Lo que Abbottabad revela sobre Al Qaeda
Los documentos encontrados en el refugio paquistan¨ª de Bin Laden muestran que, incluso dentro de los l¨ªmites propios de la clandestinidad, ejerc¨ªa como aut¨¦ntico l¨ªder de su organizaci¨®n terrorista
En los a?os que siguieron al 11 de septiembre de 2001 se extendi¨®, tanto en Estados Unidos como en la Uni¨®n Europea, cierta visi¨®n sobre Al Qaeda, el terrorismo global y la amenaza del terrorismo global. Dicho planteamiento, formulado en t¨¦rminos intelectualmente atractivos pero carentes de suficiente evidencia, fue asumido por muchos expertos acad¨¦micos y analistas de think tanks especializados en cuestiones de seguridad y defensa, al igual que por no pocos periodistas. Incluso lleg¨® a darse por bueno, siquiera temporalmente, entre profesionales de determinados servicios de inteligencia, quiz¨¢ en este supuesto de un modo pol¨ªticamente inducido. Me refiero a la conjetura de acuerdo con la cual, como resultado de la intervenci¨®n militar en Afganist¨¢n tras los atentados de Nueva York y Washington, as¨ª como de la mir¨ªada de iniciativas contraterroristas adoptadas no solo en el ¨¢mbito del mundo occidental, sino en pa¨ªses de Asia del Sur, el sureste asi¨¢tico y Oriente Pr¨®ximo, el fen¨®meno del terrorismo yihadista hab¨ªa sufrido una mutaci¨®n que puede resumirse en las siguientes cuatro tesis.
EE UU, Canad¨¢, Israel, Reino Unido, Alemania, Francia y Espa?a estaban en su lista de objetivos
Al Qaeda sigue activa pese a haber perdido apoyo popular en el mundo musulm¨¢n
En primer lugar, seg¨²n dicho argumento, Al Qaeda hab¨ªa sido destruida como una organizaci¨®n terrorista activa, dotada de jerarqu¨ªa interna o estructuras de mando y control, hasta el punto de perder sus capacidades y convertirse en una entidad pr¨¢cticamente irrelevante, cuyos otrora m¨¢s destacados integrantes estar¨ªan dedicados a producir ideolog¨ªa. En segundo lugar, el propio Osama bin Laden ya no era m¨¢s que un s¨ªmbolo, un icono con reminiscencias carism¨¢ticas, incapacitado para liderar yihad alguna o tomar decisiones en relaci¨®n con el curso del terrorismo yihadista. En tercer lugar, el yihadismo global hab¨ªa derivado en un fen¨®meno amorfo, horizontal y no vertical, no solo descentralizado sino desorganizado y, por supuesto, carente de liderazgo y estrategia. En cuarto lugar, como consecuencia, la amenaza del terrorismo global, particularmente en las sociedades occidentales, no proced¨ªa ya de organizaciones yihadistas formales, sino de c¨¦lulas locales independientes ubicadas en la periferia del movimiento de la yihad global y que act¨²an por su cuenta.
Sin embargo, transcurrido algo m¨¢s de un mes desde que unidades operativas especiales de Estados Unidos dieran muerte a Osama bin Laden en el recinto de Abbottabad, donde los servicios de inteligencia de ese mismo pa¨ªs hab¨ªan conseguido localizarlo, la informaci¨®n procedente de esa localidad paquistan¨ª parece refutar esa visi¨®n de Al Qaeda, del terrorismo global y de la amenaza que implica. Lo que se conoce acerca de la documentaci¨®n y los ordenadores hallados en Abbottabad pone de manifiesto que, hasta el mismo d¨ªa 2 de mayo, Osama bin Laden hac¨ªa mucho m¨¢s que proporcionar inspiraci¨®n ocasional mediante la grabaci¨®n de mensajes audiovisuales destinados a sus seguidores. Actuaba, dentro de los constre?imientos propios de la clandestinidad en que viv¨ªa, como aut¨¦ntico l¨ªder de una organizaci¨®n terrorista. Por ejemplo, proporcionaba orientaci¨®n para el subsiguiente planeamiento y la comisi¨®n de atentados. Tambi¨¦n se ocupaba de gestiones relativas a relaciones con otras entidades yihadistas y de la atenci¨®n a donantes financieros.
