El aire fresco y las moscas
PIEDRA DE TOQUE. Desde que Deng Xiaoping lanz¨® la consigna "?Enriquecerse es glorioso!" la realidad le hizo caso y sus 1.400 millones de compatriotas chinos empezaron a producir y ganar dinero de manera fren¨¦tica
Vuelvo a China despu¨¦s de unos 15 a?os y parece otro pa¨ªs. Aunque he o¨ªdo y le¨ªdo todos los ditirambos sobre su formidable desarrollo econ¨®mico, la realidad va todav¨ªa m¨¢s all¨¢. En Shangh¨¢i, el distrito de Pudong, junto al r¨ªo, hace cuatro lustros una llanura de arrozales, es ahora un Wall Street cuatro veces m¨¢s grande y con el doble o triple de rascacielos. Tanto en esta ciudad como en Pek¨ªn la transformaci¨®n urbana es portentosa: puentes, avenidas, t¨²neles, construcciones para oficinas o viviendas, tiendas, galer¨ªas, parques, exhiben una modernidad y prosperidad impetuosas, un dinamismo que fermenta las 24 horas del d¨ªa.
Una riqueza ostentosa, sin complejos, se pavonea por doquier, en los grandes almacenes y los hoteles lujos¨ªsimos, en las gigantescas vitrinas que ofrecen los vestidos, trajes, bolsos, joyas, relojes, zapatos, autom¨®viles, fantas¨ªas y locuras de las firmas m¨¢s afamadas del mundo. Hay restaurantes por doquier y todos est¨¢n llenos de gente generalmente bien vestida y amable que conversa y come sin soltar los tel¨¦fonos m¨®viles, espiando de tanto en tanto el contorno desde detr¨¢s de sus anteojos marca Ray Ban, Ferragamo, Gucci o Lanvin. Uno se creer¨ªa en la Quinta Avenida, los Champs Elys¨¦es o Bond Street, pero multiplicados por cinco o por diez. Se dir¨ªa que desde que Deng Xiaoping lanz¨® la consigna "?Enriquecerse es glorioso!" la realidad le hizo caso y sus 1.400 millones de compatriotas empezaron a producir y ganar dinero de manera fren¨¦tica.
?Es esto un pa¨ªs marxista-leninista? Seg¨²n el Partido Comunista, m¨¢s que nunca
No hay tolerancia con la disidencia pol¨ªtica. Los disidentes son acosados, vigilados, encarcelados
?Es esto un pa¨ªs marxista-leninista? Seg¨²n el Partido Comunista, que en estos d¨ªas se prepara a celebrar su 90? aniversario de manera multitudinaria y fastuosa, rindiendo homenajes incesantes al mismo Mao Zedong que con sus delirantes pol¨ªticas del Gran Salto Adelante y la Revoluci¨®n Cultural hundi¨® a China en la miseria m¨¢s atroz y sacrific¨® a muchos millones de pobres, lo es m¨¢s que nunca y vive ahora, gracias a las reformas y pol¨ªticas "socialistas" de mercado que han convertido a China en la segunda potencia econ¨®mica del mundo despu¨¦s de los Estados Unidos, una etapa de abundancia que en un futuro pr¨®ximo -unos 100 a?os m¨¢s o menos- desembocar¨¢ en la perfecta sociedad donde reinar¨¢ la justicia distributiva y todos recibir¨¢n lo que requieran seg¨²n sus necesidades. La utop¨ªa colectivista igualitaria se har¨¢ entonces realidad.
Por el momento, la sociedad china es la m¨¢s desigual del mundo, pues las diferencias entre los que m¨¢s y menos tienen superan las de cualquier otro pa¨ªs, aunque, eso s¨ª, probablemente este sea el ¨²nico en el que, por decisi¨®n del propio Comit¨¦ Central, el Partido Comunista acepta ahora entre su militancia a millonarios y billonarios. Si usted detecta en todo esto ciertas contradicciones y misterios ideol¨®gicos, le aconsejo que lea el interesante libro de Eugenio Bregolat, La segunda revoluci¨®n China (Destino, 2007) en el que este experimentado diplom¨¢tico espa?ol y profundo conocedor del pa¨ªs donde ha vivido muchos a?os, explica con lujo de detalles y divertidas an¨¦cdotas la extraordinaria conversi¨®n econ¨®mica de China que llev¨® a cabo, luego de tropiezos, intrigas, retrocesos y tantas ca¨ªdas como victorias, Deng Xiaoping. Este anciano compa?ero y adversario de Mao fue quien, sintetizando su prop¨®sito con otra de sus famosas frases, "Da igual que el gato sea blanco o negro, lo que importa es que cace ratones", convirti¨® a la paup¨¦rrima dictadura totalitaria, colectivista y estatista erigida por Mao Zedong, en la sociedad capitalista autoritaria que sac¨® de la miseria a 800 millones de campesinos y dispar¨® un crecimiento y desarrollo vertiginosos sin precedentes en la historia.
