Elija: bancarrota o rescate
La Uni¨®n Europea intenta suavizar el impago de la deuda griega que los economistas ven inevitable
En el mundo perfecto imaginado por Berl¨ªn y el resto de l¨ªderes europeos, el gigantesco bazoca aprobado hace ya un a?o -750.000 millones para sofocar el incendio fiscal de la eurozona- era m¨¢s que suficiente para salvar de la quema a los pa¨ªses con problemas y fulminar a los especuladores, a la manada de lobos que apuestan contra el euro. Pero hay fuegos -y lobos- dif¨ªciles de liquidar. El rescate fracas¨® en Grecia y el contagio hizo caer a Irlanda y Portugal. La siguiente ficha de ese domin¨® ten¨ªa que ser Espa?a, pero de momento el juego vuelve a la casilla inicial: los sucesivos y cada vez m¨¢s duros planes de austeridad de Grecia no detienen la sangr¨ªa, la deuda sube, la recesi¨®n se agrava, la tensi¨®n social se dispara ("?ladrones, ladrones!", gritan a diario miles de personas frente al Parlamento, en la plaza Syntagma) y Atenas necesita al menos un segundo rescate. M¨¢s dinero. Aunque tal vez eso no sea suficiente: algo parecido a una suspensi¨®n de pagos de la deuda griega gana fuerza en Europa.
Los economistas ven imposible que Grecia pueda hacer frente a su deuda
Bruselas y el BCE temen que el impago genere un efecto domin¨®
Bruselas busca que la banca participe voluntariamente en la reestructuraci¨®n
La UE exigir¨¢ m¨¢s austeridad a Atenas a cambio de dar nuevas ayudas
Eso s¨ª, con un lenguaje mucho m¨¢s elegante que el desagradable y tradicional impago, algo familiar en el segundo y tercer mundo, y por lo tanto un perfecto tab¨² en la vieja Europa. Pol¨ªticos y economistas hablan de reestructurar, reesquematizar, incluso reperfilar la deuda griega. Al final, pese a las extravagancias ling¨¹¨ªsticas, se trata de la misma idea: la imposibilidad de un pa¨ªs de servir al menos una parte de su deuda, y por tanto la ocasi¨®n de que el sector privado (en este caso b¨¢sicamente la banca, que posee la inmensa mayor¨ªa de los bonos de los pa¨ªses con problemas) cargue con parte de la factura.
"Grecia no puede pagar. Es imposible, se pongan como se pongan Bruselas, Par¨ªs, Berl¨ªn y el Banco Central Europeo", asegura el historiador econ¨®mico Barry Eichengreen desde Berkeley, California. Exactamente lo mismo, con distinto ¨¦nfasis, expresa el resto de economistas consultados para este reportaje, adem¨¢s de la pr¨¢ctica totalidad de la gran banca internacional y ese ente amorfo y semidesconocido que solemos llamar mercado, que hace tiempo que descuenta para la deuda de Grecia intereses de derribo; de quiebra. Y exactamente lo contrario sosten¨ªan el BCE, el FMI y la Comisi¨®n Europea, la troika que eval¨²a constantemente la situaci¨®n del pa¨ªs hel¨¦nico. Hasta hace apenas unos d¨ªas.
Una reestructuraci¨®n de la deuda griega "no est¨¢ sobre la mesa" (Jean-Claude Trichet, presidente del BCE). "Ser¨ªa catastr¨®fica" (Christine Lagarde, ministra de Finanzas francesa y m¨¢xima candidata a dirigir el FMI). "Crear¨ªa riesgos potencialmente incalculables" (J¨¹rgen Stark, economista jefe del BCE). Y la opini¨®n definitiva: "Ser¨ªa un nuevo Lehman Brothers", profetiz¨® hace dos semanas el ministro de Finanzas alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble. Suena extra?o, pero Sch?uble y Berl¨ªn han sido capaces de sostener una tesis y su contraria en funci¨®n de c¨¢lculos puramente pol¨ªticos: Alemania sugiri¨® en su d¨ªa la idea de una reestructuraci¨®n suave, el eufemismo preferido para una suspensi¨®n de pagos parcial -ampliando los plazos de devoluci¨®n o recortando los tipos de inter¨¦s- que sigue estando estigmatizada en Europa. Despu¨¦s se vio obligada a rechazar esa idea ante la presi¨®n del BCE, pero la tormenta ya estaba desatada en los mercados, siempre c¨®modos en esos arreones. El rumor ha ido ganando verosimilitud en medio de esa cacofon¨ªa de voces que es ¨²ltimamente la eurozona. Hasta el punto de que ya ni siquiera el banco central est¨¢ en contra de alguna forma de reestructurar en Grecia: "Siempre hemos entendido la participaci¨®n del sector privado [en la reestructuraci¨®n de la deuda] como una posibilidad", dijo el jueves el vicepresidente del Eurobanco, Vitor Constancio.
