Indignados con los periodistas
Las cr¨ªticas del Movimiento 15-M a los medios de comunicaci¨®n plantean un debate sobre el papel del periodismo. Los "desafiliados" del sistema no se sienten representados
?Manipuladores! Eso es lo que muchos periodistas que cubr¨ªan las protestas del Movimiento 15-M han tenido que escuchar de manifestantes indignados. "Se nos mean encima y la prensa dice que llueve". En esta frase resum¨ªa un grupo de acampados de Barcelona su visi¨®n del papel que juegan en esta crisis los grandes medios de comunicaci¨®n, a los que acusan de tergiversar la realidad en beneficio del poder establecido. La cobertura de los incidentes ocurridos ante el Parlamento catal¨¢n les ha confirmado en sus cr¨ªticas. La lectora Isabel N¨²?ez, por ejemplo, considera que los incidentes se han "magnificado y extendido interesadamente". "Desde que surgi¨®", a?ade Iago Garc¨ªa, "los medios de comunicaci¨®n nacionales no han cesado en su empe?o de demonizar al movimiento".
La descalificaci¨®n es global, lo cual indica que se trata de un estado de opini¨®n que ha tenido una larga gestaci¨®n y que ahora se manifiesta en cr¨ªticas como la que me remite el Observatorio de Medios de la Asamblea Popular de Arganzuela (Madrid). Sus miembros observan "una creciente tendencia por parte de los principales medios de comunicaci¨®n a tergiversar la realidad. Ya no hablamos de ilustrar las manifestaciones del 15-M con fotograf¨ªas de otros pa¨ªses, o de manipularlas para dejarnos sin cabeza, sino de algo mucho m¨¢s grave que atenta contra los propios principios deontol¨®gicos del periodismo: la construcci¨®n de una realidad falsa y la inclusi¨®n de opini¨®n donde solo deber¨ªa haber informaci¨®n". Se refieren, por ejemplo, "a tomar la parte por el todo y a magnificar la an¨¦cdota", con el prop¨®sito, en este caso, de criminalizar las protestas y caracterizar como violento a todo el movimiento.
"Me temo que la decepci¨®n con el tratamiento que los medios le han dado est¨¢ muy generalizada, en muy distintos sectores de poblaci¨®n y de muy distintas generaciones", advierte Isabel N¨²?ez. Esto es lo preocupante. En los ¨²ltimos a?os hemos podido observar c¨®mo la imagen de los periodistas se deterioraba en las encuestas de valoraci¨®n ciudadana, pero nunca hasta ahora las cr¨ªticas se hab¨ªan expresado de forma tan clara. Creo que debemos preguntarnos por qu¨¦. Para ello he pedido ayuda a tres personas cuyo criterio considero de referencia: Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, director de la Escuela de Periodismo de EL PA?S-UAM, Llu¨ªs Bassets, director adjunto de EL PA?S responsable de Opini¨®n, y Daniel Innerarity, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Social y Pol¨ªtica.
Para Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, "el movimiento de los indignados critica a los medios de comunicaci¨®n tradicionales, sin establecer muchas diferencias entre unos y otros, porque para ellos la contradicci¨®n principal no est¨¢ entre la izquierda y la derecha, entre los profesionales y los manipuladores, entre los propietarios y los periodistas, sino entre el establishment econ¨®mico, pol¨ªtico y medi¨¢tico (con quien est¨¢ tan cabreado) y lo que Robert Castel denomina 'los desafiliados del sistema': desafiliados pol¨ªticos (no se sienten representados por los partidos en su actual configuraci¨®n); desafi-liados econ¨®micos (piensan que no tienen futuro, ni probablemente presente dentro del actual estado de cosas), y desafiliados sociales (no se sienten identificados con los medios de comunicaci¨®n de masas porque consideran que sesgan la realidad o marginan otras realidades)". La consecuencia, seg¨²n Estefan¨ªa, es que "han sustituido a los partidos y a los sindicatos como formas de organizaci¨®n de la democracia por su propio movimiento, y a los medios tradicionales por las redes sociales como estructuras de apoyo y de comunicaci¨®n para informarse y debatir, ya que esas redes no parecen tener un centro decisorio mediatizado".
A Llu¨ªs Bassets no le sorprende que los indignados dirijan tambi¨¦n "sus miradas cr¨ªticas, a veces demoledoras, contra el periodismo establecido. Ser¨ªa extra?o que quienes impugnan la representaci¨®n pol¨ªtica no discutieran la mediaci¨®n period¨ªstica. Elecciones sin urnas, democracia sin representantes, huelgas sin sindicatos o periodismo sin periodistas, son paradojas del siglo XXI que est¨¢n ya entre nosotros, en forma de unas utop¨ªas que denuncian todo lo que hay de in¨²til y nocivo en el sistema vigente y exigen eliminar las enormes cantidades de grasa sobrante".
