Brillar con buen cante
Cant¨® bien El Cigala. Si no hubiera sido por el retraso en el comienzo -media hora larga-, la noche habr¨ªa sido excelente. Pero parece ser que El Cigala lleg¨® con el tiempo justo y ello motiv¨® el retraso, sin que se dieran al p¨²blico mayores explicaciones.
Por suerte, Diego el Cigala, cant¨® bien, y cant¨® flamenco. Sin acordarse para nada de tangos, boleros, jazz ni otros g¨¦neros que suele frecuentar. Lo suyo fue flamenco-flamenco sin m¨¢s, y por a?adidura de bastante calidad. Podr¨ªamos decir que el cantaor estaba inspirado y no regate¨® el buen cante. Una hora y cuarto, aproximadamente, sin interrupci¨®n, de menos a m¨¢s, hasta el remate por buler¨ªas que hizo como final. Un cante largo, lleno de variedades, que termin¨® el grupo con la obligada patadita. Excelente grupo, por a?adidura, en el que estaban Pira?a y Alain P¨¦rez en las percusiones y Diego el Morao en la guitarra, quien estuvo extraordinario en el toque, con variaciones, con un sonido de primer orden, multiplicando una guitarra sola que sonaba con poder¨ªo.
Muchos duendes hubo anoche en el arte a gran altura del cantaor
Diego el Cigala cant¨® gust¨¢ndose, a veces casi solo diciendo el cante, otras soltando la voz con vigor. Hay que ponerle, sin embargo, alguna pega. Fragment¨® tercios, y al final del cante casi siempre tiene el vicio de quitarse del micr¨®fono antes de terminar, con lo que el tema pr¨¢cticamente queda roto. No creo que sea hecho con intencionalidad, sino m¨¢s bien que es ya una costumbre del cantaor que hace mec¨¢nicamente. Convendr¨ªa que rectificara ese h¨¢bito poco recomendable, que da?a profundamente el cante.
Por lo dem¨¢s, hizo canti?as, con alegr¨ªas, canti?as propiamente dichas, romeras... Un cante rico de variedades, que El Cigala hizo con propiedad. Brill¨® en una serie largu¨ªsima de soleares, un cante dif¨ªcil que el cantaor se lo dibuj¨® con arte y una cierta facilidad. Otra serie largu¨ªsima de tangos, con los mismos presupuestos. En estos cantes Diego los resolvi¨® de manera excelente, brillando a gran altura. Hac¨ªa tiempo que no le o¨ªamos cantar de manera tan aforunada, con un soberbio sentido del comp¨¢s y visitado con frecuencia por el duende. Muchos duendes, ciertamente, hubo esta noche en el cante de El Cigala, que desde lejos sol¨ªa carecer de ellos. Pero el cante es as¨ª: aunque sea de tarde en tarde, brilla enduendado y entonces nos ofrece lo mejor de un arte tan singular como este. Fue una noche para el recuerdo, en la que Diego el Cigala nos brind¨® buen arte flamenco.
Buen arte tambi¨¦n el que nos obsequiaron, en la segunda parte del espect¨¢culo, los gitanos de Ruman¨ªa, con su grupo La Fanfare Shavale, es decir La Fanfarria Shavale. Una banda de instrumentos de metal, ocho en total, m¨¢s un bombo con platillo. Tocan a todo viento canciones de boda, funerales, fiestas... M¨²sica tradicional rumana que se mantiene en activo en el pa¨ªs de origen.
En esta noche hab¨ªa en su repertorio tambi¨¦n m¨²sica internacional y canciones compuestas por el creador balc¨¢nico Goran Bregovic. Hay mucha improvisaci¨®n en esas creaciones, que realmente tienen bastante parecido entre s¨ª. M¨²sica que surge fundamentelmente del instinto del pueblo gitano rumano -origen de los gitanos en general como es sabido-, que desde sus ra¨ªces tuvieron esta m¨²sica singular como patriomonio.
Algunas de estas canciones tienen su poquito de baile, otras tienen un cante particular, de cierta monoton¨ªa, pero de profunda entonaci¨®n. Todo lo interpretan estos hombres ya de cierta edad, pero que evidentemente viven su arte con entra?amiento.
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