Un mozo de caballos en silla de ruedas
Gavril, trabajador irregular en una finca, qued¨® parapl¨¦jico al caerle una bala de paja - Un juez obliga a los due?os, que dijeron que era un intruso, a readmitirle
El mozo de caballos Gavril Gavris, un trabajador rumano irregular, se ocupaba de cuidar de los animales y limpiar las caballerizas en una finca situada en medio de un secarral, en las afueras de Villanueva de la Ca?ada (Madrid). En septiembre de 2008 se le cay¨® encima una bala de paja de m¨¢s de 300 kilos que le dej¨® parapl¨¦jico. Sus capataces, los hermanos V¨¢zquez Aymerich, jinetes de profesi¨®n, alegaron en su d¨ªa que este hombre no era m¨¢s que un intruso que estaba admirando los caballos de pura sangre cuando sufri¨® el accidente.
El Juzgado de lo Social N¨²mero 1 de M¨®stoles considera probado en una sentencia que Gavris, de 46 a?os, estaba empleado en la finca desde 2006 y que cobraba 900 euros mensuales sin prorrata de pagas extras. Lo hac¨ªa de martes a domingo, en horario partido de 8.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00. La justicia obliga a los jinetes a admitir a su mozo como un trabajador m¨¢s de la mas¨ªa, con contrato indefinido y con todos los derechos laborales que eso conlleva.
La due?a de la casa en la que vive le perdona los 800 euros del alquiler
El exencargado de las cuadras vive postrado en una silla de ruedas desde ese macabro d¨ªa. En este tiempo no ha recibido ninguna ayuda social al no estar reconocido como trabajador. Su mujer Corina, limpiadora, trae el ¨²nico sueldo a la casa y se ocupa de cuidar a su marido. El matrimonio ten¨ªa un hijo de 17 a?os que viv¨ªa en Ruman¨ªa con sus abuelos. El a?o pasado les visit¨® y comprob¨® horrorizado el estado en que hab¨ªa quedado su padre. El adolescente volvi¨® a su pa¨ªs y desde all¨ª envi¨® una carta en la que dec¨ªa que no aguantaba m¨¢s. Despu¨¦s se ahorc¨®. Gavris ha intentado hacer lo mismo en dos ocasiones. "Tengo d¨ªas en los que se me hace muy duro salir de la cama", dice el mozo en el piso en el que vive, en el centro de Villanueva. La casa es de alquiler. Bueno, ya no pagan los 800 euros que cuesta. La casera, al enterarse de lo ocurrido y ver que no pod¨ªan afrontar el pago, en vez de echarlos a la calle les deja vivir gratis.
No es la ¨²nica muestra de bondad hacia la pareja. Una federaci¨®n que prefiere mantener el anonimato le ha comprado una silla de ruedas el¨¦ctrica y le costea la rehabilitaci¨®n. Una se?ora de Bilbao le financi¨® el billete de avi¨®n a dos testigos rumanos que fueron compa?eros de Gavris en las cuadras.
Porque la verdad es que los jinetes, Jos¨¦ Mar¨ªa y Alfonso V¨¢zquez Aymerich, lo siguen negando. Su abogado, Jos¨¦ Javier Vasallo Rapela, afirma que han recurrido la sentencia. La versi¨®n de los hermanos es que no tienen ninguna explotaci¨®n y cuidan ellos mismos de los animales con los que compiten. Corina trabajaba los s¨¢bados como asistenta de su madre en el caser¨®n que hay en la finca. El abogado dice que su marido fue a recogerla y, mientras esperaba, fue a echarle un vistazo a los caballos. Debi¨® de asustarse con el ruido de los p¨¢jaros de cetrer¨ªa, o algo por el estilo. El caso es que de una forma u otra se le cay¨® encima la bala de paja. Se queja el letrado de que no se haya tenido en cuenta a ninguno de sus testigos, como el proveedor de pienso que dice que all¨ª no trabajaba nadie.
El juez, sin embargo, considera esencial el testimonio de Fernando Moreno. Este hombre intermedi¨® en el asunto porque ni Corina ni Gavris hablaban muy bien el espa?ol. Se reuni¨® con los jinetes y estos le comentaron que en efecto era su mozo de cuadras pero que quer¨ªan hacer pasar el caso como un accidente dom¨¦stico.
El d¨ªa a d¨ªa del matrimonio es muy duro. Corina tiene los brazos entumecidos de levantar a su marido a peso. Esperan que una vez que se ha reconocido la relaci¨®n laboral que ten¨ªa Gavris con los jinetes puedan optar a una indemnizaci¨®n y una pensi¨®n. "Quiero ser tratado por lo menos como a un perro. Vi por televis¨®n que rescataban a uno. A m¨ª, en cambio, me han abandonado", dice Gavris en el portal de su casa. Despu¨¦s se va calle arriba. Corina empuja la silla de ruedas. Est¨¢ a punto de anochecer.
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