Media Espa?a muerta de la otra media
"Vivi¨® como un sabio y muri¨® como un h¨¦roe sin que nadie se enterase", dijo Voltaire de su amigo el fil¨®sofo Luc de Clapiers, marqu¨¦s de Vauvenargues, cuyas Reflexiones y m¨¢ximas, traducidas por Manuel Machado, acaba de devolverle a nuestros ojos la editorial Renacimiento y que Juan Urbano, siempre dispuesto a cruzar el puente que va de los libros a la realidad cuando uno sabe leerlos, considera una lectura muy apropiada para estos tiempos que corren mientras nosotros los perseguimos, en la mayor parte de los casos sin lograr darles alcance, porque en eso consiste este capitalismo voraz cuyo anzuelo nos hemos tragado, en mover el futuro de sitio para que nunca podamos llegar a ¨¦l del todo.
El Caudillo golpista crey¨® merecer la inmortalidad y el monasterio que se construy¨® en Cuelgamuros
"El comercio es la escuela del enga?o", dice Vauvenargues, y luego a?ade algo estremecedor si lo lees como si fuera un espejo: "La servidumbre envilece a los hombres hasta el punto de lograr que la amen." De eso sab¨ªamos demasiado en la Espa?a del Funeral¨ªsimo como para que algunos nos lo quieran hacer olvidar, y para recordarlo no hay m¨¢s que leer el libro que yo le¨ªa mientras Juan Urbano estaba con las Reflexiones y m¨¢ximas de Vauvenargues, que era la segunda parte de la biograf¨ªa de Luis Cernuda escrita por Antonio Rivero y publicada por Tusquets, porque ah¨ª se reproduce una carta del autor de La realidad y el deseo a su amiga Concha de Albornoz, que da escalofr¨ªos leer: "Todo aquello de 'la funesta man¨ªa de pensar', 'la soberbia de la raz¨®n' y 'muera la inteligencia', da sus frutos. Gald¨®s lo preve¨ªa y Larra tambi¨¦n: 'Aqu¨ª yace media Espa?a; muri¨® de la otra media.' ?Hubo jam¨¢s pueblo alguno que gritara eso de 'vivan las cadenas'? Pues ya las tienen. Ya pueden vivir tranquilos".
Juan Urbano y yo sumamos las sentencias de Vauvenargues con esas frases terribles de Cernuda, dichas desde el exilio y con la amargura del que sabe que no va a volver, y acabamos volviendo del poeta sevillano y del moralista franc¨¦s a los peri¨®dicos de hoy, donde un grupo de historiadores discuten, por encargo del Gobierno, qu¨¦ hacer con el Valle de los Ca¨ªdos, la necr¨®polis que se hizo a s¨ª mismo el dictador tal vez convencido de que, como dice el autor de las Reflexiones y m¨¢ximas que tanto le gustan a Juan Urbano, "para emprender grandes obras hay que creer que no se va a morir jam¨¢s", y el Caudillo golpista estaba seguro de las dos cosas, de merecer la inmortalidad y de estarse construyendo en Cuelgamuros el monasterio de El Escorial que se hab¨ªa ganado: "El que busca la gloria por la virtud solo pide lo que merece", escribe Vauvenargues a quien ¨¦l no ley¨®, porque no le¨ªa a nadie, pero se lo ve¨ªa venir.
Los partidarios de la Memoria Hist¨®rica creemos lo que creen algunos de los especialistas que discuten qu¨¦ hacer con el Valle de los Ca¨ªdos, que hay que sacar de ah¨ª al general golpista y entreg¨¢rselo a su familia, lo mismo que habr¨ªa que hacer con los republicanos que est¨¢n enterrados all¨ª ilegalmente, pues se trata de personas asesinadas, arrojadas a una fosa com¨²n y veinte a?os m¨¢s tarde llevadas en secreto a las criptas de Cuelgamuros.
Once familiares de esas v¨ªctimas, por ahora, han reclamado los restos de sus parientes, y lo ¨²nico que han conseguido es que se r¨ªan de ellos dici¨¦ndoles que hay mucha humedad en el monumento y que eso har¨ªa imposible la identificaci¨®n de los osarios: miren ustedes, vivimos en un mundo en el que se puede reconstruir un dinosaurio a partir de un diente, as¨ª que d¨¦jense de marear la perdiz y escuchen a Vauvenargues: "No se puede ser justo si no se es humano."
En el Valle de los Ca¨ªdos a¨²n yace media Espa?a asesinada por la otra media, y como es el ¨²nico sitio de este pa¨ªs sanamente democr¨¢tico donde esa frase de Larra todav¨ªa es verdad, se hace urgente convertirlo en un centro de estudios de la Guerra Civil, es decir, en un museo de la memoria, que adem¨¢s de ser lo contrario del olvido es lo opuesto a la impunidad. Qui¨¦n le puede tener miedo a eso, hoy d¨ªa, en este pa¨ªs en el que muy probablemente hasta Luis Cernuda habr¨ªa sido feliz.
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