Pelopincho, ?vivo o muerto?
Guardia Civil y polic¨ªa discrepan sobre el paradero del presunto narco - Unos creen que fue asesinado y otros se inclinan por la fuga o el secuestro
En pleno juicio contra los 32 testaferros del narcotraficante Jos¨¦ Antonio Pouso, alias Pelopincho, acusados de haber blanqueado m¨¢s de 15 millones de euros que supuestamente amas¨® con el negocio de las drogas, su paradero sigue siendo una inc¨®gnita desde que en noviembre pasado denunciaran su desaparici¨®n, pocos d¨ªas despu¨¦s de quedar en libertad provisional como principal implicado en este proceso. Un gui¨®n de intriga y suspense rodea su extra?a desaparici¨®n en la localidad coru?esa de Padr¨®n, donde resid¨ªa con su ¨²ltima mujer. Mientras la Interpol le sigue el rastro, las versiones sobre el paradero de Pelopincho arrojan todo tipo de conjeturas: fuga voluntaria, v¨ªctima de un secuestro o incluso se especula con el asesinato por un ajuste de cuentas.
D¨ªas antes de desaparecer, fue secuestrado otro narco en Pontevedra
Algunos de sus allegados le sit¨²an en Brasil y otros dicen que sigue en Galicia
Una suma de interrogantes que ahora trata de aclarar el Juzgado n¨²mero 1 de Cambados donde se instruyen unas diligencias secretas, abiertas a ra¨ªz de una investigaci¨®n policial que comienza cuando Pelopincho se esfuma sin dejar rastro. Agentes especializados contra el crimen organizado se centraron en una pista fiable que habr¨ªa permitido localizar a Pouso Rivas, pero se perdi¨® al poco tiempo y hoy parece que las pesquisas se han estancado sin que se haya podido a?adir ning¨²n dato nuevo sobre si est¨¢ vivo o muerto. Intervenciones telef¨®nicas y otros elementos de investigaci¨®n como la colaboraci¨®n con la polic¨ªa de otros pa¨ªses no han dado resultados y las diligencias ya han pasado por las manos de dos juezas instructoras.
Frente a la hip¨®tesis de la polic¨ªa, que apunta a la fuga del narcotraficante como la m¨¢s probable, fuentes de la Guardia Civil que instruyeron el atestado sobre la denuncia de su desaparici¨®n sostienen que Pelopincho fue asesinado por unos sicarios cuando pretend¨ªa cerrar una operaci¨®n de hach¨ªs. La denuncia se tramit¨® en el puesto de la Guardia Civil de Padr¨®n y se le dio traslado a la brigada de desaparecidos de la Comandancia de A Coru?a. Seg¨²n el atestado, Taisa Dasilva Oviedo, una joven brasile?a, la ¨²ltima compa?era del narcotraficante, con la que ten¨ªa tres hijos, uno de ellos reci¨¦n nacido, declar¨® que sospechaba que algo grave le hab¨ªa ocurrido a Pouso porque ten¨ªa por costumbre despedirse de ella y llevar equipaje cuando se ausentaba varios d¨ªas de casa.
Las primeras investigaciones de la Guardia Civil vincularon el caso de Pelopincho con la denuncia de un secuestro anterior, presentada el 19 de noviembre en Pontevedra por la esposa de Jos¨¦ Bernardo Villaverde Amil, con antecedentes por tr¨¢fico de hach¨ªs. Los agentes constataron que ambos hab¨ªan coincidido en la c¨¢rcel, cuando Pouso fue detenido en 2005 por su implicaci¨®n en el proceso de blanqueo por el que ten¨ªa que ser juzgado estos d¨ªas. Seg¨²n este segundo atestado, dos individuos se presentaron en el domicilio de Villaverde en la ciudad de Pontevedra y se lo llevaron en presencia de su esposa y sus hijos. Dos semanas despu¨¦s, el coche en el que se march¨® con sus captores apareci¨® calcinado en un pinar cerca de la capital. Desde entonces nada se sabe de su paradero. Tampoco se han podido obtener pruebas en los pocos restos que quedaron de la carrocer¨ªa, pasto de las llamas.
