Nadie se enga?e
Los jerarcas cristianos hacen pol¨ªtica desde que Constantino los encumbr¨® a la categor¨ªa de religi¨®n del imperio romano. Desde entonces, no han hecho otra cosa que intentar dirigir la acci¨®n de las personas o los Estados, unas veces con la disculpa de la salvaci¨®n de las almas, casi siempre para acrecentar poder o influencia, y tambi¨¦n para frenar o estorbar la libertad de pensamiento. Por ese camino, lograron aposentar en Roma a su pont¨ªfice, con un poder que habr¨ªa de convertirle muchas veces en perseguidor (pese a haber labrado su prestigio como perseguido). Ah¨ª persiste, pese a haber perdido hace 150 a?os los llamados Estados Pontificios. Benedicto XVI aparece ante el mundo como el jefe del Estado de la Santa Sede. Es decir, un pol¨ªtico.
En Espa?a, el embajador del Papa es el decano del cuerpo diplom¨¢tico y los obispos tienen un poder que nunca tratan de esconder (al contrario, se esfuerzan en que se sepa que mandan). Ha habido cardenales regentes, frailes validos o confesores de reyes, obispos procuradores en Cortes... Y abundaron curas diputados, senadores, alcaldes o concejales. Tampoco han faltado eclesi¨¢sticos mandando en los partidos y en los sindicatos.
El cardenal Taranc¨®n cuenta en sus memorias que, cuando los dirigentes episcopales iban a ver a Franco para negociar con el dictador cargos o concesiones, "Franco hablaba de religi¨®n y los obispos, de pol¨ªtica". El jefe de Estado nacionalcat¨®lico incluso llam¨® a cap¨ªtulo a los prelados antes de la clausura del Concilio Vaticano II para instruirles sobre c¨®mo deb¨ªan oponerse a la proclamaci¨®n de la libertad de conciencia, que iba a hacer saltar por los a¨ªres el catolicismo de cruzada.
Pero una cosa es hacer pol¨ªtica cristiana (la pol¨ªtica del no, casi siempre) y otra que persistan concejales de izquierdas. La norma can¨®nica proh¨ªbe a los sacerdotes "aceptar cargos p¨²blicos". Tampoco pueden "participar activamente en partidos pol¨ªticos o en la direcci¨®n de asociaciones sindicales". Lo dice el C¨®digo de Derecho Can¨®nico. Pero la Constituci¨®n est¨¢ por encima del derecho romano, y la participaci¨®n pol¨ªtica es un derecho fundamental.
En el caso del sacerdote Fern¨¢ndez Blanco, la letra romana se cumple a rajatabla. Deber¨¢ dejar de ser concejal del PSOE. Otras veces no ha sido as¨ª, y hay ejemplo en la di¨®cesis de Orense, donde el cura Julio Rodr¨ªguez ha sido concejal en Castrelo do Val entre 1991 y 1995 como portavoz del PP y su cabeza de candidatura, y entre 1995 y 1999 como simple edil. La cuesti¨®n, por tanto, es ideol¨®gica y conservadora (o sea: pol¨ªtica). Nadie se enga?e.
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