Un sainete c¨¢ustico y corrosivo
El grupo andaluz de culto La Zaranda oficia en el Teatro Espa?ol su ¨²ltimo ceremonial esc¨¦nico: 'Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros'
El Teatro Inestable de Andaluc¨ªa La Baja es conocido internacionalmente, m¨¢s a¨²n que en Espa?a, como La Zaranda. Regresan con su nueva producci¨®n, Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros, un "sainete espectral" sobre las miserias humanas ante la muerte, a uno de los espacios donde ha sido acogido el grupo en los ¨²ltimos a?os que ha visitado Madrid: el Teatro Espa?ol, donde estar¨¢n del 9 al 26 de junio con su ritual tel¨²rico y fantasmag¨®rico, por primera vez desde que les dieron en 2010 el Premio Nacional de Teatro. Seg¨²n sus componentes, el galard¨®n sirve, sobre todo, "para alegrar a mucha gente que no conocemos y que no ha parado de escribirnos, desde Espa?a y desde muchos puntos de Am¨¦rica. Gente que sent¨ªa este premio como suyo". De ah¨ª que ellos entiendan que es como si fuera "dado por el pueblo espa?ol, otorgado por unos profesionales [se refieren al jurado] y simplemente entregado por unos pol¨ªticos". Por lo dem¨¢s aseguran que no va a cambiar nada en su manera de concebir el teatro: "No ha servido para que nos manoseen los pol¨ªticos, ni para estimular la vanidad, estamos ya muy lejos de eso".
Es la primera vez que est¨¢n en Madrid tras ganar el Premio Nacional de Teatro
Sus seguidores terminan convertidos en aut¨¦nticos creyentes
Un grupo at¨ªpico este de La Zaranda. De culto, con seguidores que terminan convertidos en aut¨¦nticos creyentes de su teatro... Y esperp¨¦ntico en todos los sentidos: del escenario hacia fuera y hacia dentro, hacia las entra?as de cada uno de los miembros de esta compa?¨ªa liderada por Paco de la Zaranda, un personaje valleinclanesco capaz de abducir a sus personajes. Cuenta con un autor de cabecera que impregna con su personal y minimalista po¨¦tica la dramaturgia de todos los montajes, mejor dicho, ceremoniales, de este ins¨®lito grupo con tres hipnotizantes actores, o quiz¨¢ oficiantes: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y el propio director.
Parece ser que Nadie lo quiere creer (que tras su estreno en el 2010 apenas se ha visto en Espa?a) no es un escal¨®n m¨¢s en la trayectoria de La Zaranda, porque no est¨¢ claro que se dirijan hacia ning¨²n sitio. "Nuestra trayectoria se inicia con cada nueva obra, en nosotros nunca hubo nada previamente trazado. Quiz¨¢ ahora el intento por atraer gente al teatro sea m¨¢s acusado, el epatar al p¨²blico que fue el juego de las vanguardias del XX, ya no tiene sentido porque ya no hay p¨²blico, sino unas parroquias en seg¨²n qu¨¦ festivales. Ahora urge edificar sobre las ruinas, buscar de nuevo al pueblo, al que siempre se dirigi¨® el teatro, sustraerlo de esa terrible mass media, esa incultura de masas, gris y populachera", se?ala Calonge, quien acepta que inconscientemente esta es una obra que busca ese rescate, ese reencuentro "con el molde de ese g¨¦nero, por popular, despreciado en las falsas ¨¦lites teatrales". Lo que presentan es la realidad en clave de sainete: "La risa es un resorte espont¨¢neo y el baremo m¨¢s r¨¢pido para establecer una conexi¨®n con el espectador. Puede ser muy c¨¢ustico, muy corrosivo, y muy punzante al ser creado desde nuestro sentido aleg¨®rico y po¨¦tico del teatro", apunta el dramaturgo e iluminador del montaje.
Tanto ¨¦l como el director sostienen que el teatro no puede dejar de ser un rito: "El origen del teatro es anterior a la escritura, el rito no es una forma de hablar sino de actuar, y esta acci¨®n no es propia sino revelada. La del teatro es una escritura hecha para verse, y para verse m¨¢s all¨¢ de una experiencia meramente ¨®ptica", dicen.
El grupo, considerado casi sagrado en Am¨¦rica, no tiene tantos devotos en su propio pa¨ªs: "Nunca hicimos las Am¨¦ricas, sino que las Am¨¦ricas nos hicieron a nosotros. En una ¨¦poca en que era dif¨ªcil llegar, nosotros conocimos un continente con una fuerza teatral que aqu¨ª no hab¨ªa. Conocimos a gente decisiva en el modo de entender el teatro, nos contagiamos de esa b¨²squeda de poetizaci¨®n en lo cotidiano", dicen de una experiencia americana que repiten anualmente desde hace d¨¦cadas y donde tienen mucho m¨¢s p¨²blico que en Espa?a, algo que atribuyen a que el teatro all¨ª sigue siendo una pasi¨®n ¨²til y no un mero objeto de ocio. "Aqu¨ª no tenemos a todo el p¨²blico pero tenemos al mejor", concluye Calonge al hablar de los espectadores que durante 30 a?os han podido ver trabajos aplaudidos por cr¨ªtica y p¨²blico, como Vinagre de Jerez (1989), Perdonen la tristeza (1992), Cuando la vida eterna se acabe (1997) o Futuros difuntos (2008).
Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros. Teatro Espa?ol. Del 9 al 26 de junio.
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