Privilegio
La Academia de Televisi¨®n ha logrado que en su ¨²ltima gala los protagonistas fueran los programas premiados y no tanto las vicisitudes de la retransmisi¨®n o los errores del acto. Una entrega de premios televisivos no televisada ser¨ªa un absurdo en s¨ª misma, pero cualquier acto retransmitido incorpora inmediatamente una doble exigencia: por un lado ser algo entretenido y por otro lograrlo sin renunciar a su contenido inicial.
La gala pasada cobr¨® valor, ritmo e intensidad a medida que los periodistas se hicieron due?os del escenario. Se liber¨® de la imitaci¨®n del modelo Oscar para ganar en esencia. As¨ª sucedi¨® cuando subieron a escena ganadores como Ana Blanco o los documentalistas responsables de piezas como Comprar, tirar, comprar, pero fue el firme discurso de la doble ganadora Alicia G. Montano, por el incombustible Informe semanal, el momento m¨¢s trascendental de la gala.
Su defensa de la televisi¨®n p¨²blica, multipremiada esa noche, como una plataforma para el periodismo responsable, cr¨ªtico e incisivo, coincide con un final de ciclo pol¨ªtico. Una de las mejores cosas que nos deja el panorama medi¨¢tico es la democratizaci¨®n de la televisi¨®n nacional. Reto que hasta ahora nadie hab¨ªa emprendido y cuyo resultado han sido los servicios informativos que m¨¢s seguimiento y confianza provocan en la audiencia. No era f¨¢cil.
No toda la televisi¨®n p¨²blica brilla a la misma altura y se echa de menos capacidad de sorpresa, inventiva y riesgo en otros formatos. Adem¨¢s de los informativos, la tele p¨²blica ofrece un acercamiento desde una visi¨®n m¨¢s progresista en la ma?ana, con Los desayunos, y un debate nocturno en el Canal 24 Horas regido por Vicente Vall¨¦s que desde un punto de vista m¨¢s conservador repasa la rutina diaria. Es un equilibrio sano y enriquecedor del que otras cadenas adolecen, muchas porque directamente han renunciado a la informaci¨®n como un valor televisivo para primar el sensacionalismo o la criminolog¨ªa morbosa.
El reto de los a?os venideros es mantener el mismo nivel de exigencia y para ello los primeros involucrados han de ser los espectadores. Su vigilancia, implicaci¨®n y fidelidad van a ser la clave para seguir sosteniendo ese privilegio que significa para un pa¨ªs peque?o gozar de una ventana informativa propia y de prestigio.
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