Ana C¨®rdoba, otra m¨¢rtir pacifista de Colombia
La activista defend¨ªa a los desplazados por el conflicto
"Me van a matar y nadie ha hecho nada", afirm¨® la activista colombiana Ana Fabricia C¨®rdoba durante una reuni¨®n con representantes del Gobierno colombiano el 29 de abril de este a?o. Lo hab¨ªa repetido varias veces. Ya le hab¨ªan matado a su esposo y a dos de sus hijos. Seis semanas despu¨¦s, el 7 de junio pasado, un desconocido le dio un tiro en la cabeza mientras viajaba en autob¨²s por Medell¨ªn a las 10 de la ma?ana. Ten¨ªa 51 a?os.
La activista, prima de la senadora Piedad C¨®rdoba, intermediaria entre el Gobierno colombiano y las FARC, conoci¨® la violencia desde su ni?ez. La guerra entre liberales y conservadores (19481960) oblig¨® a sus padres a dejar sus tierras en Tib¨² (al noreste de Colombia, en la frontera con Venezuela) y desplazarse hasta Urab¨¢, en la costa pac¨ªfica del pa¨ªs. Un hermano suyo milit¨® en Uni¨®n Patri¨®tica, un brazo pol¨ªtico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Entonces "comenz¨® el caos" asegur¨® a la revista Semana en una entrevista publicada en noviembre del a?o pasado. Los l¨ªderes y militantes de la Uni¨®n Patri¨®tica fueron perseguidos y pr¨¢cticamente exterminados por grupos paramilitares. Entre 1985 y 1988 murieron dos candidatos presidenciales, ocho congresistas, 13 diputados, 11 alcaldes, 70 concejales y miles de sus militantes.
Los paramilitares hab¨ªan matado a su marido y a dos hijos, de 13 y 19 a?os
Pera la violencia no ces¨®. Los paramilitares mataron a su esposo en 2000. C¨®rdoba y sus cinco hijos se mudaron a Medell¨ªn un a?o despu¨¦s. Recordaba su impresi¨®n al llegar a la segunda ciudad m¨¢s poblada de Colombia. "Me llam¨® la atenci¨®n que la gente se manten¨ªa muy aseada, diferente al campo, donde uno encuentra hombres barbados a toda hora y las manos se mantienen negras de trabajar la tierra. No sab¨ªa ni siquiera cu¨¢ndo ten¨ªan que parar los carros en los sem¨¢foros y me tiraba cuando transitaban por ah¨ª", relataba a Semana.
Las amenazas continuaron y pidi¨® en reiteradas ocasiones protecci¨®n del Estado. De poco le sirvi¨®. Uno de sus hijos, Carlos Mario Ospina C¨®rdoba, muri¨® asesinado a los 13 a?os en 2000 y otro m¨¢s, Jonatan, falleci¨® con 19 a?os en un tiroteo hace apenas 11 meses. La activista culpaba a la polic¨ªa de los dos cr¨ªmenes. En ninguno de los dos casos se ha dado con los culpables. El dolor, sin embargo, no le impidi¨® acusar en voz alta a diferentes miembros de los equipos de seguridad de brindar apoyo a la estructura paramilitar en la zona, adem¨¢s de cometer actos de tortura contra los j¨®venes de Medell¨ªn, seg¨²n relata un informe de la Federaci¨®n Internacional de Derechos Humanos.
C¨®rdoba se convirti¨® en l¨ªder de barrio La Cruz en Medell¨ªn, fund¨® en 2008 la organizaci¨®n L¨ªderes Adelante por un Tejido Humano de Paz (Latepaz) y se integr¨® en la Ruta Pac¨ªfica de las Mujeres, un grupo que busca una salida pac¨ªfica para el conflicto armado. La muerte de la activista ha empa?ado la ilusi¨®n por una paz en Colombia, motivada por la reciente ratificaci¨®n de la Ley de V¨ªctimas, que busca resarcir el da?o a cuatro millones de personas afectadas por el conflicto armado y restituir m¨¢s de dos millones de hect¨¢reas a los desplazados. Por lo pronto, algunas Organizaciones de Derechos Humanos han anunciado la suspensi¨®n del di¨¢logo con el Gobierno colombiano a ra¨ªz del asesinato.
A C¨®rdoba le sobreviven tres hijos: Diana, de 28 a?os; Carlos Arturo, de 18, y, Carolina, de 12. El mismo d¨ªa que muri¨® su madre volvieron a ser amenazados. Han pedido el apoyo del Gobierno colombiano. "Les han matado al pap¨¢, a dos hermanos, a la mam¨¢, y lo que expresan es toda la preocupaci¨®n", afirm¨® el martes el vicepresidente colombiano, Angelino Garz¨®n, que a?adi¨® que estudian "los mecanismos necesarios" para trasladarlos a otro pa¨ªs. "Es un asesinato que hubi¨¦ramos podido evitar", reconoci¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.