Un pedaleo culto y alegre
Miles de bicicletas convierten Ferrara en pionera de las ciudades a dos ruedas. Una Italia de calidez ciclista
En Italia hubo una ¨¦poca, un siglo, quiz¨¢ el mejor, que se rebel¨® contra la irracionalidad y el misticismo; que intent¨® aglutinar a Dios con la ¨¦pica y recuperar la historia; que hizo del hombre su medida; descubri¨® las utop¨ªas e intent¨® hacerlas realidad; dibuj¨® las ciudades y la ciencia moderna. El siglo XV, primera aproximaci¨®n a la modernidad, cuenta con legi¨®n de aficionados y varios lugares m¨ªticos. En particular, hay tres sitios que sintetizan la b¨²squeda de la ciudad ideal renacentista: Pienza, Urbino y Ferrara. Por fortuna, siguen igual que cuando fueron construidas. Por las mismas razones. Haber desaparecido sus autores sin descendencia y vivir desde entonces una especie de gloriosa decadencia.
Hay quien sostiene que es lo que le sucede a la Italia de hoy, un lento crep¨²sculo que la convierte en un pa¨ªs c¨ªnico y cansado al que le salvan ciertos momentos de lucidez, su patrimonio glorioso de belleza y la generosidad con la que asume su miserable clase pol¨ªtica.
Elegante parsimonia
Ferrara ha sido fiel a s¨ª misma y permanece inmutable desde el Renacimiento. La ¨²nica concesi¨®n a la modernidad son las bicicletas. Por sus calles se deslizan cientos de bicicletas ocupadas por se?ores y se?oras elegantes, con pinta de profesores, pero sobre todo por muchachas impasibles, serias, de un rubio discreto, nada brillante, enfundadas en capas y bufandas, que pedalean con parsimonia y miran hacia delante. El parque de bicicletas de Ferrara es enorme -2,5 per c¨¢pita-, pero sorprende m¨¢s la cadencia del pedaleo que su n¨²mero. No puede ser verdad tan un¨¢nime armon¨ªa, te dices, sin recordar que estos viejos italianos del norte ser¨¢n lo que quieran, pero tontos no, y saben combinar como nadie los ingredientes de la belleza, aunque, a veces, eso suponga renunciar o prestar menos atenci¨®n a otros principios. As¨ª que vuelves a sonre¨ªr, te diriges a tu hotel y pides una bicicleta en recepci¨®n para incorporarte al trasiego y recorrer, quiz¨¢, los nueve kil¨®metros de pista ciclable sobre las murallas renacentistas.
En el camino atraviesas el Corso Ercole I y vuelve a parecerte la calle m¨¢s hermosa de Italia, si es que tal calificaci¨®n es imaginable. Es una v¨ªa recta, ancha, en suave descenso, cubierta de adoquines, a cuyos lados se alinean delicados palacios del Renacimiento. Fue realizada por Ercole I, el tercer hermano de la familia d'Este, que gobern¨® la ciudad en el siglo XV, como centro de un ambicioso proyecto de reestructuraci¨®n urbana que duplic¨® el tama?o de la villa y convirti¨® a Ferrara en la primera ciudad moderna de Europa. Casado con Isabel de Arag¨®n, Ercole fue conocido por el apodo de Diamante por su car¨¢cter dominador y altanero. Por lo dem¨¢s, no hizo sino continuar la obra de sus hermanos Leonello y Borso, quienes hab¨ªan gobernado antes que ¨¦l, manteniendo la corte con la venta de t¨ªtulos oficiales, el peaje de circulaci¨®n por el Po y el alquiler de tropas a los soberanos de N¨¢poles, Mil¨¢n o Florencia. Nada de particular. En realidad, lo que diferenciaba a estas cortes del renacimiento italiano de otras de Europa era, por un lado, su relaci¨®n con la cultura y las artes, y por otro, las diversiones, los amigos. Para que se hagan una idea, en esta ciudad, durante el XV dejaron huella artistas como Le¨®n Battista Alberti, Mantegna, Piero della Francesca o Roger van der Weiden. Y m¨¢s tarde, en el siglo XVI, al tiempo que Nicol¨¢s Cop¨¦rnico y Paracelso se licenciaban en la Universidad de Ferrara, Alfonso I, casado con Lucrecia Borgia, proteg¨ªa a Ticiano y Ariosto, mientras que el ¨²ltimo de la familia d'Este, Alfonso II, ten¨ªa como invitados de su mesa a Torcuato Tasso o a Guarino Guarini.
