Carlos Monsiv¨¢is, el cronista
Hace a?os que no leo novelas", me dijo con cierto desd¨¦n.
-?Por qu¨¦?
-Porque no tengo tiempo. Tambi¨¦n a ti, Elena, te gusta ver a los dem¨¢s, observarlos, caminar a su lado en la calle.
?Sab¨ªa Monsiv¨¢is que no ten¨ªa tiempo? No. Ninguno de nosotros lo sabe y si lo sabe lo calla. Un mes antes de ingresar al hospital, Monsi le pregunt¨® (como lo har¨ªa un ni?o) al doctor Gustavo Reyes Ter¨¢n: "?Me voy a morir?". "Si no te cuidas, te quedar¨¢n dos, tres, quiz¨¢ cuatro a?os". ?Por qu¨¦ ten¨ªa fibrosis pulmonar un hombre que ni fumaba, ni beb¨ªa y adem¨¢s hab¨ªa sido un estupendo nadador desde ni?o? Su madre, Ester, era campeona y llevaba a Carlos Pascual Aceves Monsiv¨¢is a la YMCA y al poco rato el muchacho atravesaba cinco veces sin cansarse la alberca ol¨ªmpica techada. (Pocos saben de esas y otras proezas de Monsi pero yo s¨ª, no porque ¨¦l las presumiera sino porque fui amiga de su mam¨¢ Ester).
"Sin mis libros me ser¨ªa imposible vivir y sin mis gatos tambi¨¦n. Los libros no a¨²llan ni los gatos proporcionan sabidur¨ªa, no podr¨ªa elegir. Preferir¨ªa entonces vivir sin m¨ª"
Acerado, brillante, horriblemente mordaz y maldito en sus juicios, Monsiv¨¢is escribi¨® nuestra historia y sin ¨¦l ya no sabemos cu¨¢les son nuestros 'D¨ªas de guardar'
Al salir del agua, despu¨¦s de la felicitaci¨®n del maestro, Monsiv¨¢is le¨ªa a Virgilio y a Homero con los pies metidos en la alberca.
?Novelas en M¨¦xico cuando todos los d¨ªas amanecemos a una odisea? ?O no es novela leer del asesinato del joven Luis Donaldo Colosio, el candidato del partido oficial, el 23 de marzo de 1994 y a los pocos meses de la muerte tr¨¢gica de su esposa Diana Laura a la que el c¨¢ncer fue adelgazando hasta dejarla en un hilito? ?No es novela el asesinato del cardenal Posadas en Guadalajara el 24 de mayo de 1993? ?No es novela la vida de la Reina del Sur de la que ya Arturo P¨¦rez-Reverte dio constancia con tanto lujo de detalles que se volvi¨® una serie televisiva? ?No es novela que la agencia FBI de Estados Unidos sea quien asesore a la polic¨ªa mexicana en su combate contra el crimen organizado? ?No es novela que en las monta?as del sureste de M¨¦xico se levante en armas un segundo Che Guevara que confronta con sus fusiles y sus arengas a toda la podredumbre de los Gobiernos emanados de la Revoluci¨®n Mexicana? ?No es novela que el expresidente de M¨¦xico Vicente Fox no pueda ni decir el nombre del escritor Jorge Luis Borges y lo apellide Borgues y a la semana a?ada a guisa de disculpa que "cualquiera puede cometer un lapsus biling¨¹e"?
?Escribir novelas para qu¨¦? M¨¦xico amanec¨ªa y amanece a telenovelas muy superiores a cualquier cosa que un novelista podr¨ªa inventar, a una realidad avasalladora y risible, al drama ¨ªntimo de un pa¨ªs que hace agua. Monsiv¨¢is con su b¨¢rbaro sentido cr¨ªtico hab¨ªa descubierto hace a?os sus intrigas partidistas, sus mentiras paseadas en todas las antesalas, sus pasadizos secretos, sus est¨²pidos di¨¢logos, sus conclusiones mezquinas y hab¨ªa adivinado el desenlace. Ya ten¨ªa muy claro c¨®mo lo escribir¨ªa para que nosotros pudi¨¦ramos leerlo y convertirlo m¨¢s tarde en materia memorable.
Recorrer calles, ponerse de pie en las plazas p¨²blicas, subirse al metro y a los autobuses, saberlo todo de los transportes colectivos y de los rumbos populares de M¨¦xico, observar a los pol¨ªticos y hacer picadillo a gobernadores de Estado, senadores y diputados, solidarizarse con los j¨®venes que bailan y se ponen hasta atr¨¢s en los hoyos fonki y a las ni?as domingueras en el California Dancing Club, tomar notas mentales pero tambi¨¦n apuntar frases, actitudes, reflexiones en una libreta azul de tapas de cart¨®n, era la parte m¨¢s importante de la vida diaria de Monsiv¨¢is. Con mucha raz¨®n, Adolfo Casta?¨®n lo consideraba una agencia de noticias y lo llam¨® "el ¨²ltimo escritor p¨²blico". "Preg¨²ntale a Monsi", nos aconsej¨¢bamos. "El que est¨¢ enterado es Monsi". "Nadie sabe lo que Monsi". "Esto, Monsi ya lo analiz¨®". Viajar a Ciudad Ju¨¢rez para denunciar el asesinato de j¨®venes mujeres, tomar otro avi¨®n rumbo a Hermosillo para solidarizarse con los padres de los 44 ni?os quemados en la guarder¨ªa ABC, salir en la madrugada a recoger los testimonios de los heridos por la explosi¨®n de gas de San Juanico, permanecer treinta d¨ªas en la calle despu¨¦s del terremoto del a?o 1985 result¨® ser s¨®lo la continuaci¨®n de su primera huelga de hambre para apoyar a los maestros en 1958 al lado de Jos¨¦ Emilio Pacheco y Juan de la Cabada, su primera marcha en 1954 en la que vio a Diego Rivera empujar la silla de ruedas de una Frida Kahlo a dos d¨ªas de su muerte ya sin joyas y con la cabeza envuelta en una pa?oleta para protestar contra el golpe de la CIA contra Jacobo Arbenz y la invasi¨®n de los paracaidistas norteamericanos en lo que llaman a¨²n "Guatemala city". De esa marcha, Monsi hizo su primera cr¨®nica en un peri¨®dico preparatoriano y con el arranque de esa marcha sali¨® tambi¨¦n su capacidad de rese?ar y sobre todo analizar cualquier acontecimiento pol¨ªtico o cultural que le pusieran enfrente.
