Un debutante de cincuenta y tantos
Suena extra?o decirlo, pero ayer asistimos al bautismo en solitario de Alejo Stivel, caballero de 52 a?os y personaje se?ero en el rock en castellano de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. Stivel fue, ya saben, cantante de Tequila a finales de los setenta y ha producido a todo bicho viviente, desde los notables (Sabina, M-Clan) al pop comercial y la pachanga flamenquita; pero ha tenido que esperar a la edad madura para firmar un disco, Dec¨ªamos ayer, en primer persona. Anoche oficializ¨® este estreno con una puesta de largo en la Joy Eslava. Nervioso y exultante, como buen artista... novel.
La marca Alejo dista de ser tan popular como la de Tequila, as¨ª que el bonaerense demor¨® tres cuartos de hora el arranque para que el aforo pasase de pobre a aceptable. A partir de ah¨ª, nuestro distinguido debutante de cincuenta y tantos se ajust¨® al guion de sus a?os mozos, con su porte cl¨¢sico de rockero stoniano: perfil escu¨¢lido, vaqueros ajustados a unas piernas con poca chicha, deje razonablemente chulesco y la suficiente jactancia como para lucir, pese a la can¨ªcula, una impoluta americana oscura. Tambi¨¦n presumi¨® de sombrero, pero, lejos de la tendencia amaralizante, se despoj¨® de ¨¦l a la segunda canci¨®n, aun evidenciando sus limitaciones capilares. "Yo me voy a desmelenar el coraz¨®n", anot¨® con la gracia de quien no necesita ser solemne consigo mismo las 24 horas.
Sorprende que emprenda con un disco de versiones su trayectoria solista
Lo sorprendente en un artista tan cualificado es que emprenda trayectoria solista con un disco de versiones, el divertimento por excelencia de la m¨²sica pop. "Vamos a hacer canciones viejas, viej¨ªsimas y muy viejas", resumi¨® ¨¦l mismo. Y era cierto: viej¨ªsimas y famos¨ªsimas. No parece demasiado audaz reincidir (con o sin Pereza) en Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como este, paradigma del rock en castellano. Alejo tambi¨¦n tira del manual de los arquetipos cuando recurre a originales euforizantes (Enamorado de la moda juvenil) o a suministrar unas dosis de reggae a lo que se tercie; en este caso, Yo no te pido, de Pablo Milan¨¦s.
Hay bastante m¨¢s ingenio en la transformaci¨®n country de Sobre un vidrio mojado (que Stivel canta con una in¨¦dita tesitura grave) o la homologaci¨®n de Hoy puede ser un gran d¨ªa a los est¨¢ndares de Tequila. Pero, en general, queda la sensaci¨®n de que el concepto es tan ameno como obvio. La cosa funciona, no pod¨ªa ser de otra manera. Y m¨¢s si el argentino se rodea de un quinteto correoso y con callo, la ant¨ªtesis misma de esas boy bands que tanto proliferan. Estos son tipos curtidos, con pegada, renuentes a visitar al peluquero, moderadamente malencarados y muy inquietantes para el padre de la muchacha a la que pidan su mano. Para remachar la iconograf¨ªa rockera, Alejo invit¨® a una rubia guapa de las primeras filas y se marc¨® un agarrado con ella a cuenta de Dime que me quieres. No sabe nada, el t¨ªo.
Ha vivido mucho Stivel, personaje sabio al que, como en el cl¨¢sico de Tequila, el tiempo no ha cambiado. El peligro es que su apuesta por caminos tan trillados le haga parecer conservador. Y no creemos que sea esa la categor¨ªa con la que se sienta m¨¢s c¨®modo e identificado.
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