Un 'western' como los de antes
Si no existieran los t¨ªtulos de cr¨¦dito en Blackthorn o desconociera la nacionalidad de sus creadores, podr¨ªa jurar sin margen de equivocaci¨®n que esta pel¨ªcula desprende el inconfundible aroma del mejor cine norteamericano, una tem¨¢tica, unos sentimientos, unos personajes y una forma de narrar con el sello de una tradici¨®n gloriosa, esa narrativa en la que todo resulta apasionante y veraz, sugerente e intenso, complejo y magn¨¦tico. Adopta la est¨¦tica y la geograf¨ªa del western, un universo peligroso o probable carne de impostura cuando los que se acercan a ¨¦l no est¨¢n familiarizados con el ambiente y las claves de un g¨¦nero irrenunciablemente norteamericano. Hablo del western serio, no de aquellas populares y ralentizadas estupideces que se rodaban en Almer¨ªa y conocidas como spaghetti-western. Aunque tampoco es necesario que el paisaje del western tenga que desarrollarse para ser cre¨ªble en Texas, Nuevo M¨¦xico, Arizona, Kansas y el Monument Valley. Basta con que contenga su genuino esp¨ªritu, sus reconocibles est¨¦tica y ¨¦tica.
BLACKTHORN
Direcci¨®n: Mateo Gil.
Int¨¦rpretes: Sam Shepard, Eduardo Noriega, Stephen Rea, Magaly Solier, Nicolak Coster-Wakldau.
G¨¦nero: western. Espa?a, 2011.
Duraci¨®n: 97 minutos.
Mateo Gil maneja extraordinariamente todos los elementos de su pel¨ªcula
Es la mejor sorpresa que me ha dado en mucho tiempo el cine espa?ol
Por ejemplo: Blackthorn se desarrolla en Bolivia a finales de los a?os veinte. Ni el escenario ni la ¨¦poca corresponden a la idea que poseemos del western, pero todo lo que vemos, o¨ªmos e intuimos lleva las caracter¨ªsticas y la iconograf¨ªa de los espacios abiertos, de jinetes en la tormenta o en la placidez, de la violencia vocacional o inevitable, de gente curtida y cansada intentando sobrevivir, de amaneceres y crep¨²sculos, de persecuciones a trav¨¦s de monta?as y desiertos de sal, de despedidas provisionales o definitivas, de saloons en los que se bebe hasta el desmayo absenta local en vez de whisky y en los que puede estallar la violencia en cualquier momento, de soledades alrededor de una hoguera nocturna en las que sobriamente aparece la melanc¨®lica o dolorosa evocaci¨®n del pasado, de villanos aparentes y villanos reales, de seres al margen de la ley que mantienen c¨®digos intransferibles por los que deben pagar un precio muy alto.
Esta historia que retrata sin aspavientos ni ¨¦nfasis ni impostura el ocaso, pero tambi¨¦n el recuerdo de ¨¦pocas vitalistas y plenas cuando se presiente la llegada de la definitiva oscuridad, ha sido escrita por Miguel Barros, un guionista espa?ol al que desconoc¨ªa, pero en cuya personalidad cin¨¦fila descubres que ha mamado con inteligencia, lucidez y admiraci¨®n del mundo de Sam Peckinpah, de ese artista bronco y l¨ªrico que habl¨® mejor que nadie de la violencia y del crep¨²sculo, de seres duros, llenos de cicatrices externas e internas, sin futuro, que no se llevan bien con los nuevos tiempos, expertos en supervivencia que pueden desatar el infierno y abrasarse en ¨¦l en nombre de una moral y unos principios que no se rigen por lo establecido. Y la dirige Mateo Gil, ese enigm¨¢tico se?or cuyo mayor cr¨¦dito art¨ªstico era el de ser coguionista en casi todas las pel¨ªculas de Alejandro Amen¨¢bar, de haber colaborado con sus ideas y con su escritura en un cine ajeno y de permanente ¨¦xito comercial y cr¨ªtico. Tambi¨¦n hab¨ªa dirigido una intriga con vocaci¨®n de negrura, ambientada en la Semana Santa y con el existencialista t¨ªtulo de Nadie cococe a nadie, pel¨ªcula que vi y escuch¨¦ con cierto inter¨¦s pero de la que me cuesta un notable trabajo recordar algo.
Sospecho que me va ocurrir todo lo contrario con la hermosa Blackthorn, centrada en la vejez y en la clandestinidad de un hombre que decidi¨® 20 a?os antes que vivir¨ªa sin excesivos sobresaltos el resto de su accidentada vida si sus eternos perseguidores se convenc¨ªan de que hab¨ªa muerto. Era el legendario atracador Butch Cassidy, perseguido junto a su colega Sundance Kid hasta el fin del mundo por la implacable profesionalidad de la Agencia Pinkerton, tantas veces ridiculizada por ellos. Les acompa?aba una mujer decidida y enamorada de ambos que un d¨ªa se larg¨® porque esperaba un hijo y tampoco quer¨ªa ser testigo de su muerte. Ha llegado el invierno para Butch Cassidy. Aunque est¨¦ a gusto con su anonimato y su soledad, los recuerdos cada vez pesan m¨¢s. Es la hora de partir. Se lo va a impedir alguien que no es lo que parece, circunstancias al l¨ªmite en las que tendr¨¢ que tomar partido. Con su conciencia, con su irrenunciable sentido de la justicia, del bien y del mal, de la autenticidad y la impostura, de la lealtad y la traici¨®n
Mateo Gil maneja extraordinariamente todos los elementos de su pel¨ªcula. Lo que cuenta y la forma de hacerlo posee cuerpo y alma. El campo hipn¨®tico, la sutileza, la personalidad, la sabidur¨ªa y la presencia de ese se?or llamado Sam Shepard impresionan. No respondo del doblaje. Y Noriega aguanta bien el tipo haciendo de sparring en reto tan desigual. Blackthorn es la mejor sorpresa que me ha dado en mucho tiempo el cine espa?ol. O el cine a secas.
Babelia
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