Cuando don Mario habl¨® en El Escorial sobre Vargas Llosa
El Nobel de Literatura participa en un curso de verano sobre su obra
Una sala, peque?a y calurosa, abarrotada. Medio centenar de lectores, algunos sentados en el suelo. Una docena de especialistas en su obra. Un pu?ado de medios atentos a sus palabras. Muchos libros por firmar. Y llega Mario Vargas Llosa (Arequipa, Per¨², 1936) y cuenta tranquilo que estas charlas son para ¨¦l un ant¨ªdoto contra las ¨ªnfulas de grandeza: "Me vacuno contra la vanidad".
El escritor, reciente Premio Nobel de Literatura, acudi¨® ayer casi por sorpresa a San Lorenzo del Escorial (Madrid) para dar una peque?a charla en el curso sobre su obra Mario Vargas Llosa: literatura, realidad y disidencia. Su presencia no estaba anunciada en el programa de la Universidad Complutense para evitar una excesiva presencia medi¨¢tica y permitir que el autor charlara con los lectores y admiradores que acuden a estas charlas, que acabar¨¢n el viernes.
"No me parece que hablen de m¨ª, sino de otro. Es como si fuera otra persona", contaba a la salida de la charla el nobel. Relataba as¨ª Vargas Llosa el encuentro con colegas: "Es muy grato y un poco inc¨®modo. "Me encuentro m¨¢s seguro cuando opino sobre autores que he le¨ªdo; de mi propia obra no estoy tan seguro, no tengo perspectiva", aseguraba el escritor mientras algunos lectores, ponentes yamigos segu¨ªan tras ¨¦l para pedirle que le firmara alguna de sus obras. "Esta es para mi madre", le ped¨ªa una de sus admiradoras, "que ha cumplido 92 a?os y le sigue leyendo". Y ¨¦l se lo firm¨® gustoso: "A Mercedes".
La ponencia distendida y breve de Vargas Llosa estaba enmarcada en una mesa redonda a las que estaban convocados el escritor Fernando Iwasaki, el cr¨ªtico literario Gonzalo Santonja y la catedr¨¢tica de Literatura Juana Mart¨ªnez. Pero tambi¨¦n estuvieron presentes ponentes de otras charlas del curso, como el cr¨ªtico Jos¨¦ Miguel Oviedo, el novelista Juan Jos¨¦ Armas, la directora del curso, Fanny Rubio, o la escritora y periodista Rosa Pereda.
Todos relataron sus experiencias con los libros de don Mario: su importancia para ellos, para la cultura y la literatura; su papel en el periodismo... En definitiva, peque?os homenajes al autor de La ciudad y los perros o Conversaci¨®n en La Catedral.
Mientras ellos alababan su obra, Mario, sereno y sonriente, agradec¨ªa los elogios acompa?ado por la mirada de su esposa, Patricia. Ella, que se abanicaba sentada en un peque?o pupitre, le escuchaba hablar con entusiasmo de su reciente experiencia en China, donde conoci¨® a uno de los traductores de El Quijote al mandar¨ªn. Vargas Llosa explicaba la importancia de la identidad de grupo, de la comunidad, en la formaci¨®n del autor y de su literatura. Pero, continuaba el escritor, un gran autor y sus obras superan lo local (La Mancha del Quijote, la Rusia de Dostoievski), para convertirse en una experiencia para todos, universal. Como ayer la literatura peruana lleg¨® a la sierra madrile?a.
Babelia
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