Bregolat explica que esta ins¨®lita variante del "socialismo" concebida por Deng Xiaoping y sus seguidores, que ahora controlan el poder, ser¨ªa incomprensible si no se la relaciona con la tradici¨®n cultural y filos¨®fica china del confucianismo y los 4.000 a?os de historia de un pa¨ªs invadido, ocupado y humillado por Occidente y al que la prosperidad y modernizaci¨®n actuales han desagraviado y devuelto el orgullo de s¨ª mismo. La ideolog¨ªa "socialista" es ahora una ret¨®rica que sirve para justificar el monopolio del poder pol¨ªtico por el Partido Comunista y la ideolog¨ªa real que ha echado hondas ra¨ªces en el pa¨ªs es el nacionalismo. Eugenio Bregolat es optimista y piensa que el notable progreso econ¨®mico traer¨¢, tarde o temprano, una apertura pol¨ªtica, pues las nuevas clases medias y profesionales, que crecen cada d¨ªa, educan a sus hijos en el extranjero, y mantienen un intenso comercio con el mundo a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas, van a ir reclamando cada vez m¨¢s la democratizaci¨®n pol¨ªtica del sistema. Esta se llevar¨¢ a cabo de manera pac¨ªfica.
Ojal¨¢ ¨¦l tenga raz¨®n y los que no compartimos tanto su optimismo, como yo, nos equivoquemos. Mi pesimismo se debe a que, adem¨¢s del nacionalismo, lo que parece haberse convertido en una segunda naturaleza para buena parte de la sociedad china moderna, empezando por los j¨®venes, es un materialismo consumista, precisamente aquel que algunos pensadores liberales l¨²cidos como el propio Adam Smith y Karl Popper tem¨ªan: que la obsesiva concentraci¨®n de la acci¨®n humana en la creaci¨®n de riquezas embotara la vida espiritual e intelectual y empobreciera valores como el idealismo, la solidaridad y la generosidad.
Aunque, por razones obvias, en mis conversaciones con intelectuales, acad¨¦micos y escritores chinos, fui prudente y me abstuve de acosarlos con preguntas impertinentes, a muchos de ellos los escuch¨¦ quejarse del poco o nulo inter¨¦s que mostraban los j¨®venes -sobre todo los mejor formados- por la vida c¨ªvica, la cultura, y, en general, por todo lo que fuera desinteresado y espiritual, como la filosof¨ªa, el arte o la religi¨®n (en las universidades en las que habl¨¦ en Shangh¨¢i y Pek¨ªn nadie me hizo una sola pregunta pol¨ªtica, tampoco los periodistas chinos que me entrevistaron, y creo que es la primera vez que me pasa en la vida). Todos parecen obsesionados con alcanzar una buena formaci¨®n t¨¦cnica y profesional que les abra las puertas a las grandes transnacionales y sus jugosos salarios o a los puestos administrativos, ahora tambi¨¦n magn¨ªficamente dotados. A uno de ellos le o¨ª murmurar, haciendo una mueca tristona: "Hoy apenas habr¨ªa un pu?adito de muchachos para manifestarse en Tiananmen". La gran mayor¨ªa s¨®lo aspira a ganar dinero, mucho dinero, y vivir mejor.
Otra de las c¨¦lebres frases de Deng Xiaoping fue: "Si abrimos la ventana, junto al aire fresco entran las moscas". Me imagino que debi¨® pronunciarla en la primavera de 1989, poco antes de dar la orden al Ej¨¦rcito de poner fin a las manifestaciones de los estudiantes que, acampados en la enorme plaza de Tiananmen, ped¨ªan democracia y libertad, y que se sald¨® con la muerte de un n¨²mero incierto de j¨®venes, en todo caso algunos centenares. La frase resume admirablemente la filosof¨ªa que aplica el r¨¦gimen: apertura econ¨®mica y social, s¨ª, pero s¨®lo mientras no cuestione el control absoluto que sobre la vida pol¨ªtica del pa¨ªs ejerce el Partido Comunista. Quien lo acepta, puede tener un margen bastante amplio de libertad personal, viajar al extranjero, usar Internet, si es escritor o profesor procurarse revistas y publicaciones capitalistas, siempre que no critiquen la pol¨ªtica china. Pero no hay tolerancia con la disidencia pol¨ªtica. Los disidentes, como Liu Xiaobo, Ai Weiwei y otros, son acosados, vigilados, o, si sus acciones repercuten y llegan al extranjero, encarcelados, juzgados y sentenciados sin apenas variables. A diferencia de lo que ocurr¨ªa en el pasado, se fusila poco, y generalmente por delitos econ¨®micos, no pol¨ªticos. La disidencia intelectual lleva ahora a la c¨¢rcel en vez del pared¨®n y, a veces, solo al arraigo domiciliario. "De todos modos, es un progreso sobre el pasado", me dijo alguien.
La censura moral existe siempre, pero atenuada, y en los quioscos callejeros y en las librer¨ªas, se descubren a veces revistas y libros er¨®ticos, en tanto que, al parecer, en los cabarets, bares, karaokes, se permiten ahora licencias inconcebibles en el pasado. "Pero, sin llegar a los extremos de Tailandia, claro est¨¢". A mi editor y a mis traductores les pregunt¨¦ si mis libros hab¨ªan sido censurados. Enf¨¢ticamente, me aseguraron que no.
?Hubiera sido posible el prodigioso desarrollo chino en libertad? Eugenio Bregolat lo pone en duda y piensa que los j¨®venes m¨¢rtires de Tiananmen actuaron con precipitaci¨®n. Yo quiero creer que s¨ª era posible. ?Por qu¨¦ en China no hubiera sido posible lo que lo fue en Estados Unidos, en Inglaterra, en Francia, en Espa?a y lo est¨¢ siendo ahora en India, Chile, Brasil y tantas otras sociedades democr¨¢ticas?
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2011.? Mario Vargas Llosa, 2011.
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