente importante, porque el odio y la venganza envenenan la vida. Perdonarse y perdonar abrir¨¢ las v¨ªas para sanar el coraz¨®n dolido.
Para conseguirlo debemos recuperar la soberan¨ªa sobre nuestra mente y nuestros pensamientos. Algunas personas creen que perdonar es un acto de debilidad. Sin embargo, es todo lo contrario; perdonar muestra que nos hacemos due?os de nuestro bienestar y dejamos de ser v¨ªctimas del otro. Perdonar nos permite recuperar nuestro poder interior. Sin ese dominio, nuestra mente ir¨¢ una y otra vez hacia ese lugar de sufrimiento, repetir¨¢ el ?por qu¨¦ a m¨ª? ?C¨®mo se atrevi¨®? Los pensamientos ser¨¢n como un martilleo constante, y no controlar¨¢ los sentimientos de rabia, frustraci¨®n y tristeza. Como la carcoma, sus propios pensamientos agujerear¨¢n las entra?as de su ser y se quedar¨¢ agotado, sin energ¨ªa. En ese momento se ha olvidado del primer principio de autoliderazgo: nadie crea sus pensamientos ni sus sentimientos excepto usted mismo.
Debemos cambiar la perspectiva y concienciarnos de que lo que pensamos al respecto de lo ocurrido es lo que alimenta nuestro malestar. Para lograrlo nos ayudar¨¢ ser conscientes de que quien nos ha hecho da?o es tambi¨¦n un ser humano con sus debilidades y que, por la raz¨®n que sea, se ha comportado injustamente v¨ªctima de su ignorancia, sus creencias, sus neuras, sus impulsos o su propia rabia. La rabia no se vence con m¨¢s rabia. Cada persona tiene un valor intr¨ªnseco por lo que es, no tanto por lo que ha hecho. No permitamos que nuestro resentimiento nos nuble la visi¨®n global.
Para llegar a perdonar plenamente debe ser consciente de lo que lleva dentro. Darse cuenta de lo que le est¨¢ pasando es la base para iniciar cualquier cambio positivo. Cuando sienta rechazo, inseguridad, verg¨¹enza, envidia, rabia, miedo, desaprobaci¨®n, perm¨ªtase aceptar lo que siente y afrontarlo. Imag¨ªnese c¨®mo se sentir¨ªa si no se resistiera a estos sentimientos, sino que los aceptara plenamente. Pru¨¦belo.
La situaci¨®n que provoc¨® el sentimiento quiz¨¢ ya pas¨®, pero si se agarra al sentimiento y lo rechaza, lo esconde o huye de ¨¦l, lo mantiene y crece en su interior como las malas hierbas. Crece hasta que uno estalla o enferma. Es m¨¢s sano permitirse sentirlos y soltarlos escribi¨¦ndolos, habl¨¢ndolo con un amigo de confianza, expres¨¢ndolos con movimiento corporal o pint¨¢ndolos. Si tiene pr¨¢ctica, o est¨¢ dispuesto a conseguirla, puede ayudarle mucho la meditaci¨®n, ya que le facilita trascender los sentimientos hasta que estos se disuelven.
Piense en positivo: sea consciente de que usted es el creador de lo que piensa. Cambie el foco de atenci¨®n. Medite. Perdone y suelte. Mire hacia delante. Cuando se libere de esos sentimientos, vivir¨¢ en paz interior. Dejar¨¢ de martirizarse y asumir¨¢ la responsabilidad. Al asumirla permitir¨¢ que todo su potencial permanezca despierto.
