EE UU no debe dormirse en los laureles
Hace 15 a?os, Washington crey¨® que iba a reinar en el mundo con un poder supremo e irresistible. Tras una serie de derrotas y traspi¨¦s b¨¦licos, pol¨ªticos y econ¨®micos, ya no lo cree. Est¨¢ en el agujero
En estos d¨ªas se celebra el aniversario de la independencia de Estados Unidos. Como todos sabemos, hace 15 a?os, una invasi¨®n extraterrestre despleg¨® unas naves de guerra en forma de platillos volantes gigantescos sobre la Tierra, pero fue rechazada gracias al ingenio, las agallas y el hero¨ªsmo de las fuerzas estadounidenses, que encabezaron una coalici¨®n mundial. El presidente norteamericano Thomas J. Whitmore declar¨® que el 4 de julio ser¨ªa, a partir de entonces, el D¨ªa de la Independencia no solo de Estados Unidos, sino del mundo entero. Un cr¨ªtico dijo que su discurso era "el soliloquio m¨¢s alucinante y pomposo jam¨¢s pronunciado en una superproducci¨®n de Hollywood", lo cual, dada la competencia, es mucho decir.
Cada vez que vengo, me llaman la atenci¨®n las se?ales visibles de decadencia
Un senador dijo: "Este pa¨ªs va a convertirse en Grecia, pero sin una UE que le rescate"
No era m¨¢s que una pel¨ªcula, por supuesto, pero el filme de 1996 es tambi¨¦n un testimonio de su ¨¦poca. Nos devuelve a un instante en el que Estados Unidos parec¨ªa reinar con un poder supremo, irresistible, tanto en la vida como en el cine. La nueva Roma, Prometeo liberado, con el ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de la historia: era la hiperpotencia en el centro de un mundo unipolar.
Qu¨¦ distintas son las cosas 15 a?os despu¨¦s. El Ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de la historia ha librado desde entonces dos grandes guerras, en Irak y Afganist¨¢n. Ninguna de ellas puede considerarse una rotunda victoria. Irak, que domin¨® el debate en Estados Unidos durante tantos a?os, ha ca¨ªdo ya pr¨¢cticamente en el olvido en los medios de comunicaci¨®n. "Es historia", como dicen los estadounidenses.
Afganist¨¢n no ha terminado todav¨ªa. El atentado suicida contra el hotel Intercontinental de Kabul, hace unos d¨ªas, demostr¨® lo lejos que est¨¢ todav¨ªa el pa¨ªs de disfrutar una seguridad b¨¢sica, para no hablar de tener una democracia liberal. Sin embargo, pese a las quejas de sus jefes militares, el presidente Barack Obama ha declarado que las tropas de Estados Unidos abandonar¨¢n el pa¨ªs de acuerdo con el calendario previamente establecido. Estados Unidos, dice, necesita concentrarse en su propia construcci¨®n nacional. Y parece que la mayor¨ªa de los estadounidenses est¨¢ de acuerdo. El ¨²ltimo sondeo de Pew muestra que el 56% de los ciudadanos dice que las tropas deber¨ªan regresar a casa lo antes posible. Una publicaci¨®n reciente en un blog compara a Obama con otro l¨ªder que sali¨® de Afganist¨¢n despu¨¦s de un decenio de acci¨®n militar para concentrarse en la reconstrucci¨®n social y econ¨®mica en su propio pa¨ªs. Le llama "Barack Gorbachov".
Un momento. Comparar Estados Unidos en 2011 con la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1988 es destacar las grandes diferencias entre los dos. Tal vez estar¨ªa m¨¢s acertada una comparaci¨®n con Gran Breta?a en 1911. Pero es evidente que Estados Unidos est¨¢ debati¨¦ndose con su propia versi¨®n de los problemas econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos que suelen acumularse cuando un pa¨ªs posee mucho poder durante un tiempo.
A veces pienso que lo ¨²nico malo del famoso libro de Paul Kennedy Auge y ca¨ªda de las grandes potencias es que se public¨® un cuarto de siglo antes de tiempo y se equivoc¨® de potencia emergente. El libro apareci¨® en 1987, poco antes de que cayera la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Jap¨®n entrase en una d¨¦cada de estancamiento, y los estadounidenses m¨¢s seguros de s¨ª mismos dijeron que era demasiado alarmista. Pero imag¨ªnense que se hubiera publicado este a?o y se hubiera centrado en China como potencia emergente.
Estados Unidos sufre en ciertos aspectos el lastre de haber querido abarcar demasiado desde el punto de vista estrat¨¦gico, tal como describ¨ªa Kennedy. Se calcula que el coste que han supuesto para EE UU las guerras en Irak y Afganist¨¢n y otras operaciones posteriores al 11-S es casi el cu¨¢druple del que represent¨® la II Guerra Mundial, en d¨®lares actuales. Debido al enorme crecimiento de la econom¨ªa estadounidense, eso se traduce en un porcentaje mucho menor del PIB: alrededor del 1,2% en 2008, frente al 35,8% en 1945. Pero la d¨¦cada de lucha armada en todo el mundo -en la que, al principio, Estados Unidos entr¨® obligado por Osama bin Laden, pero que luego se prolong¨® con una guerra por elecci¨®n en Irak- ha devorado un porcentaje mucho mayor del tiempo, la atenci¨®n y la energ¨ªa de los norteamericanos. Incluso cuando Washington pretende dejar un conflicto en manos de otros -como en Libia-, siempre acaba vi¨¦ndose arrastrado a ¨¦l, en calidad de prestamista militar de ¨²ltimo recurso, por as¨ª decir.
