Destellos de la gente corriente
Lydia Davis, escritora casi desconocida en Espa?a, pertenece a ese tipo de escritores a los que se califica de "raros" porque no se sabe bien d¨®nde colocarlos, lo cual es estupendo para ella, pues as¨ª se libra de esos fastidiosos encasillamientos a los que tan proclives son las mentes acad¨¦micas y muchos periodistas culturales. El calificativo que deber¨ªa aplic¨¢rsele es el de "singular", que es lo que aspira a ser todo verdadero escritor vocacional.
Los cuentos de Lydia Davis tampoco responden al esquema habitual. La gran mayor¨ªa son textos cortos y s¨®lo unos cuantos alcanzan a sobrepasar las seis u ocho p¨¢ginas; por lo tanto estar¨ªa dentro de la moda del llamado relato breve, refugio de tantos vagos ingeniosos, si no fuera porque su obra, contemplada cuento a cuento y en conjunto, es una soberbia exposici¨®n de la textura del tejido humano.
Cuentos completos
Lydia Davis
Traducci¨®n de Justo Navarro
Seix Barral. Barcelona, 2011
746 p¨¢ginas. 28 euros
El material del que se nutre Davis es la gente media que vive permanentemente derrotada, necesita un punto de referencia o un anclaje del afecto, cuyo suelo es la inseguridad del hombre y la mujer contempor¨¢neos y cuya memoria est¨¢ llena de sue?os incumplidos y cosas y personas perdidas. Son relatos de la vida corriente, a la que trata de sorprender en busca de una singularidad que, parad¨®jicamente, se encuentra en su vulgaridad. La asombrosa capacidad de Davis para levantar apenas unos cent¨ªmetros la piel de esas personas y situaciones por atisbar lo que hay debajo, lo que verdaderamente late, la desnudez interior, llena estas m¨¢s de setecientas p¨¢ginas de un vigor literario que s¨®lo la mirada de un maestro es capaz de desarrollar. En cierto modo podr¨ªamos considerarlo tem¨¢ticamente monocorde, pues se mueve en un mundo muy peque?o, hasta que descubrimos que ese peque?o mundo es, quiz¨¢, el m¨¢s extenso y representativo de nuestra sociedad actual y que s¨®lo un ojo verdaderamente atento como el de Davis es capaz de diferenciarlo y dotarlo de expresividad. La mirada de Davis opera de manera genial haciendo que la vulgaridad de la vida cotidiana de la gente media atraiga al lector como el destello de una moneda entre la ceniza que, de repente, brillara por un efecto de luz.
Davis no es blanda ni se ahorra dureza o crueldad a la hora de mostrar la vida mediocre, pero busca en ella esa ¨²ltima dignidad del dolor, de la frustraci¨®n, del deseo, de la ternura, de la supervivencia. El asunto general es la neurosis de la vida cotidiana y dom¨¦stica, expresada en muchas formas, a cual m¨¢s aguda y sugerente (Ventosear). A muchos de sus personajes les ocurre lo que a un tal Wassilly, que "iluminado de repente, vio que exist¨ªa una terrible discrepancia entre el concepto que ten¨ªa de s¨ª mismo y la realidad". Sin embargo, en varios cuentos bordea lo fant¨¢stico; otros son fabulaciones e incluso exposiciones morales en forma de relato-comentario (?tica). La f¨¢bula moral (por ejemplo, La casa de atr¨¢s, un relato excepcional) coexiste con el m¨¢s crudo realismo (Dos hermanas o La madre). La criada extrae petr¨®leo de un personaje que es la personificaci¨®n misma de la mediocridad. Algunos textos parecen hacer proposiciones al lector y otros se limitan a establecer una an¨¦cdota, un hecho. Se la ha relacionado con Kafka, lo que es un error a mi modo de ver, salvo que se refieran a los cuentos breves de ¨¦ste; en varios de sus textos cortos recuerda, en cambio, al Cort¨¢zar de los cronopios. Casi siempre escribe en presente y, si hay memoria, recuerdos, es siempre a prop¨®sito del presente; tambi¨¦n utiliza la tercera persona. Todo ello en un estilo muy personal, seco, preciso y c¨®mplice con el lector. A veces la sequedad es tal que los relatos afectados m¨¢s parecen un escrutinio, introspectivo casi siempre.
No se excede en im¨¢genes literarias, pero las que compone son bellas y m¨¢gicas ("una vez fue una chica que entr¨® en la cocina de repente en una r¨¢faga de viento, p¨¢lida, delgada y extra?a, como un pensamiento perdido" o "no s¨®lo las flores blancas agonizan, sino que mujeres viejas caen de las ramas por todas partes"). Hay un relato-resumen de su estilo especialmente atractivo porque mezcla lo dom¨¦stico, la neurosis y la excepci¨®n literaria: Kafka prepara la cena. Y el humor est¨¢ siempre presente, de fondo, seco, penetrante, afilado..., un humor serio.
La lectura deber¨¢ mucho a la cuidada traducci¨®n de Justo Navarro. Mi consejo para una lectura feliz de este libro extraordinario es: termine el d¨ªa, m¨¦tase en la cama; el libro estar¨¢ en la mesilla de noche; lea un solo relato: le absorber¨¢ tanto que seguir¨¢ leyendo otro y luego otro o quiz¨¢s otros. Det¨¦ngase ah¨ª o puede que no duerma en toda la noche. La lucidez produce insomnio. Siga as¨ª hasta que comprenda que un talento excepcional le ha mostrado, para bien y para mal, del env¨¦s nuestro de cada d¨ªa.
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