Y por Galicia, ?qu¨¦ tal?
Si anda usted condenado a viajar con frecuencia, se lo habr¨¢n preguntado bastante estos d¨ªas luego que la derecha ganara aqu¨ª, pero sin sunamizar como en el resto de la pen¨ªnsula. La excepci¨®n gallega se convierte en un temazo de conversaci¨®n durante esas impagables horas despilfarradas mientras los pilotos culpan a los controladores de los retrasos, los controladores culpan a AENA y usted ve pasar su vida ante sus ojos como si estuviera siendo abducido ?Es m¨¦rito de la oposici¨®n o d¨¦ficit de la democracia Feijoniana? Interrogan los curiosos. Suele resultar de utilidad ilustrarles con algunas met¨¢foras y -por supuesto- una pregunta; para no traicionar el t¨®pico, algo que en Espa?a suele generar ansiedad.
Populares y socialistas han pactado una reforma de los medios p¨²blicos que no pinta mal
La primera -por reciente- ser¨ªa la met¨¢fora de A Nosa Caixa. Por la galleguidad y la solvencia cambiamos la ley varias veces y fuimos a la guerra contra Madrid y el Banco de Espa?a. ?bamos a extender el sistema financiero gallego hasta el infinito y m¨¢s all¨¢. De repente, saltamos al hiperespacio de la reforma del sistema financiero para que no nos lo reformaran los mercados y entramos en un agujero negro. El silencio era lo ¨²nico audible en la inmensidad del espacio. Mientras los directivos del norte y del sur se peleaban como cyborgs y klingons, la autoridad feijoniana alegaba que eran cosas de la empresa privada donde el buen liberal debe abstenerse de intervenir. La galleguidad apenas era un recuerdo. Hab¨ªa llegado la era de la solvencia.
Pero todo ha cambiado con la irrupci¨®n estrepitosa de Jose Mar¨ªa Castellano envuelto en la leyenda m¨¢gica de Zara. Ofrece una salvaci¨®n donde lo ¨²nico que sabemos es que manda ¨¦l. Pero el presidente liberal y silente ha recuperado el don de la palabra y el gusto por izar la bandera. Justo es reconocer que no ha sido ni mucho menos el ¨²nico en hacer sonar las gaitas. El movimiento es perfecto. Si la jugada Castellano sale bien, viva Galicia. Si la jugada sale mal, nos queda un traidor al pa¨ªs a quien apedrear.
La segunda met¨¢fora la ofrecen los casos de corrupci¨®n en el Igape y Sogama. Ni transparencia, ni contundencia, ni claridad. Todas las virtudes que Feij¨®o acredit¨® durante la campa?a con el caso Carrera, parecen haberse esfumado. Primero titubeos. Luego apelaciones a la presunci¨®n de inocencia mientras se acusaba sin recato al bipartito, alegando eran sucesos de aquellos tiempos de oprobio. Ahora, tras acreditarse que no se trata de fantasmas del pasado y estos muertos est¨¢n muy vivos, transitamos por la fase de negar la evidencia de que contratos, concursos e influencias se gestaron en plena Restauraci¨®n Popular.
La tercera met¨¢fora relata las desgracias de la sanidad. La loca carrera hacia ninguna parte emprendida con el catalogo farmac¨¦utico ha terminado en... ninguna parte. Hasta el Sergas reconoce que se ahorra igual con y sin y la ganancia paga las tiritas. El problema es de mayor cuant¨ªa. No resulta sostenible la oferta de un servicio que padece una demanda perfectamente el¨¢stica. Cu¨¢nta mas se provee, m¨¢s se consume. Pedirle dinero a Madrid trampea para ir tirando, hasta que gobiernen los nuestros. Entonces, solo nos quedar¨¢ Angela Merkel para reclamar.
La cuarta met¨¢fora la componen el reestreno de Feij¨®o en el papel protagonista del hombre que pudo reinar, pero prefiri¨® irse de ministro a Madrid. Unas ganas de salir corriendo solo comprensibles si se atiende a los an¨¢lisis de resultados por parte de socialistas y nacionalistas. En ellos, Feij¨®o es un "chai?as" que no sabe lo que se le viene encima. La derrota popular es cuesti¨®n de tiempo, solo nos falta saber cu¨¢nto. Terminado el relatorio metaf¨®rico, plant¨¦ele a su interlocutor la pregunta del gallego: alguien que gobierna de esa guisa ?suma o resta votos?
Si su interlocutor persiste en su inter¨¦s y pregunta por el futuro, resp¨®ndale que no est¨¢ escrito, pero que no todo son desgracias. Tambi¨¦n hay buenas noticias. Populares y socialistas han pactado una reforma de los medios p¨²blicos que no pinta mal. Incluso los nacionalistas les ha hecho el favor de bajarse del acuerdo en nombre de razones indescifrables. Es como una especie de happening fin de fiesta electoral. Por si quedaba alguna duda de que esto de gobernar es cosa de dos.
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