El edificio que mejor refleja este esp¨ªritu es el, digamos, palacio de la Alegr¨ªa, o palacio Schifanoia (literalmente "asco del aburrimiento"), cuya sala principal est¨¢ decorada con 12 frescos en los que se describen los meses del a?o, las diversiones de la corte y los signos del Zodiaco. No obstante, la imagen t¨®pica de Ferrara no desprende alegr¨ªa, sino decadencia, y est¨¢ asociada al inmenso castillo ducal. Un ambiente hecho de calles vac¨ªas y estatuas fantasmales, parecido al que se sumi¨® la ciudad en el siglo XVII tras la marcha de la familia d'Este y la integraci¨®n en los Estados Pontificios. El mismo tambi¨¦n de los cuadros metaf¨ªsicos de Giorgio de Chirico, un pintor del que se dir¨ªa que solo encontr¨® inspiraci¨®n cuando inclu¨ªa en sus telas la imagen del Castello Estense. Un ambiente similar, en fin, al que refleja Giorgio Bassani en novelas como El jard¨ªn de los Finzi Contini, para recrear la ciudad jud¨ªa. Desde el siglo XIII, Ferrara fue un centro hebreo que se consolid¨® en el siglo XV con la llegada de varias oleadas de Espa?a, Portugal y Alemania. Su gueto era famoso. Tras las leyes raciales del Gobierno fascista, en oto?o de 1943 fueron deportadas a Alemania 400 personas, la mitad de la poblaci¨®n jud¨ªa; regresaron cinco.
En la misma bicicleta de todo el recorrido, el paseo tiene un sabor particular cuando se llega a la plaza Ariostea y se contempla la escultura del poeta sobre un alt¨ªsimo pedestal centrando una plaza el¨ªptica donde, desde 1259, se corre el Palio, una preciosa competici¨®n a caballo entre los diferentes barrios. Ya saben que los elementos triviales, al final, son los que sustentan las huellas en la memoria. Desde el sill¨ªn, contemplando la plaza, ahora vac¨ªa y envuelta en nieblas, sientes la sutil mediaci¨®n entre el pasado y el presente y concluyes que pocas veces hab¨ªas sentido tan claramente a la ciudad como objeto inm¨®vil en el tiempo. S¨ª, era verdad: en Ferrara se puede sentir el silencio de Rimbaud (J'ecrivais des silences).
Gu¨ªa
>Dormir
? Il Giardino Fiorito. Via XX Settembre, 79 (www.ilgiardinofiorito.net) Con techos antiguos, bonito jard¨ªn. Doble B&B, 90 euros.
? Hotel Ripagrande. Via Ripagrande, 21 (www.ripagrandehotel.it). En un palacio del siglo XV. Se?orial. Doble B&B, 150 euros.
Comer
? Enoteca Al Brindis. Via Guglielmo degli Adelardi, 11 (www.albrindisi.net). Excelentes vinos y aperitivos fr¨ªos en la que -constata el Guinness- es la hoster¨ªa m¨¢s antigua del mundo, con documentaci¨®n a partir de 1434 y menciones desde el Orlando Furioso (1502) de Ludovico Ariosto.
? Il Don Giovanni. Corso Ercole I d'Este, 1 (www.ildongiovanni.com). En un palacio del siglo XVIII. Cocina local. Interesante.
? L'Oca Giuliva. Via Bocca Canale di Santo Stefano, 38 (www.ristorantelocagiuliva.it). Excelente cocina local y bodega.
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