Pasar p¨¢gina
"Para soltar el pasado debemos estar dispuestos a perdonar" (Louise L. Hay)
A veces, alguien le dice algo en tres minutos que le sienta fatal. Despu¨¦s de cuarenta y ocho horas a¨²n lo recuerda. Lo recrea repiti¨¦ndolo en su mente y en sus palabras: ?qu¨¦ se ha cre¨ªdo!, ?qu¨¦ se ha pensado! Con esto fortalece esa experiencia en su registro, de manera que al cabo de a?os se acuerda de aquello que le dijeron, y su rabia, resentimiento o tristeza han crecido. El otro se descarg¨® al decirlo y lo olvid¨®. Como el que tira la basura y se olvida. Alguien suelta cuatro palabras y se olvida, se queda tan tranquilo, pero usted no lo olvida, sino que las repite en su mente hasta tal punto que a veces ni siquiera puede dormir.
El problema no es tanto lo que el agresor hizo, sino toda la interpretaci¨®n y la historia que nos hemos ido contando desde que ocurrieron los hechos. Para salir de este estado, debemos impedir que nuestros recuerdos nos invadan. Debemos ponerlos en su sitio: en el pasado. El pasado ya se fue y ahora lo que tiene es este momento presente. No lo pierda alimentando sus resentimientos de lo que habr¨ªa podido ser y no fue o de lo que fue y no tendr¨ªa que haber sido.
Perdonar nos ayuda a decir: lo que fue ya pas¨®. Ya no es. Ya no est¨¢ excepto en su propia mente. Practique el lema: "Lo que ha sucedido ya es pasado". No necesita pensar en ello tantas veces. No permita que su mente lo reviva. Valore su tiempo. Valore su creaci¨®n: los pensamientos. Es necesario darse cuenta de que cuando proyectamos en los dem¨¢s y les culpamos de nuestra ira, nos permitimos ser esclavos y v¨ªctimas de ellos. Aferrarse es nocivo. El aceptar nos libera. Para conseguirlo se requiere del poder mental que permite detener los pensamientos repetitivos que provocan malestar. Con afirmaciones puede fortalecer su mente. Louise Hay sugiere esta: "Te perdono por no ser de la forma que yo quer¨ªa que fueras. Te perdono y te libero".
Gozar del presente
"Si no perdonas por amor, perdona al menos por ego¨ªsmo"
(Dalai Lama)
Al darse cuenta de que el cambio depende de usted, es capaz de perdonar y seguir adelante con su vida sin cargar por m¨¢s tiempo el dolor que le hace vivir en el pasado y no le permite gozar del presente. Esta es la base para restablecer el poder de su coraz¨®n y su capacidad de amar. Esto le permitir¨¢ acercarse al centro de su ser. Reencontrar¨¢ su estado de paz, brotar¨¢ de usted el amor y la felicidad. Reconectar¨¢ con su verdadero coraz¨®n capaz de abrazar sin rencor, capaz de amar sin poner condiciones limitadoras. Es una pr¨¢ctica que puede empezar ahora. Sentir¨¢ ?gape, el amor desinteresado que no busca retorno y est¨¢ relacionado con la capacidad de perdonar. Cuando perdona, ama.
EL PASADO, EN EL SITIO JUSTO
Bill Clinton telefone¨® a Nelson Mandela dos horas despu¨¦s de que saliera de la prisi¨®n, tras muchos a?os encarcelado por difundir los derechos humanos, y le pregunt¨® c¨®mo pudo perdonarles con esa facilidad. Mandela respondi¨® que si les odiara, seguir¨ªan control¨¢ndole. Si no perdonamos, nos mantenemos atados a las personas que nos han ofendido. Perdemos libertad, lo cual bloquea nuestra creatividad y alimenta nuestra frustraci¨®n. Esto nos provoca violencia. Hay mucha rabia y violencia en el mundo, y esta energ¨ªa nos destruye. Desde la rabia no crearemos un mundo mejor.Al preguntarle a Ela Gandhi qu¨¦ hab¨ªa aprendido de su padre, dijo, entre muchas otras cosas: "Si quieres vencer a tu enemigo, ¨¢malo". En ese amor hay compasi¨®n. En la compasi¨®n hay perd¨®n. No guarda rencor. Acepta y se mantiene abierto. Ha puesto el contador a cero, ha soltado prejuicios, im¨¢genes del pasado y sentimientos de culpa.
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