Espa?a en Libia: ?m¨¢s madera?
En la escena cumbre de Los Hermanos Marx en el Oeste, Groucho pide "m¨¢s madera" para llevar el tren a su destino, aunque sea a costa de destrozarlo emple¨¢ndolo como combustible. En Libia, tres meses y 15.000 muertos despu¨¦s, la OTAN parece dispuesta a actuar del mismo modo, forzando a los 18 miembros de la coalici¨®n que dirige a que empleen m¨¢s medios para derrotar a Muamar el Gadafi. Una vez que se ha comprobado tanto la voluntad del dictador por aferrarse al poder como la incapacidad de los rebeldes para expulsarlo por la fuerza, la comunidad internacional se ha metido en un callej¨®n que solo plantea como salida posible incrementar la apuesta militar para evitar, como sea, que Gadafi salga pol¨ªticamente vivo de esta crisis.
La comunidad internacional solo plantea un incremento militar para desalojar a Gadafi
A estas alturas muchos prefieren olvidar que las Resoluciones 1970 y 1973 se aprobaron para evitar la masacre de civiles desarmados y responder a una seria crisis humanitaria. Tambi¨¦n les conviene ocultar que su marco de actuaci¨®n se circunscrib¨ªa a garantizar el embargo de armas a todos los combatientes, la imposici¨®n de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea y la protecci¨®n de civiles, mientras se exclu¨ªa la intervenci¨®n terrestre como instrumento y la ca¨ªda del r¨¦gimen (por muy impresentable que fuera) como objetivo. Por el contrario, y en un proceso que ha llevado a las fuerzas extranjeras a convertirse en el componente a¨¦reo de uno de los bandos combatientes, se pretende presentar la entrega de armas a los rebeldes, el asesoramiento militar sobre el terreno y el ataque a objetivos que nada tienen que ver con la amenaza a civiles como tareas amparadas por dichas Resoluciones.
Dado que ni siquiera as¨ª se est¨¢ logrando inclinar la balanza a favor de los rebeldes -aunque el tiempo comienza a correr en contra de Gadafi-, el gui¨®n aliado impone ahora la entrada en acci¨®n de los helic¨®pteros de ataque -cuatro Apache brit¨¢nicos y dos Tigre y diez Gazelle franceses, de momento- y la exigencia (disfrazada de petici¨®n) de que todos los aviones en juego participen en ataques a tierra. As¨ª lo vienen haciendo ya nueve de los aliados -B¨¦lgica, Canad¨¢, Dinamarca, Emiratos ?rabes Unidos, Estados Unidos, Francia, Gran Breta?a, Italia y Noruega-, pero no Catar, Espa?a, Jordania, Pa¨ªses Bajos, Suecia y Turqu¨ªa, que solo ejecutan patrullas a¨¦reas y operaciones de reabastecimiento en vuelo (mientras que Bulgaria, Grecia y Ruman¨ªa solo realizan patrullas navales).
En el caso de Espa?a, y sin que quepa olvidar los reiterados errores cometidos durante d¨¦cadas en nombre de una real politik tan ciega como suicida, la resistencia a aceptar esta demanda aliada es coherente. Por un lado, la fuerza activada es proporcionada a nuestras capacidades -cuatro cazas F-18, dos aviones de reabastecimiento en vuelo Boeing 707, una fragata F-100, un submarino Mistral y un avi¨®n de vigilancia mar¨ªtima CN-235-, en una misi¨®n en un ¨¢rea de inter¨¦s vital para Espa?a como es el Mediterr¨¢neo Occidental. Por esa misma raz¨®n, es positiva la decisi¨®n de prorrogarla indefinidamente y, en el plano diplom¨¢tico, de retirar al embajador en Tr¨ªpoli (reforzando as¨ª al que ya se encuentra activado en Bengasi). Por otro, las tareas realizadas se ajustan escrupulosamente a las citadas Resoluciones, evitando entrar en el terreno en el que otros aliados se han empantanado, convencidos de que todo vale para eliminar a Gadafi.
Espa?a, al igual que en L¨ªbano, tiene que responder positivamente a los esfuerzos de la comunidad internacional en aras de la paz y la seguridad en la cuenca mediterr¨¢nea. Pero eso no equivale a hacerlo quebrantando las reglas de juego que impone el derecho internacional, por lo que es justificable que el gobierno espa?ol rechace nuevamente la presi¨®n de la OTAN (como viene haciendo desde la reuni¨®n de ministros de exteriores celebrada en Berl¨ªn el pasado abril). Es previsible, adem¨¢s, que, aunque quisiera sumarse al error aliado, su actual debilidad pol¨ªtica le llevara a sufrir un varapalo por parte de diferentes fuerzas parlamentarias contrarias a la participaci¨®n en la operaci¨®n (y hasta del movimiento 15-M).
Si la OTAN quiere continuar en una huida hacia adelante, imitando a Groucho en la quema de todo lo que tenga a mano, es mejor desmarcarse de manera n¨ªtida (incluso retirando los medios desplegados, como comienzan a plantearse Noruega y Suecia, si se insiste en traspasar el l¨ªmite que marcan las Resoluciones de la ONU). De otro modo, se corre el peligro de acabar convertido en le?a para alimentar a toda costa un fuego indeseable. Pocas dudas puede haber de que el mundo ser¨¢ mejor sin Gadafi al frente de Libia; pero eso no justifica el empleo de cualquier m¨¦todo para eliminarlo de la escena. Las 10.000 salidas a¨¦reas realizadas desde el 19 de marzo (de las cuales una tercera parte han sido de ataque a tierra) no han logrado ese objetivo, ?todo se reduce a llegar a las 20.000?
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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