Espejos
Escribo esta columna mientras sigo por la radio el desarrollo de los acontecimientos ante el Parlament de Catalunya, cruzando los dedos para que nadie se salga de madre -por el bien de los propios indignados y de su futuro- y pensando que es ahora cuando el Movimiento 15-M est¨¢ empezando a moverse de verdad, y con objetivos bien determinados. Primero, la indignaci¨®n y la reuni¨®n; luego, la decisi¨®n: de frescos tanteadores de la cosa, amablemente encerrados en un recinto urbano, contemplados con condescendencia, a ciudadanos que, con su presencia en el lugar de los hechos, plantan un espejo ante los depositarios de la funci¨®n p¨²blica. Un espejo de indignaci¨®n en el que cada pr¨®cer puede mirarse y decidir si se siente o no indigno, caminando a hurtadillas con su malet¨ªn hacia su bancada. ?O en helic¨®ptero!
As¨ª como las juntas vecinales y asociaciones contra los desahucios nos dan lecciones de solidaridad, deber¨ªan multiplicarse estos juegos de espejos centrados en los lugares desde donde el poder se ejerce sin otra dictadura que el dictado de la econom¨ªa.
Bueno ser¨ªa, por ejemplo, sentarse -no solo el 15-M, todos los afectados- en la plaza de las Cortes, hasta que sus graciosas se?or¨ªas decidieran constituir un Tribunal Constitucional de justas hechuras, pues l¨®gico es que exista si, en el futuro inmediato, tiene que decidir -a propuesta de ese Partido Popular que viene a salvarnos- si la ley del aborto o la del matrimonio entre homosexuales son constitucionales o no, e incluso si lo son estas reuniones de contestaci¨®n al actual funcionamiento de lo parlamentario.
En todo caso, lo que tenga que ocurrir ocurrir¨¢, porque se ha estado tirando demasiado del hilo de la paciencia. Y, diga lo que diga Aguirre, no ser¨¢ una noche de los cristales rotos. Qu¨¦ ganas tiene la dama de interpretar tambi¨¦n a Marie Antoinette.
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