De la plaza de Tahrir a Sol
El recientemente fallecido Charles Tilly era sin duda el soci¨®logo pol¨ªtico y soci¨®logo hist¨®rico m¨¢s c¨¦lebre de Estados Unidos, como disc¨ªpulo continuador del gran Barrington Moore Jr. y jefe de filas de las diversas escuelas de sociolog¨ªa encabezadas por disc¨ªpulos suyos como Sidney Tarrow que se dedican a la investigaci¨®n de la acci¨®n colectiva, terreno que abri¨® con su seminal From Mobilization to Revolution (1978). Pero sin abandonar su prioritaria dedicaci¨®n al estudio del conflicto pol¨ªtico (los repertorios de la contienda, por citar palabras clave acu?adas por su f¨¦rtil imaginaci¨®n), ¨²ltimamente hab¨ªa centrado su inter¨¦s en los procesos de democratizaci¨®n, tanto hist¨®ricos como contempor¨¢neos. Unos procesos caracterizados por la incertidumbre y la contingencia, s¨®lo analizables con perspectiva relacional o interactiva, y que tanto pueden avanzar hacia la protecci¨®n de los derechos ciudadanos como retroceder hacia la desdemocratizaci¨®n o derivar hacia otros procesos revolucionarios con perspectivas de abierta guerra civil. Es lo que estamos viendo ante nuestros ojos con la sorprendente primavera ¨¢rabe que acaba de iniciarse y que hubiera hecho las delicias tanto cient¨ªficas como pol¨ªticas de Chuck Tilly. A t¨ªtulo p¨®stumo acaban de aparecer entre nosotros las traducciones de dos de sus ¨²ltimas obras, que representan un claro giro en sus estudios sobre la democratizaci¨®n. Y un giro por cuanto centran su atenci¨®n investigadora en lo que pasa por ser uno de los t¨®picos m¨¢s importantes, si es que no el principal, de la sociolog¨ªa pol¨ªtica contempor¨¢nea: el concepto de capital social entendido no como stock (dep¨®sito acumulado de asociaciones voluntarias) sino como flujo (redes o relaciones interactivas de confianza mutua). Como se sabe, este concepto inventado por Coleman y Bourdieu fue popularizado por Robert Putnam, que bajo el patrocinio de Francis Fukuyama (en su obra Trust: confianza) lo elev¨® a la categor¨ªa de fuente generadora tanto del civismo democr¨¢tico como de la prosperidad econ¨®mica. Pero la literatura especializada distingue dos modalidades de capital social: el universalista o positivo, que favorece la estabilizaci¨®n de la democracia, frente al particularista o negativo que la bloquea y pervierte, como ocurre con las redes clientelares, mafiosas o criminales. Pues bien, Charles Tilly le da la vuelta a todo este tipo de argumentaci¨®n. Y aunque tambi¨¦n hace de las redes de confianza el principal motor de la democratizaci¨®n, no por eso las considera una suerte de cemento consensual y cohesivo, como suelen hacer los expertos acad¨¦micos, sino por el contrario un fermento contencioso de resistencia contra la dominaci¨®n y de abierta reivindicaci¨®n colectiva. De ah¨ª que no distinga entre redes positivas y negativas (o antisistema), como hacen los especialistas conservadores, sino entre redes segregadas, de defensa contra la dominaci¨®n, y redes integradas, una vez que conquistan el derecho a ser incluidas en los acuerdos de distribuci¨®n del poder. Y es esta perspectiva relacional y contenciosa de las redes de confianza la que mejor puede ser aplicada para explicar tanto la primavera ¨¢rabe como la reciente primavera espa?ola (movilizaci¨®n del 15 de mayo por la "DemocraciaRealYa" y acampada de los indignados en la Puerta del Sol), puesto que ambas primaveras han emergido precisamente como redes de confianza democratizadora.
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