La tercera patria de Jorge Sempr¨²n
"A la hora de la verdad, cuando insisten en saber si mi patria es el espa?ol o el franc¨¦s, me entran ganas de responder: Tengo el n¨²mero 44904 grabado en mi cuerpo desde que me deportaron a Buchenwald".
Jorge, Jorge Sempr¨²n: de nuevo un hombre excepcional que, al irse, se lleva una parte de nosotros. Una gran parte. Otro testigo m¨¢s de ese siglo XX pat¨¦tico y b¨¢rbaro, del que nuestro siglo XXI es heredero en la confusi¨®n y la vulgaridad. Conoc¨ª bien a este hombre. Pero no lo suficiente. Nuestros encuentros nunca fueron indiferentes. El homenaje que le rinde Juan Goytisolo me permite ahorrarme lo que podr¨ªa decir sobre este grande de Espa?a al que le gustaba expresarse en alem¨¢n pero escrib¨ªa en franc¨¦s; sobre este novelista que convirti¨® la deportaci¨®n en su universo y sus h¨¦roes en personajes que se le parecen como si fueran sus hermanos y que son siempre o revolucionarios o deportados.
Para Sempr¨²n, el juda¨ªsmo alem¨¢n era lo que mejor encarnaba la esencia de la germanidad
?l y Kundera coincid¨ªan en que los jud¨ªos europeos eran el coraz¨®n de Europa
No obstante, he aqu¨ª algunos puntos de su trayectoria que me marcaron e incluso me fascinaron. En primer lugar, y no se subraya como es debido, era ante todo un escritor, muchas veces admirable. A los ocho a?os ya sab¨ªa que iba a ser escritor, pero ?en qu¨¦ lengua? Sus institutrices le ense?aron alem¨¢n, as¨ª que quiz¨¢ dudar¨ªa entre sus dos lenguas maternas, el espa?ol y el alem¨¢n. Estaba muy lejos de sospechar que decidir¨ªa expresarse en franc¨¦s, como Cioran, Ionesco y Kundera. Sempr¨²n cita a Thomas Mann, que, despu¨¦s de nacionalizarse estadounidense, sigui¨® afirmando que la lengua alemana era su ¨²nica patria, pero se niega a hacer suya esa declaraci¨®n. Habla de su "biling¨¹ismo inveterado" y su "esquizofrenia ling¨¹¨ªstica". Tal vez tiene dos patrias, o incluso tres. Porque confiesa: "Me atrever¨ªa a decir, en cierto modo, que las fuentes alemanas -po¨¦ticas, novelescas o filos¨®ficas- son un componente esencial de mi paisaje espiritual. (...) Siempre he sido, soy y ser¨¦ un lector insaciable y maravillado del alem¨¢n. ?Incluso el Quijote lo le¨ª por primera vez en alem¨¢n!".
Sempr¨²n va m¨¢s all¨¢. Habla de "la relaci¨®n fuerte, apasionada, esencial para mi formaci¨®n intelectual, que he tenido y tengo siempre con la cultura alemana. Ella es la que me proporcion¨® los argumentos decisivos de mi lucha contra el nazismo". Y, continuando sobre el mismo tema, escribe: "A la hora de la verdad, cuando insisten en saber si mi patria es el espa?ol o el franc¨¦s, me entran ganas de responder: tengo el n¨²mero 44904 grabado en mi cuerpo desde que me deportaron a Buchenwald". Es sabido que, en esp¨ªritu, nunca saldr¨¢ de aquel campo. Cuando, con solo 40 a?os, publica su obra maestra, El largo viaje, es porque ni la Resistencia, ni suresponsabilidad en el Partido Comunista espa?ol, ni la militancia contra Franco han conseguido hacerle olvidar Buchenwald.
Antes de volver sobre la relaci¨®n de Sempr¨²n con Alemania, no quiero olvidarme de recordar el fuerte v¨ªnculo que le un¨ªa a Francia. El joven adolescente al que sus padres, que hab¨ªan huido de la guerra de Espa?a, matricularon en el Liceo Henri IV se embriaga de inmediato por el universo de las letras, las ideas y los fil¨®sofos ilustres. Cuando obtiene el segundo premio en el Concurso General de Filosof¨ªa, conoce la gloria en la ¨²nica aristocracia espa?ola que los suyos consideraban respetable: la de los pr¨ªncipes intelectuales. Y eso le hace abordar con avidez la cultura francesa. Puede recitar Paludes, de Gide, y fragmentos enteros de La sangre negra, de Louis Guilloux.
?Y Alemania? Me parece lo m¨¢s fascinante. Una especie de descubrimiento sorprendente. De estudiante, es uno de los pocos que muestran inter¨¦s por la relaci¨®n del fil¨®sofo Edmund Husserl con su c¨¦lebre disc¨ªpulo Martin Heidegger. Despu¨¦s de que le deporten, su dominio del alem¨¢n le es tremendamente ¨²til en su relaci¨®n con los comunistas alemanes que organizan la resistencia clandestina y desean comprobar la sinceridad de los "rojos espa?oles". Pero tambi¨¦n con varios de los kapos que causan estragos en el infierno de Buchenwald.
Sin embargo, Sempr¨²n reflexiona sobre lo que sucede en Auschwitz, donde no est¨¢n encerrados resistentes, sino jud¨ªos. ?Por qu¨¦ el genocidio? ?C¨®mo es posible que la naci¨®n a la que no ha dejado de admirar y amar pueda haber concebido un proyecto tan monstruoso como el exterminio de los mejores alemanes? En Buchenwald sufren lo indecible, pero saben por qu¨¦: porque han luchado contra el nazismo. En Auschwitz es distinto: les llevan all¨ª porque pertenecen a una raza impura. A partir de ah¨ª nace en ¨¦l un sentimiento extra?o y doloroso: parece descubrir que el pa¨ªs de su lengua preferida, al desjudaizarse, se ha desgermanizado. Para ¨¦l, Alemania, sin los jud¨ªos alemanes, no puede seguir siendo Alemania.
M¨¢s que el juda¨ªsmo, lo que le interesa de los jud¨ªos es su excepcional germanismo. En realidad, ninguno de los jud¨ªos alemanes a los que m¨¢s respeta, ni Heine, ni Einstein, ni Freud, ni Hofmannsthal, ni Walter Benjamin, ni Paul Celan, ni Elias Canetti, est¨¢ especialmente integrado en el juda¨ªsmo. En cambio, todos forman parte del r¨ªo relumbrante de una germanidad universal.
Eso es lo que dir¨¢ Sempr¨²n cuando reciba el premio de Jerusal¨¦n; entonces cita unas palabras importantes de Milan Kundera, premiado antes que ¨¦l, que le hab¨ªa dicho que los jud¨ªos europeos eran el coraz¨®n de Europa. Ampar¨¢ndose en esa amistad tan intensa, Sempr¨²n se permite la libertad de recordar que los palestinos tambi¨¦n tienen derecho a un Estado, pero el problema ya no es el mismo. ?Qu¨¦ puede ser de Alemania sin sus jud¨ªos? Al atreverse a hacer esa pregunta, el deportado n¨²mero 44904 de Buchenwald, mi querido Jorge Sempr¨²n, me parece m¨¢s original que nunca. Y solo ahora he descubierto, despu¨¦s de mis nuevas lecturas, que para ¨¦l, durante mucho tiempo, el juda¨ªsmo alem¨¢n fue lo que mejor encarnaba la esencia de la germanidad
. Jean Daniel es fundador y editorialista de Le Nouvel Observateur. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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