Para Estefan¨ªa, "el movimiento de los indignados se sustenta en un problema de expectativas incumplidas: j¨®venes que no saben qu¨¦ har¨¢n cuando terminen sus estudios, condenados a largos periodos de paro y a salarios miserables cuando trabajan, que piensan que los medios de comunicaci¨®n tradicionales asumen mucho m¨¢s los problemas de los instalados (empleados, jubilados, funcionarios, acogidos al Estado de bienestar) que los suyos propios. Todav¨ªa no han ca¨ªdo en que muchos de los que trabajan en los medios de comunicaci¨®n podr¨ªan formar parte de ese movimiento por sus condiciones econ¨®micas, su desafecci¨®n pol¨ªtica o su cr¨ªtica a los procedimientos con los que se elaboran los programas informativos y de entretenimiento".
Daniel Innerarity inscribe la creciente desafecci¨®n hacia los medios en la crisis general de las intermediaciones: "Hay un asalto generalizado del Movimiento 15-M contra la idea de la mediaci¨®n. Se est¨¢ instaurando una visi¨®n seg¨²n la cual la voluntad general es algo que se puede construir sin instituciones intermediarias. Es un tipo de sociedad que se considera mejor representada por los aficionados que por los expertos y que valora m¨¢s al filtrador que al periodista. Este es el nuevo esp¨ªritu, y lo que indica que vivimos un cambio de ¨¦poca es que esta idea es compartida por gentes de procedencia e ideolog¨ªa muy diferentes. Se est¨¢ creando una utop¨ªa positiva de democracia directa que podemos encontrar tanto en sectores de la izquierda como de la derecha ultraliberal, que defiende que cuantos menos intermediarios y menos regulaci¨®n, mejor".
Pero las intermediaciones son necesarias. Tambi¨¦n la del periodismo, porque una cosa es recibir informaci¨®n y otra estar bien informado. La cuesti¨®n es qu¨¦ tipo de periodismo. "Es dif¨ªcil imaginar un mundo absolutamente limpio de intermediaciones", argumenta Llu¨ªs Bassets. "Las seguir¨¢ habiendo, aunque probablemente deber¨¢n tener mejor ajuste y mayores controles. La credibilidad, en pol¨ªtica y en periodismo, ser¨¢ m¨¢s cara y habr¨¢ que gan¨¢rsela con mayor esfuerzo, quiz¨¢s m¨¢s personal que corporativamente. La competencia se pondr¨¢ dur¨ªsima y cuanto m¨¢s nos adelantemos en el esfuerzo mejor ser¨¢ para nuestra credibilidad futura".
"La sociedad", corrobora Innerarity, "probablemente ya no tolera un modelo de periodismo autoritario, que establece la agenda informativa y decide qu¨¦ es lo que a la gente le interesa. Pero de la misma manera que es necesaria la intermediaci¨®n pol¨ªtica -otra cosa es c¨®mo se ejerza- para articular consensos y conformar el inter¨¦s general, tambi¨¦n me parece una ilusi¨®n pensar que la opini¨®n p¨²blica se puede construir de manera ca¨®tica, sin aplicar ciertos instrumentos de comprobaci¨®n y ordenaci¨®n que tienen los periodistas y no los dem¨¢s. Porque no est¨¢ claro que un mundo sin la intermediaci¨®n de los periodistas vaya a estar mejor informado. En la sociedad de Internet, el problema no es la informaci¨®n, el problema es la confusi¨®n. Hay disponibilidad absoluta de informaci¨®n, pero tambi¨¦n mucha confusi¨®n. Y precisamente por eso, nada es m¨¢s necesario hoy en d¨ªa que un buen periodista".
Estoy de acuerdo. Pero es urgente redefinir qu¨¦ es buen periodismo y se?alar aquellas pr¨¢cticas period¨ªsticas que contribuyen al descr¨¦dito general de los medios. "Si segu¨ªs empe?ados en un periodismo donde la informaci¨®n objetiva y veraz est¨¦ supeditada a la l¨ªnea editorial, crear¨¦is un golem que terminar¨¢ por devoraros", advierte el colectivo de Arganda. "En nombre de las personas que os leen, de las personas que pagaron vuestras carreras de periodismo, de las personas que conf¨ªan en vuestra imparcialidad, recuperad vuestra profesionalidad como periodistas", concluye. Los indignados nos confrontan con nuestras carencias como colectivo. Creo que el debate es urgente y necesario y por eso les animo a que me env¨ªen su opini¨®n. La expondr¨¦ en la p¨¢gina de la Defensora en Elpais.com.
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