La moda sin nombre
Lo m¨¢s in es lo out. Este lema se vive m¨¢s que nunca hoy en Madrid. Esta capital ha llegado a la saturaci¨®n del glamour, la sofisticaci¨®n, la europeizaci¨®n m¨¢s exc¨¦ntrica. Hace a?os que cuesta encontrar un restaurante con platos redondos, la moda de lo minimal se impuso hace una d¨¦cada y hasta antesdeayer arrasaba el retorno del ornamento. Sin embargo ya nada de eso es tendencia. La propia vanguardia est¨¢ desfasada. Lo que se lleva es salirse de la novedad.
Mientras ahora, en verano, reabren o se estrenan terrazas donde mostrar los preciados primeros morenos, mientras gran parte de la ciudad sale por las noches a ser vista en las barras de las azoteas o a trav¨¦s de las cristaleras de los remodelados mercados del centro, lo realmente cool son las catacumbas. Los garitos oscuros y decadentes a¨²n oliendo a tabaco, bares en los subsuelos de los barrios m¨¢s viejos, enmoquetados y lustrados de bronces. Hoy lo m¨¢s fashion no es exhibirse en alg¨²n lounge, sino tomarse unas copas en un piano bar. Acodarse en la cola del instrumento y cantar con la clientela melod¨ªas marchitas. Compartir coros con cincuentones borrachos, putas menop¨¢usicas, camareros sudorosos y alop¨¦cicos, divorciadas recauchutadas.
La acampada del 15-M en la Puerta del Sol tambi¨¦n ha atra¨ªdo el foco sobre una determinada est¨¦tica
La juventud m¨¢s en la onda ya no pretende mezclarse con gente de su edad. Cada vez m¨¢s treinta?eros se confiesan cansados de alternar con personas de su quinta y su clase social. Lo realmente entretenido y enriquecedor de la noche madrile?a es juntarse con la fauna aut¨¦ntica y aut¨®ctona de los cl¨¢sicos bares y discoteques de la ciudad. Chicos y chicas buscan una compa?¨ªa nocturna alternativa, kitsch, ins¨®lita. La diversi¨®n, la originalidad, la naturalidad son valores por encima de la seducci¨®n, la ostentaci¨®n o el glam.
Tanto en los c¨¢nticos del piano bar como en los coches de muchos chavales suena la Zarzamora, Nino Bravo, Mari Trini, Pimpinela. Las bandas m¨¢s enrolladas del panorama internacional, los ¨²ltimos estilos son lo pen¨²ltimo frente al estallido de una pasi¨®n por lo "m¨¢s nuestro". El amigo que realmente se apunta un tanto no es quien descubre a su grupo un restaurante con recetas engoladas o una ambientaci¨®n epatante. Sino quien sabe reconocer la tasca madrile?a con el sabor m¨¢s castizo. Locales muchas veces cutres pero interesantes por una cualidad imperecedera e incontestable: la autenticidad.
La acampada del 15-M en la Puerta del Sol ha atra¨ªdo el foco sobre una determinada ¨¦tica, pero tambi¨¦n sobre una est¨¦tica concreta. La voluntad antiglobalizadora, la cruzada por la transparencia y la sinceridad de la clase pol¨ªtica y econ¨®mica denota un desprecio de la impostura, de la artificialidad y la artificiosidad, una condena a la frivolidad y la falsa fachada de un mundo hueco. Las ropas llanas de gran parte de los acampados (especialmente de los pioneros), la propia construcci¨®n de la b¨®veda de pal¨¦s o la iconograf¨ªa de los esl¨®ganes delatan el gusto de la juventud madrile?a por lo verdadero. El lugar escogido para la protesta, la propia Puerta del Sol, con su ne¨®n de T¨ªo Pepe, su oso y su madro?o y su reloj de las campanadas son el perfecto escenario del Madrid ca?¨ª, cl¨¢sico y paleto (ca?¨ª y paleto como adjetivos positivos, reivindicativos de la idiosincrasia m¨¢s ¨ªntima y primaria).
No est¨¢ en boga lo nuevo, pero tampoco el impostado revival. Est¨¢ de moda lo que no pertenece a la moda, los lugares, las indumentarias, los guisos, las canciones que ni siquiera entran en la competici¨®n por seducir, por figurar en las revistas de tendencias, en los fascines o los programas alternativos de radio y televisi¨®n. Tampoco se trata de llevarle la contraria la moda, digamos que lo que verdaderamente se lleva (y eso corre el riesgo de considerarse una tendencia) es ignorarla, apearse del mainstream y, esencialmente, del cauce de lo guay y lo chic.
El problema es que muchos de los lugares decadentes cada vez m¨¢s atendidos por una juventud curiosa y algo c¨ªnica, est¨¢n tomando nota de su ¨¦xito. Los piano bares m¨¢s cl¨¢sicos suben el precio de sus copas y sus pianistas recriminan a los clientes de menor edad no saberse perfectamente la letra de las canciones. En esta ciudad es muy complicado vivir las corrientes en su momento dulce, sin agobios ni abusos, cuando las modas a¨²n no tienen nombre.
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