Siempre es una palabra que no deber¨ªa estar permitida a los hombres, dec¨ªa Borges. En realidad, el BCE se ha opuesto rotundamente -hasta ahora- a la reestructuraci¨®n con muy buenas, con excelentes razones: el miedo a que eso abra la puerta a otras reestructuraciones en Irlanda y Portugal, el miedo a los ataques en los mercados a toda la deuda perif¨¦rica e incluso a la de pa¨ªses como Espa?a e Italia, el miedo a que eso aminore la fuerza de los planes de austeridad, el miedo a desestabilizar la banca (y no solo en Francia y Alemania: tambi¨¦n en Grecia, Irlanda y Portugal), "pero sobre todo la sospecha de que no es f¨¢cil que los bancos asuman p¨¦rdidas y el temor a que eso desate una enorme tensi¨®n en el mercado de seguros de impago de deuda p¨²blica (CDS) y nadie sepa qu¨¦ puede suceder entonces"; todo eso explica el tono a veces hist¨¦rico del BCE, explica Eichengreen, firme partidario de una reestructuraci¨®n ordenada.
Ordenada es la palabra clave, aunque no parece sencillo conseguir ese orden a la hora de reestructurar. "Las autoridades europeas tienen la tentaci¨®n de posponer lo inevitable con el opio de m¨¢s fondos p¨²blicos para Grecia", advierte Carmen Reinhart, del Peterson Institute, que a?ade: "Esa resistencia, esa negaci¨®n de la realidad, no hace m¨¢s que echar a rodar monta?a abajo una bola de nieve: la deuda de Grecia no va a dejar de aumentar y son los bancos griegos quienes m¨¢s van a sufrir las consecuencias, porque las entidades alemanas y francesas llevan meses reduciendo su exposici¨®n al pa¨ªs. Puede que un nuevo rescate calme a los mercados a corto plazo y Europa gane tiempo para posponer una quita que es dif¨ªcil de explicar y que al final requerir¨¢ m¨¢s dinero p¨²blico para sostener a los bancos afectados. Pero al final una reestructuraci¨®n es inevitable, y probablemente no solo en Grecia: Irlanda y Portugal son de nuevo los sospechosos habituales".
Los bancos que concentran la deuda de esos pa¨ªses (las entidades espa?olas est¨¢n libres de sospecha en Grecia e Irlanda, pero no en Portugal) son los que pueden sufrir con la reestructuraci¨®n. Probablemente necesitar¨¢n m¨¢s fondos p¨²blicos para evitar problemas: una vez m¨¢s, esa vieja historia del sector p¨²blico al rescate. Tom¨¢s Bali?o, exsubdirector del FMI, avisa de las dobleces de ese argumento que pone el ¨¦nfasis en que al final el sector privado compartir¨¢ las p¨¦rdidas: "Ese sector privado son los bancos, y si hay reestructuraci¨®n las entidades financieras van a necesitar m¨¢s dinero. Inyectar m¨¢s fondos p¨²blicos en los bancos no va a ser f¨¢cil de explicar a los contribuyentes. De ah¨ª el inter¨¦s por esperar un poco m¨¢s a que las entidades m¨¢s expuestas a Grecia, Irlanda y Portugal se rearmen. Aunque tambi¨¦n puede que al final no haya una quita y los contribuyentes paguen todos los platos rotos, como tantas otras veces".
Tanto un nuevo rescate como un impago parcial son malas noticias: algo as¨ª como escoger entre lo malo y lo peor. Lo m¨¢s probable es que al final la eurozona y Grecia arbitren una soluci¨®n combinada: m¨¢s ayuda para Grecia a cambio de nuevas medidas de austeridad -que incluyen privatizaciones pr¨¢cticamente forzosas- m¨¢s un canje voluntario de la deuda griega en manos de la banca por nuevos bonos para prorrogar los vencimientos. En otras palabras: un c¨®ctel de m¨¢s recortes y reestructuraci¨®n suave que no da?e a la banca; la falta de consenso en Europa no permite ir m¨¢s all¨¢ en estos momentos. "Pero eso, en definitiva, supone contemporizar una vez m¨¢s, poner un parche para un boquete serio. La soluci¨®n definitiva solo puede llegar si Alemania se presta a tomar decisiones dif¨ªciles. Y no veo ese liderazgo capaz de trazar una l¨ªnea en la arena", advierte Ken Rogoff, execonomista jefe del FMI.
Esa es una cr¨ªtica recurrente en la interminable crisis del euro: la falta de liderazgo. Es una cr¨ªtica injusta: "Hay un liderazgo claro y est¨¢ en funci¨®n de los intereses electorales de Alemania", asegura el economista griego Costas Lapavitsas, que cita ejemplos como el retraso del rescate a Grecia en mayo de 2010 y la situaci¨®n de indefinici¨®n actual, con la canciller Angela Merkel perdiendo peso pol¨ªtico en varios l?nder. En Alemania habr¨¢ presidenciales en 2013. Tal vez demasiado tarde; demasiado lejos como para esperar un golpe de mano contundente.