El informe de los agentes del instituto armado no dej¨® lugar a dudas sobre la suerte de ambos narcotraficantes, a partir de los testimonios de famiiares y personas vinculadas con Pouso y Villaverde que permitieron reconstruir un escenario donde el tr¨¢fico de drogas habr¨ªa sido el m¨®vil de un supuesto ajuste de cuentas. "No desaparecieron por su propia voluntad, alguien orden¨® que desaparecieran y si no hay cad¨¢ver, no hay pruebas, este es el eterno drama de los desaparecidos", comenta uno de los investigadores del caso.
Otros familiares de Pouso creen que no ha salido de Galicia y que est¨¢ escondido en alg¨²n lugar, aunque nadie se atreve a mencionar su nombre. Pero la ausencia de Pelopincho marc¨® el juicio que comenz¨® el pasado martes. De hecho los abogados de algunos acusados pidieron la nulidad del proceso porque no estaba el principal implicado. "Yo no s¨¦ nada ni quiero saber", dice su hermana Mar¨ªa Jos¨¦, en presencia de su padre, tambi¨¦n imputado. "Hace mucho tiempo que no tengo noticias de ¨¦l y yo ahora vivo en Gij¨®n porque me fui de Galicia escaldada como una n¨¦cora por todos estos problemas", a?ade.
Otros allegados al narcotraficante creen que Brasil podr¨ªa ser uno de los posibles escondites. De ese pa¨ªs proceden las cuatro principales testaferros de Pouso, con las que mantuvo una relaci¨®n sentimental y suma ocho hijos reconocidos, adem¨¢s de los dos que ten¨ªa con su primera mujer, igualmente acusados por blanqueo. "Las mujeres brasile?as eran una de sus debilidades", ironiza la abogada de una de ellas.
Taisa Dasilva vive con sus tres hijos menores en un piso de A Coru?a que Pelopincho puso a su nombre pero que est¨¢ embargado. Como imputada en el sumario por blanqueo, esta brasile?a de 25 a?os lleg¨® a un acuerdo de conformidad con la fiscal¨ªa tras reconocer los cargos, al igual que lo han hecho otros 23 imputados. La condena de cinco a?os y seis meses y multa de 1,5 millones de euros como presunta testaferro le ha quedado reducida a menos de la mitad aunque probablemente se le declare insolvente, dada su situaci¨®n actual, sin trabajo y desasistida econ¨®micamente por el padre de sus hijos. El juicio se reanuda hoy en la Audiencia de Pontevedra.
Falsa alarma en Vilagarc¨ªa
Una llamada an¨®nima puso la semana pasada en jaque a la polic¨ªa judicial de Pontevedra. El comunicante inform¨® de que hab¨ªa visto a Pelopincho en un restaurante de Vilagarc¨ªa, despu¨¦s de que su nombre apareciese en los medios de comunicaci¨®n al d¨ªa siguiente de comenzar el juicio en el que el narcotraficante fue el gran ausente. Dos agentes acudieron al local y entraron discretamente para no levantar sospechas.
La identificaci¨®n del fugitivo no iba a resultar f¨¢cil ya que las fotograf¨ªas que la Guardia Civil tiene de Pouso Rivas no son recientes, por lo que iban preparados para encontrarse con un rostro perfectamente camuflado que le permitiese pasar desapercibido. De hecho, Pouso ha perdido pr¨¢cticamente la abundante cabellera por la que fue bautizado con el mote de Pelopincho entre las tripulaciones de los barcos en los que estuvo enrolado para transportar coca¨ªna y hach¨ªs, a principios de los a?os noventa.
Los guardias entraron, hicieron una inspecci¨®n ocular y fotos de los comensales por si entre ellos pudiera encontrarse uno de los hombres actualmente m¨¢s buscados. Tambi¨¦n interrogaron a varios testigos, pero el informe final fue negativo. Pelopincho nunca hab¨ªa estado all¨ª.
La detenci¨®n de Pelopincho dar¨ªa un vuelco al caso y comprometer¨ªa a¨²n m¨¢s si cabe a todos sus testaferros que se sientan en el banquillo. Por el contrario, en el supuesto de que fuese su cad¨¢ver el que apareciese, la situaci¨®n ser¨ªa otra muy distinta para los acusados, sobre todo para aquellos que no han reconocido su culpa y sostienen que fueron v¨ªctimas del narcotraficante, que los utiliz¨®. La investigaci¨®n judicial sobre su paradero podr¨ªa acabar en el archivo si la polic¨ªa no consigue aclarar e enigma.
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