Tri¨¢ngulo
En 1936, a la edad de 50 a?os, Junichir? Tanizaki (Tokio, 1886-Yugawara, 1965) public¨® la novela ahora reci¨¦n traducida al castellano con el t¨ªtulo La gata, Shozo y sus dos mujeres (Siruela), en la que el enredo amoroso alcanza un grado de morbosa complicaci¨®n insospechado, lo que es mucho decir para este refinado escritor japon¨¦s, atenazado por pulsiones er¨®ticas de perversa sofisticaci¨®n, que, al parecer, vivi¨® tanto como imagin¨®. Durante la d¨¦cada de 1930, en la que escribi¨® la novela que acabamos de citar, Tanizaki se vio envuelto en una tumultuosa relaci¨®n con Matsuko Morita, que se convertir¨ªa en su tercera esposa y que despu¨¦s le abandon¨® para casarse con su mejor amigo.
En cualquier caso, el salto cualitativo de La gata, Shozo y sus dos mujeres en relaci¨®n, por ejemplo, con otra novela anterior, tambi¨¦n publicada en nuestra lengua con el t¨ªtulo de Arenas movedizas (Siruela), cuya edici¨®n original data de 1931, consiste en que el objeto de deseo, en torno al cual se forma una relaci¨®n triangular es, en efecto, una gata llamada Lily, sobre la que gira de forma tan obsesiva la mente de Shozo que el animal se convierte en la moneda de cambio entre las dos mujeres que se disputan el amor de este joven indolente, atrapado, sin embargo, por el a¨²n m¨¢s indolente felino, que, como quien dice, no se casa con nadie. Es verdad que, dentro del imaginario masculino, una de las versiones m¨ªticas de la mujer es la de comparar su imagen y comportamiento con el de los felinos, cuya ¨¢gil y cadenciosa belleza estriba en su peligrosa naturaleza furtiva. La mujer, claro, como insondable objeto de deseo y, por tanto, algo incontrolable.
Desde esta perspectiva, da igual que la protagonista del relato en cuesti¨®n sea una hermos¨ªsima mujer, tal cual, como lo es la joven modelo Mitsuko Tokumitsu en Arenas movedizas, de la que se enamoran fren¨¦ticamente el tri¨¢ngulo formado por el matrimonio Kakiuchi y Eijiro Watanuki, sin que ninguno de los tres puedan ser correspondidos en exclusiva, o que lo sea una gata de raza occidental, llamada Lily, de la que cae prendado Shozo y, con ¨¦l, sus dos sucesivas mujeres, Shinako y Fukuko. Y da igual, porque la felina mujer o la femenina gata, dej¨¢ndose simult¨¢neamente querer por todos, pero sin entregarse en el fondo a nadie, provocan la fascinaci¨®n de lo inalcanzable, cuya formulaci¨®n geom¨¦trica y simb¨®lica es la de un tri¨¢ngulo, casi nunca, en la vida, equil¨¢tero.
A diferencia de la rotunda perfecci¨®n de lo circular, cuya entr¨®pica movilidad se convierte en paradigma de lo inm¨®vil, los tres vectores encerrados en el dise?o triangular no cejan en su impar pugna, generando una variopinta gama formas inestables. No es extra?o, por tanto, que el tri¨¢ngulo, para el pensamiento alqu¨ªmico, simbolice el fuego y el coraz¨®n, as¨ª como, seg¨²n est¨¦ derecho o invertido, apunte al cielo o a la tierra, sea monta?a o caverna. Protuberancia o hueco, el alanceolado tri¨¢ngulo parece apuntar a algo extr¨ªnseco e inalcanzable: es, pues, la forma m¨¢s adecuada para la humanidad deseante, dejando tras de s¨ª un rastro de cat¨¢strofes art¨ªsticas.
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