El cicl¨®n victoriano que viene de Australia
Los a?os vuelan, los hijos crecen, el tiempo pasa tan r¨¢pido que deber¨ªamos congelarlo... "O ponernos a escribir historias que lo detengan". Lo sugiere Kate Morton sentada en el hall de un hotel de un Madrid poco g¨¦lido antes de correr
a firmar ejemplares a la Feria del Libro cercana.
Sus fans esperan. Su p¨¢gina en Facebook arde en comentarios sobre su obra, tres novelas, todas superventas. Un cicl¨®n. Pero ella charla con calma, detalle y cercan¨ªa. Igual que escribe. Morton sabe detener el tiempo y contar historias. Y no solo ella. Tambi¨¦n los personajes de sus novelas. Las tres mujeres protagonistas de El jard¨ªn olvidado, por ejemplo (convertido en sorpresa editorial tambi¨¦n en Espa?a, va por la d¨¦cima edici¨®n, en Suma de Letras): Eliza crea cuentos de hadas con princesas convertidas en aves en viejos cuadernos; Nell los guarda o esconde en una peque?a maleta durante d¨¦cadas; Cassandra los descubre con curiosidad y empe?o y tal hallazgo modificar¨¢ su vida.
"Los edificios son casi personajes, y mucho m¨¢s en declive, porque han viajado en el tiempo, su desgaste une pasado y presente"
"Toda familia tiene sus propios secretos. Al principio crees que no, hasta que los descubres. Es un proceso"
Esta autora australiana, nacida en Berri en 1976, crecida en las monta?as de Tamborine y habitante de Brisbane (la tercera ciudad de Australia), es madre de dos hijos varones y esposa de m¨²sico (David Patterson). Y procede de familia cien por cien femenina: "Somos tres hermanas en casa, y solo yo tengo chicos...". Un mundo de mujeres que es cimiento de sus creaciones. Eso y una infancia repleta de arte (en su web-diario, katemorton.com, aparecen algunas obras de su madre), cuentos de la abuela y antig¨¹edades. Hasta de secretos: "Toda familia los tiene. Al principio crees que no, hasta que los descubres. Es un proceso". As¨ª, las suyas son historias hilvanadas en femenino a lo largo del siglo XX (y sus cambios), con las peripecias de mujeres duras, libres, poderosas, generosas o malvadas... alrededor de las cuales se mueven siempre los hombres: "Lo contrario que en Hollywood", puntualiza Morton. "Y no lo hago a prop¨®sito, sino que va surgiendo, lo pide
el personaje, porque de crearlos he aprendido que, como sucede con
los amigos, sabes cosas de ellos, pero no sabes cu¨¢ndo lo supiste exactamente...".
Sus narraciones transcurren en tiempos distintos, en direcciones de ida y vuelta, circulares; en espacios
por donde deambulan
seres humanos cuyos pasos est¨¢n marcados
por mojones en forma
de objetos familiares, mansiones envejecidas, parientes de sagas decadentes... Y silencios, recuerdos, fantasmas del pasado... Un fest¨ªn expuesto con el primor de otra ¨¦poca, servido en porcelana, se dir¨ªa. Argumento de La casa de Riverton, por ejemplo, su primera obra (vendi¨®
en Inglaterra 50.000 en dos semanas; lleva mill¨®n y medio en 34 idiomas): "Verano de 1924. Fiesta
de alta sociedad en Riverton Manor, una mansi¨®n a orillas de un lago. Un poeta se quita la vida.
Las hermanas Hartford son testigos. Y nunca m¨¢s volver¨¢n a dirigirse la palabra. Invierno de 1999. Grace Bradley, de 98 a?os, exdoncella en Riverton, recibe la visita de una joven directora de cine que est¨¢ rodando una pel¨ªcula sobre aquel suicidio". Esas cosas suceden cada d¨ªa. La siguiente novela, Las horas distantes (llegar¨¢ a Espa?a a principios de 2012), habla de los dos millones de mujeres viudas con hijos que quedaron solas tras la II Guerra Mundial.
Kate Morton gentil, agradecida y siempre risue?a, morena, de pelo lacio y flequillo reciente, vestido primaveral, botas y cintur¨®n ancho de cuero, u?as rojas, joyas sobrias- atrapa lectores con lazo por su manera de contar gustosa, minuciosa, victoriana ("En la prosa victoriana se empleaban p¨¢ginas y p¨¢ginas para describir ambientes, casas, paisajes..."), y sus argumentos, ricos en situaciones cinematogr¨¢ficas que ella, que es lectora adicta a todo -ahora, especialmente a lo sociopol¨ªtico, y anta?o, fan de Enid Blyton- m¨¢ster en literatura victoriana, mujer crecida en el teatro cl¨¢sico, alaba y considera que se han ido evaporando poco a poco de los libros: "Las im¨¢genes son muy importantes para m¨ª, cambian incluso la manera en que se escribe: una casa, un objeto, un paisaje pueden ser fascinantes. Los edificios son casi personajes, y mucho m¨¢s a¨²n cuando est¨¢n en declive, porque han viajado en el tiempo y en su desgaste se ve c¨®mo se unen pasado y presente...", y eso, asegura, ayuda a extraer secretos. Morton atrae por el modo en que entreteje escenas en sus novelas hasta construir un tapiz preciosista, intimista, repleto de claroscuros (le encanta esa parte de toda persona, dice) y misterios sutiles en el que caes sin resistencia posible.