Adem¨¢s del esfuerzo estrat¨¦gico, Estados Unidos tambi¨¦n ha excedido sus recursos en materia de prestaciones sociales. En este sentido, las diferencias entre Europa y Estados Unidos son mucho menores de lo que la mayor¨ªa de la gente, a ambos lados del Atl¨¢ntico, piensa. Son m¨¢s distintas las im¨¢genes que tenemos de nosotros mismos que nuestras realidades. Seg¨²n Peter Orszag, exdirector de la Oficina de Gesti¨®n y Presupuestos de la Casa Blanca, en 2015, Medicare, Medicaid y la Seguridad Social representar¨¢n casi la mitad del gasto p¨²blico en Estados Unidos. La otra mitad ser¨¢n sobre todo los pagos de intereses sobre la deuda creciente del pa¨ªs y el gasto discrecional, la mitad de este ¨²ltimo destinado a defensa. En algunos Estados concretos, como California, el panorama fiscal es a¨²n m¨¢s desalentador.
Por tanto, es necesario recortar el gasto p¨²blico, pero las propias infraestructuras del pa¨ªs -carreteras, ferrocarril (?qu¨¦ ferrocarril?), redes el¨¦ctricas, hospitales, escuelas- est¨¢n muy abandonadas. Cada vez que vengo a EE UU, como hago todos los a?os para permanecer un tiempo, me llaman la atenci¨®n las se?ales visibles de decadencia. Aparte de los baches, hay cuestiones mucho m¨¢s graves, como las carencias en ense?anza primaria y secundaria, lo que los estadounidenses llaman K-12 (del jard¨ªn de infancia al fin del bachillerato). En lugar de encabezar las clasificaciones del programa de evaluaci¨®n internacional de estudiantes de la OCDE (PISA), Estados Unidos ocupa un lugar intermedio en la lista. Sus universidades son las ¨²nicas que siguen siendo las mejores del mundo.
Para abordar esta acumulaci¨®n de problemas profundos y estructurales, Estados Unidos necesita una actuaci¨®n pol¨ªtica decisiva, por encima de las diferencias partidistas. En eso est¨¢n de acuerdo la mayor¨ªa de los ciudadanos. Es lo que prometi¨® Obama en aquel breve e inolvidable amanecer de 2008-2009. Es lo que hasta ahora no ha cumplido, en parte por sus propios fallos, pero sobre todo porque har¨ªa falta una especie de Superman -un Gorbachov norteamericano inflado de esteroides- para abrirse camino por la polarizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs y el bloqueo de su sistema pol¨ªtico. Ocurre tanto en Washington, donde la cruz del problema est¨¢ en el obst¨¢culo que representa la abrumadora mayor¨ªa absoluta en el Senado, como en muchos Estados. El magn¨ªfico marco constitucional de controles y equilibrios, pensado para impedir el regreso de la tiran¨ªa brit¨¢nica, se ha atrofiado hasta convertirse en un sistema que hace que la reforma sea casi m¨¢s dif¨ªcil que la revoluci¨®n.
Tampoco esto es nuevo en la historia. Con el tiempo, las superpotencias adquieren rasgos disfuncionales que pueden permitirse mientras est¨¢n en plenitud de riqueza y poder, como ocurre con un superatleta capaz de superar defectos de t¨¦cnica. Cuando la fuerza desaparece, de pronto, es necesaria la t¨¦cnica; pero entonces puede ser demasiado tarde para recuperarla.
Y junto a la t¨¦cnica, es muy importante la confianza en uno mismo. Pero hasta el viejo optimismo estadounidense est¨¢ hoy de capa ca¨ªda. Ni siquiera quienes con m¨¢s fuerza proclaman el excepcionalismo norteamericano pueden evitar una nota de pesimismo cultural. "Me rompe el coraz¨®n", dice Glenn Beck, "ver c¨®mo esta naci¨®n est¨¢ y¨¦ndose al traste".
Por supuesto que hay otros pa¨ªses que est¨¢n peor. La nueva Roma no es a¨²n la nueva Grecia. Pero tal vez en lo que rivalizan hoy la Uni¨®n Europea y Estados Unidos es en decadencia. Estados Unidos est¨¢ a¨²n un poco mejor, pero el a?o pasado o¨ª decir a un senador, republicano, no dem¨®crata: "Este pa¨ªs va a convertirse en Grecia, solo que no tenemos una Uni¨®n Europea que nos rescate".
El hecho de que los estadounidenses se hayan despertado y sean conscientes del agujero en el que est¨¢n es un signo de esperanza. Lo malo es que no logran ponerse de acuerdo en c¨®mo salir de ¨¦l.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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