Mientras quede un ciudadano
Buen momento este para montar Los persas, tragedia hist¨®rica donde una comunidad de ciudadanos libres reunidos en asamblea (el pueblo griego) le planta cara a un enemigo gigantesco, hasta desarbolarlo. Francisco Su¨¢rez, su director, ha establecido una analog¨ªa entre aquel enfrentamiento (la batalla de Salamina) y las revueltas ¨¢rabes de ahora, hasta el punto de identificar a Jerjes con Gadafi: mientras el dolorido caudillo persa (Cr¨ªspulo Cabezas) lamenta su derrota, aparece la imagen filmada del tambaleante dictador libio. No hac¨ªa falta ponerlo tan claro.
Hay un ir y venir constante entre la representaci¨®n teatral del texto de Esquilo y la proyecci¨®n sobre pantalla de im¨¢genes de la primavera ¨¢rabe, entresacadas de Facebook, pero las alusiones que la versi¨®n de Jaime Siles hace a los poderosos que no rinden cuentas y a la lucha imparable de los ciudadanos ("libres, los pueblos lo dir¨¢n todo, pues libres, para decirlo todo, se levantar¨¢n las ciudades") nos hacen pensar m¨¢s bien, por proximidad, en quienes en la plaza Sintagma de Atenas se revuelven hoy contra las imposiciones de la Uni¨®n Europea y del FMI, y en nuestros conciudadanos reunidos en asamblea en plazas de toda Espa?a para impulsar una renovaci¨®n de la democracia y pedir medidas efectivas contra la corrupci¨®n.
LOS PERSAS
Autor: Esquilo. Int¨¦rpretes: Alicia S¨¢nchez, Miguel Palenzuela, In¨¦s Morales... Dramaturgia y direcci¨®n: Francisco Su¨¢res. Teatro Espa?ol, sala peque?a.
Hasta el 24 de julio.
El director busca con ah¨ªnco la manera de darle a su montaje empaque ritual, y lo consigue en parte: falta una energ¨ªa troncal que vertebre las escenas inspiradas y los hallazgos. Entre estos, figuran el despliegue de una divisi¨®n de copas de vidrio sobre una mesa de metacrilato para ilustrar los movimientos de las tropas; el relato sincopado de la derrota persa (Jes¨²s Noguero, su int¨¦rprete, sortea admirablemente el peligro de agarrarse a un registro dram¨¢tico); la luz fr¨ªa con que Paco Ariza envuelve a los personajes en un halo de irrealidad; el vestuario de Ana Rodrigo, que los coloca m¨¢s all¨¢ del tiempo y de la historia....
El trabajo colectivo est¨¢ en l¨ªnea con la tradici¨®n moderna de montar la tragedia griega a partir de lo que queda hoy vivo del antiguo teatro sagrado: el manto que viste la reina (In¨¦s Morales) en la escena final es el de la Esperanza Macarena, y el paso al que avanza, procesional; la aparici¨®n del fantasma del rey Dar¨ªo, de espaldas, para que su rostro desasosegador nos sorprenda al girarse sobre s¨ª mismo, ha sido tallada por Albert Vidal, su int¨¦rprete, con la fuerza tel¨²rica de esas performances suyas en las que, enterrado vivo, emerg¨ªa de entre los muertos...
Jaime Siles, autor de una versi¨®n expresiva, sint¨¦tica y libre pero acompasada al original, salva con galanura la dificultad del encargo. El valioso trabajo de los actores no est¨¢ del todo empastado a¨²n. Con poco m¨¢s (o un poco m¨¢s afinado), la funci¨®n podr¨ªa tener pegada de veras.
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