Gargamel
Dos signos del Apocalipsis amenazan nuestra vida cotidiana -y no, no es la llegada de Bildu y el PP al poder en muchos ayuntamientos-. En primer lugar, los compradores de tabaco sufrimos una agresi¨®n a¨²n mayor que la prohibici¨®n de fumar en los bares, las nuevas cajetillas con fotograf¨ªas gore y el inminente subid¨®n de precio: se nos piden por la calle m¨¢s cigarrillos que nunca. En los viejos tiempos alguien se te acercaba de vez en cuando con el gesto de dos dedos cerca de la boca reclamando un pitillo, pero ¨²ltimamente la frecuencia de este fen¨®meno adquiere proporciones muy llamativas. Y lo que m¨¢s molesta es que no se lo enciendan al momento, sino que ves que se lo guardan en el bolsillo. Cosas de la crisis, supongo. Muchos no dejan de fumar; directamente dejan de comprar.
El otro signo de que el mundo tal y lo conocemos termina pasa por las salas de cine. Y no me refiero al cierre de cines, ni a la bajada de espectadores, sino a que parece que es normal e incluso est¨¢ bien visto que el p¨²blico hable durante la proyecci¨®n. Si pides silencio a la charlatana pareja de la butaca de al lado, su reacci¨®n natural no es callarse, sino mirarte como si estuvieras loco y exigieras algo extravagante. Estamos tan habituados a ver la tele en casa y comentar la jugada en tiempo real que ya creemos que ir al cine es ir a un sal¨®n m¨¢s grande con un plasma con m¨¢s pulgadas.
El refugio para un dinosaurio que no soporta el ruido de las palomitas ni las apostillas del espectador ser¨ªa una sala de versi¨®n original, pero os aseguro que esos lugares son incluso peores. No hay murmullos constantes ni pl¨¢stico de envoltorios de caramelo pero all¨ª campa un esnobismo de baja estofa. Creo que lo entender¨¢n con un ejemplo. Pase de Midnight in Paris, la ¨²ltima pel¨ªcula de Woody Allen. Ojo, que desvelar¨¦ cosas del argumento que destrozar¨¢n las sorpresas si no la han visto. El protagonista es un escritor que viaja en el tiempo al Par¨ªs de los a?os veinte y se codea con Scott Fitzgerald, Matisse, Picasso... El 98% de los chistes de la pel¨ªcula consiste en ver al prota encontrarse con ellos y Bu?uel, Dal¨ª, Man Ray, Gertrude Stein... Siempre he pensado que lo bueno de la comedia es que genera una risa espont¨¢nea y sincera en el espectador, pero el otro d¨ªa en el cine me rodeaba una risa falsa, forzada, pedante. Aparec¨ªa un tipo en pantalla, dec¨ªa "Hola, soy Ernst Hemingway" y el p¨²blico se mondaba de risa. Sabemos qui¨¦n es Hemingway, luego nos re¨ªmos. La l¨®gica es aplastante.
Aunque pens¨¢ndolo bien quiz¨¢s lo que acabo de contar no es un signo del Apocalipsis, sino que simplemente me estoy convirtiendo en un cascarrabias. S¨ª, era eso. Cada d¨ªa me parezco m¨¢s a Gargamel.
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