Desde Abbottabad, Osama bin Laden exhortaba a los responsables operativos de Al Qaeda, incluyendo Ayman al Zawahir y Atiyah Abd al Rahman, con quien ten¨ªa contacto directo y asiduo, para que se centraran en atentados en Estados Unidos, aunque anotaciones que habr¨ªan sido realizadas el pasado a?o apuntaban asimismo a Canad¨¢, Israel, Reino Unido, Alemania, Francia y Espa?a. Suger¨ªa fechas adecuadas para actos de terrorismo en territorio estadounidense, como el 4 de julio o el d¨¦cimo aniversario del 11-S. Indicaba blancos como el sistema ferroviario en distintas ciudades norteamericanas o barcos petroleros e infraestructuras energ¨¦ticas en el mar. Hasta perge?¨® el perfil de individuos que deber¨ªan ser reclutados para atentar en Norteam¨¦rica, como afroamericanos y latinos. Orden¨® asaltos coordinados en sitios tur¨ªsticos de al menos tres naciones de Europa Occidental y lleg¨® a implicarse en la preparaci¨®n de atentados concretos, como el previsto para la Semana Santa de 2009 en un centro comercial de Manchester, desbaratado por las fuerzas de seguridad brit¨¢nicas.
En el ¨¢mbito de las relaciones interorganizativas, Osama bin Laden no solo trasladaba mensajes con asesoramiento estrat¨¦gico a Al Qaeda en la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, confirmando a esta entidad como primus inter pares en las relaciones entre Al Qaeda y sus franquicias o, como personalmente prefiero describirlas, extensiones territoriales. M¨¢s a¨²n, el a?o pasado decidi¨® sobre si el liderazgo de dicha entidad, actualmente asentada sobre todo en suelo yemen¨ª, deb¨ªa o no permanecer sin cambios. Fue cuando desde el directorio de Al Qaeda en la pen¨ªnsula Ar¨¢biga se le pidi¨® que colocara en la direcci¨®n de la misma a Anwar al Awlaki, un conocido doctrinario yihadista de ascendencia yemen¨ª pero ciudadan¨ªa estadounidense, que cuenta con una notable audiencia a trav¨¦s de Internet. Esto no necesariamente significa que Osama bin Laden haya dispuesto de la misma autoridad sobre los dirigentes de otras dos extensiones territoriales, casos de Al Qaeda en Mesopotamia y de Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico, lo que en parte se explica por su distinto proceso de formaci¨®n.
Pero Osama bin Laden, adem¨¢s de mantener relaciones de autoridad con una de sus franquicias, lo hac¨ªa tambi¨¦n con organizaciones asociadas con Al Qaeda. Al Shabaab era una de las entidades yihadistas destinataria de instrucciones remitidas por aquel. No extra?ar¨¢ que, hace unas semanas, sus principales mandos en Somalia hablasen, literalmente, de vengar "la muerte de nuestro l¨ªder". Adem¨¢s, 15 d¨ªas despu¨¦s de que Osama bin Laden fuese abatido, un destacado jefe de los talibanes afganos dio a conocer que lo hab¨ªa visitado en su residencia de Abbottabad. Tampoco sorprender¨¢ que el portavoz de Therik e Taliban Pakistan se haya referido al supuesto jefe interino de Al Qaeda, Saif al Adel, textualmente, como "nuestro nuevo l¨ªder". Y es que, desde Abbottabad, Osama bin Laden se afanaba, en sus ¨²ltimos d¨ªas, por unificar en una renovada coalici¨®n a las entidades yihadistas que act¨²an en el sur de Asia. Todo lo cual apunta a la coordinaci¨®n entre Al Qaeda y sus extensiones territoriales o sus organizaciones asociadas, al mismo tiempo que a una subordinaci¨®n de estas a aquella.
En suma, Abbottabad nos dice que Al Qaeda permanec¨ªa articulada y activa, pese a tener degradadas sus capacidades operativas, muy aminoradas sus infraestructuras terroristas, contar con apenas unos centenares de miembros propios y haber ido progresivamente perdiendo apoyo popular en los pa¨ªses con sociedades mayoritariamente musulmanas. Nos dice que Osama bin Laden continuaba ejerciendo importantes funciones de mando dentro de la misma y provey¨¦ndola de estrategia general. Nos confirma tambi¨¦n, a la vista de su dedicaci¨®n a relaciones interorganizativas, que el yihadismo global no es un fen¨®meno amorfo sino polimorfo, al igual que la centralidad de Al Qaeda en el seno de este heterog¨¦neo y expandido movimiento. Diez a?os despu¨¦s del 11-S, la amenaza que plantea el terrorismo global es variada y tiene m¨²ltiples focos. Nadie debe ignorar la que suponen las c¨¦lulas independientes y los llamados lobos solitarios, a cuya yihad individual acaban de apelar altos dirigentes de Al Qaeda, acaso como evidencia de sus limitaciones operativas, aunque podr¨ªa tambi¨¦n tratarse de una maniobra de distracci¨®n. Pero la amenaza terrorista m¨¢s seria, en nuestras sociedades, sigue procediendo de entidades yihadistas organizadas, incluyendo, todav¨ªa, la propia Al Qaeda.
Fernando Reinares es investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico en la Facultad de Ciencias Jur¨ªdicas y Sociales de la Universidad Rey Juan Carlos. Actualmente es Public Policy Scholar en el Woodrow Wilson Center de Washington.
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