"La tendencia en Europa es siempre la patada hacia delante, consiste en retrasar las soluciones definitivas tanto como sea posible para ganar tiempo. No hay l¨ªderes: Alemania sigue desaparecida. Si todo el mundo sabe que Europa necesita m¨¢s uni¨®n pol¨ªtica, incluyendo una pol¨ªtica fiscal ¨²nica y la emisi¨®n de Eurobonos, Berl¨ªn lo ¨²nico que decreta es esa estrategia de imponer m¨¢s y m¨¢s austeridad", ataca Dani Rodrik desde Harvard. En ese sentido, las ¨²ltimas propuestas para Grecia rayan la humillaci¨®n: una agencia europea que controle las privatizaciones y la recaudaci¨®n de impuestos es una acusaci¨®n velada de incapacidad hacia Atenas. "Condiciones m¨¢s y m¨¢s duras agradar¨¢n al electorado alem¨¢n, pero son econ¨®micamente muy destructivas. Las recetas impuestas a Grecia impiden la recuperaci¨®n de su econom¨ªa. En realidad, todo esto ha dejado de ser un problema econ¨®mico para convertirse en un problema pol¨ªtico, con intereses enfrentados: Alemania quiere proteger a sus bancos y a sus contribuyentes. Y en esas condiciones, Grecia est¨¢ condenada a no salir del pozo", avisa el economista Charles Wyplosz, de visita en Madrid esta semana.
Ni uno solo de los expertos consultados lo ve claro. Eichengreen asegura que Alemania parece decidida a nombrar "un general" para poner firmes a Grecia. Lapavitsas sospecha que al final toda la crisis procede de la decisi¨®n de la eurozona de evitar a toda costa impactos sobre la banca: "La Uni¨®n sacrifica los intereses de los griegos a los intereses de los bancos". Las condiciones del rescate a Grecia son m¨¢s y m¨¢s duras: aun as¨ª no se atisba la salida del t¨²nel. Lo ¨²nico que crece en Grecia es la deuda y la tensi¨®n social. Hay que conocer la historia para escapar de ella: tras la I Guerra Mundial, un joven economista llamado John Maynard Keynes asegur¨® que las enormes cargas impuestas a Alemania como compensaci¨®n por el conflicto pod¨ªan tener sombr¨ªas consecuencias. Hitler acab¨® ascendiendo al poder tras una ¨¦poca de graves dificultades econ¨®micas: uno de sus primeros actos al asumir el poder en enero de 1933 fue declarar que Alemania no pagar¨ªa a sus acreedores extranjeros. Eso no es exactamente una reestructuraci¨®n suave. En fin, la historia no se repite, pero a veces rima. "Y esta vez nos recuerda que estamos jugando con fuego", cierra el historiador Kevin O'Rourke desde Dubl¨ªn.
Brady en la UE
"Dieciocho pa¨ªses reestructuraron su deuda en Latinoam¨¦rica y Asia en los a?os noventa: ninguno de ellos ha desaparecido, creo", ironiza el secretario general Iberoamericano, Enrique V. Iglesias, uno de los pilotos de ese proceso desde la presidencia del BID. Esos pa¨ªses acometieron primero un plan Baker
("un ajuste sobre la base de dar recursos a los pa¨ªses para sostener sus sistemas financieros"), pero no fue hasta finales de los ochenta cuando se asumi¨® que los Gobiernos no pod¨ªan pagar. Entonces lleg¨® el
plan Brady
: dise?ado por el secretario del Tesoro de EE UU, Nicholas Brady -y con el apoyo inestimable de Jap¨®n-, supuso "iniciar atrevidas reformas, ajustes fiscales y sobre todo solucionar el problema de la deuda con los
bonos Brady
, que se canjeaban por los t¨ªtulos en poder de los bancos, siempre con acuerdos voluntarios", resume Iglesias, que ve cierto parecido con la actual situaci¨®n de la eurozona. Pero tambi¨¦n diferencias: "En Am¨¦rica hubo m¨¢s determinaci¨®n para hacer frente al problema y todos esos pa¨ªses salieron de la crisis a gran velocidad; en Europa solo veo ganas de ganar tiempo. En alg¨²n momento va a ser necesario tomar decisiones de ese calibre". El economista Edward Hugh a?ade que el ¨²nico principio de la eurozona "parece el de minimizar los da?os, en lugar de buscar soluciones ambiciosas". "En parte es comprensible: en los a?os ochenta no hab¨ªa CDS, ahora una reestructuraci¨®n es algo as¨ª como abrir la caja de Pandora", cierra Hugh. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.