Las tareas morales de Monsi, sus diez en civismo, lo hicieron el cronista de un M¨¦xico que es dif¨ªcil concebir sin ¨¦l. Acerado, brillante, horriblemente mordaz y maldito en sus juicios, Monsiv¨¢is escribi¨® nuestra historia y sin ¨¦l ya no sabemos cu¨¢les son nuestros D¨ªas de guardar y tampoco qui¨¦n seguir¨¢ escribiendo las cr¨®nicas de una sociedad que se organiza.
Sin Monsiv¨¢is perdemos la sustentaci¨®n cultural de nuestros movimientos sociales, de nuestras luchas pol¨ªticas, la constancia escrita de los ideales de los j¨®venes y de su hero¨ªsmo. Implacable contra los racistas, los dogm¨¢ticos, los conservadores, los cursis, los corruptos, los hom¨®fobos, los ladrones, Monsiv¨¢is, ni?o libresco si los hay, gran cr¨ªtico de poes¨ªa, se caracteriz¨® por su lucha contra el sida y contra el autoritarismo. Tambi¨¦n fue un cr¨ªtico de la derecha clerical, un defensor del Estado laico que se lanz¨® en contra de la educaci¨®n religiosa en las escuelas p¨²blicas, un luchador por la despenalizaci¨®n del aborto, un feminista. Su entusiasmo por la lucha ind¨ªgena en Chiapas fue enorme y all¨¢ fuimos a ver c¨®mo se elaboraban los Acuerdos de San Andr¨¦s. M¨¢s tarde conden¨® los ataques terroristas de los Vascos y consider¨® al candidato de la izquierda Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador una referencia fundamental en la esperanza democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs.
"Lo que me interesa de la izquierda" -le respondi¨® al periodista Jorge Ricardo de Reforma- "es que sea cr¨ªtica, que no admire incondicionalmente la dictadura de Fidel Castro, que sit¨²e en perspectiva el autoritarismo con frecuencia inadmisible de Hugo Ch¨¢vez, que se oponga a la derecha, que denuncie sin tregua a la corrupci¨®n, que saque conclusiones del fracaso del socialismo real, que sea antirracista a fondo, que no sea nacionalista pero que s¨ª defienda los intereses nacionales, que se oponga a la desigualdad, el mayor problema del Pa¨ªs".
Tambi¨¦n pudo responder a su entrevistador: "Sin mis libros me ser¨ªa imposible vivir y sin mis gatos tambi¨¦n. Los libros no a¨²llan ni los gatos proporcionan sabidur¨ªa, por eso no podr¨ªa elegir. Preferir¨ªa entonces vivir sin m¨ª".
Ahora sabemos que los m¨²ltiples homenajes a Monsi por sus setenta a?os ten¨ªan una raz¨®n de ser. Resultaron justos y necesarios un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n durante todo el a?o de 2009. Antes de su muerte, era indispensable que ¨¦l supiera cu¨¢nto lo quer¨ªamos y de qu¨¦ tama?o era nuestra devoci¨®n. El divino pastel de la intelectualidad mexicana s¨®lo se corta para unos cuantos y a Monsi en 2009 le toc¨® una gran, una festiva rebanada.
No es s¨®lo una coincidencia que Monsiv¨¢is muriera al d¨ªa siguiente del premio Nobel Jos¨¦ Saramago, el 18 de junio de 2010. Ambos viajaron juntos a Chiapas y el propio Saramago constat¨® que Monsiv¨¢is, adem¨¢s de solidario con las causas sociales, sab¨ªa todo, todo de todo, todo de pol¨ªtica, todo de arte, todo de poes¨ªa, todo de Pessoa, todo de nuestra identidad nacional y escrib¨ªa de todo como nadie m¨¢s lo ha hecho, ni siquiera su ilustre antecesor Salvador Novo sobre quien Monsiv¨¢is escribi¨® el mejor libro de los que ha escrito: Lo marginal en el centro.
Monsiv¨¢is no s¨®lo fue el cronista de la vida de M¨¦xico durante m¨¢s de cincuenta a?os, tambi¨¦n fue nuestra conciencia nacional.
Los ¨ªdolos a nado. Una antolog¨ªa global. Carlos Monsiv¨¢is. Selecci¨®n y pr¨®logo de Jordi Soler. Debate. Barcelona, 2011. 368 p¨¢ginas. 21,90 euros (electr¨®nico: 14,99).
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