En El jard¨ªn olvidado, por ejemplo, que ella define como "un cuento de hadas para adultos, muy denso, con mucha textura", abundan las escenas de factura cl¨¢sica. Una ni?a abandonada en un transatl¨¢ntico con una simple maleta; una carta trascendental que alguien tira a la chimenea; acantilados amenazantes y calas de contrabandistas donde no solo el mar golpea; amores y desamores que llegan y matan o mueren; un jard¨ªn durmiente donde crece un manzano y un laberinto y un muro que lo a¨ªsla; tiendas de antig¨¹edades, bibliotecas y museos que esconden personajes relevantes y muchas pistas... Y todo sucede en diversas localizaciones: en su Australia natal, la Gran Breta?a de referencia, la Norteam¨¦rica en la lejan¨ªa... El Londres paup¨¦rrimo, nebuloso y miserable, como aquel que Dickens inmortalizara un d¨ªa... "El origen de nuestra cultura est¨¢ en ese periodo". La costa de Cornualles descrita con precisi¨®n: "Todo exist¨ªa ya en mi imaginaci¨®n, pero a Cornualles mand¨¦ a mi madre y mi hermana... Ten¨ªa que estar segura de la vegetaci¨®n, los olores, los colores... Ten¨ªa todo el imaginario hecho, pero les preguntaba, ?esto y esto es as¨ª? Y ellas me transportaron aquel mundo detalle a detalle". Hasta el entorno familiar de Morton en Brisbane tal cual existe o existi¨®, con el mercado de antig¨¹edades incluido, se describe una y otra vez, de un modo u otro, en sus novelas.
Un trabajo de hilandera considera ella que es el suyo. Como autora cl¨¢sica se autodefine. "Pero hasta las palabras pueden ser torpes a la hora de hilar el tiempo", suspira. De ah¨ª su necesidad de estructura al ponerse manos a la obra: "Cuando tengo una idea relleno cuadernos, anoto siempre a mano, en papel, todo lo que se me ocurre, personajes, situaciones...". Puntada a puntada. "Y cuando lo tengo ya todo claro, entonces brota la escritura, rebosa el vaso, se desborda por las p¨¢ginas...". ?Y si se atasca? Imagen fija: Morton refugiada en un caf¨¦ de Brisbane (con su mezcla de rascacielos metropolitanos y casas bajas: "Los de Sidney nos llaman pueblerinos") intentando encontrar el eslab¨®n para encajar piezas. "Se les puede seguir el rastro a mis ideas en las libretas, son como un fluido de imaginaci¨®n...".
Tres libros ha publicado ya. En tres a?os. Antes de El jard¨ªn olvidado fue La casa de Riverton (2003), y luego, Las horas distantes (2010). Datos de su editorial espa?ola a d¨ªa de hoy: El jard¨ªn olvidado lleva 2,5 millones de ejemplares vendidos en el mundo (traducido a 31 idiomas); en Espa?a va por los 100.000 ejemplares. "Lo alucinante", dicen en Suma de Letras, "es que empezamos 2010 con 5.000 de tirada, y con el boca a boca y los foros de Internet hemos llegado hasta aqu¨ª y subiendo". Las horas distantes ha vendido 250.000 ejemplares desde diciembre; solo en Reino Unido, 85.000 en un mes". Nunca imagin¨® Morton que suceder¨ªa lo que est¨¢ sucediendo; que escribir, su afici¨®n, se convertir¨ªa en su profesi¨®n: "De hecho, escribir¨ªa aunque no publicase, porque ya lo hac¨ªa antes". Afirma que su ¨¦xito tiene que ver con que lo que escribe es lo que a ella le gusta leer: la dosis de misterio y trama, de gusto por las palabras, personajes, situaciones...
Estudi¨® arte dram¨¢tico y literatura inglesa (se interesa por todo lo que tenga sabor a escritura; ahora pregunta por la espa?ola y se anota el Javier Mar¨ªas de Coraz¨®n tan blanco) e iba enfocada hac¨ªa la escena: "Mi sue?o era el teatro". Hasta pas¨® un verano inmersa en Shakespeare en la Royal Academy of Dramatic Art Company en Londres. Pero luego todo sucedi¨® deprisa. Kate present¨® su manuscrito de La casa de Riverton (originalmente The Shifting fog. "Los ingleses cambiaron el t¨ªtulo, a pesar de que yo insist¨ª en que la niebla es rom¨¢ntica", se r¨ªe), creado como un segundo reto?o mientras criaba a su primer hijo, Oliver (2003). Demasiado encierro para tanto esp¨ªritu, los ratos muertos posparto los pas¨® dando vida a poetas, suicidios, el ambiente decadente de la aristocracia inglesa. Al principio no consigui¨® colocar su libro en ninguna editorial. No le import¨®. Kate pronunci¨® una frase que es lema: "Un no ahora no significa un no siempre". As¨ª que... congel¨® el tiempo. Y acert¨®.
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