El 15-M, m¨¢s democracia que izquierda
La simpat¨ªa social suscitada por las movilizaciones del 15-M (uno se resiste a denominarlas Movimiento, de infausta memoria) es la respuesta adecuada a una protesta, liderada por los j¨®venes, con aportaciones de veteranos, cansados de la hegemon¨ªa de los partidos pol¨ªticos y de la falta de soluciones para los problemas que aquejan a los ciudadanos. El modo como se ha materializado esa protesta, pac¨ªfica y asamblearia, potenciada por Internet y sus redes sociales, ha dejado en un segundo plano la aportaci¨®n que el 15-M significa para el sistema pol¨ªtico y ha planteado la hip¨®tesis, plausible pero fallida, de si entra?aba un reforzamiento para la maltrecha izquierda.
Es preciso reconocer que una actuaci¨®n tan masiva, a la vez que ordenada, tan deliberativa y respetuosa con el colectivo y tan reacia a los protagonismos individualistas, al menos durante las primeras semanas, ofrece una muestra ejemplar de democracia, lo cual ya es saludable. Pero cabe plantear la pregunta: "?Democracia para qu¨¦?". Desde el 15-M, la respuesta consiste en pedir "mayor democracia", "participaci¨®n ciudadana", "separaci¨®n de poderes", "reforma de la Ley Electoral", etc¨¦tera.
El voto a los 16 a?os aminorar¨ªa el excesivo peso del electorado m¨¢s senecto
?Significa el 15-M un alegato en favor de una reforma de la Constituci¨®n de 1978, aprobada por la generaci¨®n anterior? M¨¢s bien puede entenderse como una invocaci¨®n de los principios y valores constitucionales, incumplidos u olvidados por los pol¨ªticos constituidos. Es imaginable la figura de Enrique Tierno Galv¨¢n, el viejo profesor, atildado y conspicuo, rodeado en la Puerta del Sol de j¨®venes desali?ados y expectantes, predicar, con expresi¨®n muy suya, que "es menester...", y ya con palabras del Pre¨¢mbulo del que fue autor, "... establecer una sociedad democr¨¢tica avanzada".
Todo un programa para el 15-M, que ha dado un aldabonazo ¨¦tico en defensa de los postulados de nuestra Constituci¨®n, a cuyo cobijo se acogieron los acampados (art¨ªculo 21: "Se reconoce el derecho de reuni¨®n pac¨ªfica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitar¨¢ autorizaci¨®n previa". "En los casos de reuniones en lugares de tr¨¢nsito p¨²blico (...) la autoridad solo podr¨¢ prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteraci¨®n del orden p¨²blico, con peligro para personas o bienes").
La reclamaci¨®n, desde el 15-M, de una democracia m¨¢s participativa es completamente procedente, si bien ser¨ªa preciso que, mientras tanto, se agotaran las posibilidades de participaci¨®n que el sistema ofrece. Por ejemplo, en todo tipo de procesos electorales de la universidad, desde la elecci¨®n de rectores a la de delegados estudiantiles, las cifras de estudiantes que votan son muy bajas, de forma llamativa en la reciente elecci¨®n de rector en Granada. La participaci¨®n de los estudiantes fue de un ?3,2%! Pedir despu¨¦s "participaci¨®n activa de todos en todas las decisiones" resulta incongruente, como un tanto ingenuo, aunque desde luego bonito, exigir la "erradicaci¨®n de la pobreza y del hambre".
En cuanto a la necesaria reforma de la Ley Electoral, las propuestas del 15-M no parecen ir m¨¢s all¨¢ de las listas abiertas y de un c¨®mputo igualitario de los votos, que potencie los "criterios de representaci¨®n proporcional" que establece la propia Constituci¨®n.
No se ha profundizado, por ejemplo, en la ampliaci¨®n del sufragio universal, mediante el derecho al voto desde, al menos, los 16 a?os, que aminorar¨ªa el desequilibrio demogr¨¢fico de un electorado tremendamente senecto, lo que condiciona las ofertas pol¨ªticas preferentemente dirigidas a pensionistas y ancianos, en detrimento de los ciudadanos m¨¢s j¨®venes, que no pueden votar.
La ampliaci¨®n del derecho al voto juvenil -propuesta que vengo manteniendo en este peri¨®dico desde finales del siglo XX, sin ¨¦xito alguno- me parece acorde con los deseos del 15-M de profundizar la democracia, mediante la posibilidad de participaci¨®n electoral de personas de 16 a 18 a?os, usuarias hoy de la informaci¨®n necesaria y suficientemente despiertas y preparadas, desde luego m¨¢s que multitud de nonagenarios a quienes nadie cuestiona la capacidad para emitir su voto. La integraci¨®n electoral de ese sector juvenil en una sociedad que tambi¨¦n es suya significar¨ªa un avance frente a los dirigentes pol¨ªticos que les han dado desde?osamente la espalda.
En general, las propuestas del 15-M no se sit¨²an a la izquierda. No ha destacado ninguna iniciativa en favor de la Rep¨²blica ni en contra del sometimiento del Estado a la Iglesia cat¨®lica en materia de financiaci¨®n y educaci¨®n, entre otras. Y cuando se pide, por ejemplo, el "control de los poderes financieros" o el "f¨¦rreo control sobre bancos y corporaciones" no parece cuestionarse la libertad de empresa ni la econom¨ªa de mercado. Ni siquiera se plantea la potenciaci¨®n del sector p¨²blico frente al privado, si bien se reclama el Estado de bienestar y la l¨®gica reivindicaci¨®n de "trabajo, vivienda y sanidad".
Los j¨®venes y no tan j¨®venes del 15-M no han ofrecido un bal¨®n de ox¨ªgeno a la socialdemocracia, en cuyo auxilio pod¨ªa entenderse inicialmente que acud¨ªan los indignados. M¨¢s bien se trata de una llamada de atenci¨®n general a los pol¨ªticos, que en alg¨²n momento deber¨ªa concretarse para calibrar qu¨¦ opciones son m¨¢s propicias a quienes reclaman democracia.
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