De protesta noble a fuente de radicalismo
Creo firmemente que hay una vulgaridad mental en vivir convencido de que son inamovibles los primeros principios. Es necesario evolucionar.
El pasado lunes, 13 de junio, llegaron a la puerta de mi casa un grupo de personas "armadas" con sartenes y cucharas, para protestar. Me veo obligado a hacer esta reflexi¨®n en voz alta para se?alar que el "fundamento" de esta protesta no era, como la mayor¨ªa de la prensa ha se?alado, una falta de acuerdo entre el Ayuntamiento y el colectivo homosexual en relaci¨®n con la fiesta del Orgullo Gay. La protesta segu¨ªa una l¨ªnea torcida y desvirtuada del Movimiento 15-M. No tuve ocasi¨®n de preguntarles sobre su condici¨®n sexual, pero puedo asegurar que a los all¨ª presentes poco les importaba el lugar de celebraci¨®n de esa fiesta. No han tardado en darme la raz¨®n las asociaciones de homosexuales y transexuales FELGTB, COGAM y AEGAL al desmarcarse de esta protesta.
Ortega dec¨ªa que hay que pensar con "arquitectura"; es decir, con perspectiva. Vivimos en un grav¨ªsimo momento hist¨®rico. Nuestra crisis econ¨®mica, que siempre ha sido una crisis social, se ha quitado la careta de cifras macroecon¨®micas incomprensibles, dejando ver su verdadero rostro. Solo los m¨¢s miopes a¨²n no son capaces de ver en el horizonte la descomposici¨®n de valores que estamos sufriendo.
Lo que empez¨® como una protesta noble, justificada, de esp¨ªritu pac¨ªfico y colaborador, se est¨¢ transformando en una fuente de radicalismo y violencia. Exigen nuevos derechos sin respetar los existentes. Al grito de "?No nos representan!", lanzan piedras contra quien la ?democracia! ha elegido con una mayor¨ªa absoluta hace menos de un mes. Algo se ha muerto en esta sociedad y algo est¨¢ naciendo.
El 15-M gest¨® un nuevo punto de vista, una mirada joven y diferente, pero no servir¨¢ de nada si no se defiende de los peligros que lleva en s¨ª misma. Es evidente que nuestro pa¨ªs necesita cambios, pero si dejamos estos cambios en manos de los violentos y los radicales, ser¨¢n cambios cuyas consecuencias no podremos parar.
Tenemos la obligaci¨®n de estar a la altura de las circunstancias, de ver con la perspectiva suficiente los riesgos por los que estamos pasando. Ayer tuve miedo de salir de mi casa. ?Acaso no es eso violencia? Se supone que estamos ante una crisis pol¨ªtica, en la que los pol¨ªticos, tan corruptos y malvados, tienen la culpa de todo.
Hoy me ha alegrado y aliviado saber que tanto Lissavetzky como ?ngel P¨¦rez han condenado estos hechos. El momento en el que nuestra clase pol¨ªtica tenga la mitad de odio, la mitad de radicalismo que ayer llev¨® a un numeroso grupo de personas a la puerta de mi casa, habremos llegado a un punto de no retorno.
La prensa que siga ignorando estos hechos, disfraz¨¢ndolos de protestas concretas, estar¨¢ colaborando a la creaci¨®n de una sociedad enferma.
Rodrigo Ruiz-Gallard¨®n tiene 24 a?os y es hijo del alcalde de Madrid.
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