Las l¨¢grimas de Serena

La pista est¨¢ llena de malos presagios: Serena Williams se arriesga a caer m¨¢s all¨¢ del puesto 500 del mundo, a entrar en la ominosa lista de las campeonas derrotadas a la primera en Wimbledon (solo le ocurri¨® a la alemana Graf, en 1994) y a ceder su primera derrota en la ronda inaugural de un torneo del Grand Slam desde que es alguien en esto.

La francesa Rezai, una m¨¢quina de pegar bombazos, ha igualado el partido a un set para cada una y olfatea la bola de break en el primer saque de la estadounidense en la manga definitiva. Es un momento dram¨¢tico. Un instante que mide la piel de una deportista. Serena, sin embargo, no ha ganado 13 grandes por nada. Vence ese juego, se lleva el encuentro (6-3, 3-6 y 6-1) y rompe a llorar durante interminables minutos para cerrar su victoria 200 en los grandes.

Ocurre en la entrevista a pie de pista. Una y otra vez se lleva la campeona vigente una toalla a los ojos. Una y otra vez intenta enjugar las l¨¢grimas que empapan su rostro. Una y otra vez da gracias a Dios y recuerda los tristes episodios que ha vivido en los ¨²ltimos 12 meses: una lesi¨®n en un pie y una embolia pulmonar que amenaz¨® su vida y la tuvo sin jugar un torneo hasta este mes.

"Ha sido un desastre de a?o", termina diciendo Serena, emocionada, deshecha, superada por los acontecimientos; "pero he rezado y he vuelto aqu¨ª, a Wimbledon, lo que es algo fant¨¢stico, porque no esperaba jugar. Nunca he llorado de alegr¨ªa, as¨ª que...", intenta despedirse.

Antes de dejarle marchar, sin embargo, el periodista quiere saber qu¨¦ la mantuvo en la pista, qu¨¦ le llev¨® a aguantar las acometidas de Rezai, por qu¨¦ quiso, quiso y quiso, cuando el viento invitaba a la despedida y el resultado incitaba a la depresi¨®n. Cae una l¨¢grima m¨¢s, y Serena se marcha: "Segu¨ª pensando.. 'Esto es Wimbledon, esto es Wimbledon".