?Un mundo con tres monedas de reserva?
Las previsiones apuntan a que en 2025 las tres econom¨ªas m¨¢s grandes ser¨¢n Estados Unidos, la Uni¨®n Europea y China. En un nuevo orden mundial quiz¨¢ el euro y el yuan deban subir su estatus e igualarse al d¨®lar
Quienes acostumbren a husmear en las p¨¢ginas de opini¨®n y en las secciones de finanzas y moneda de la prensa m¨¢s autorizada al respecto -por ejemplo, The Wall Street Journal, Financial Times o The Economist- habr¨¢n detectado, en las semanas precedentes, la aparici¨®n de un interesante debate: concretamente el suscitado entre banqueros y economistas, a prop¨®sito de c¨®mo ser¨ªa nuestro mundo si el d¨®lar estadounidense perdiera su peculiar estatus de ¨²nica moneda de reserva mundial y pasara a ser, simplemente, una de las tres monedas de ese tipo junto al euro y el yuan. El debate volvi¨® a suscitarse por un informe del Banco Mundial del 17 de mayo sobre los principales cambios en las econom¨ªas mundiales en el que se se?alaba que media docena de pa¨ªses emergentes (Brasil, China, India, Indonesia, Corea del Sur y Rusia), al convertirse en los principales protagonistas del crecimiento econ¨®mico mundial, est¨¢n perdiendo su dependencia del d¨®lar como moneda de referencia en sus intercambios financieros y se desplazan hacia un r¨¦gimen con al menos tres monedas de reserva. Como sugiri¨® el Financial Times ese mismo d¨ªa, la era de la primac¨ªa del d¨®lar est¨¢ llegando a su fin.
La primac¨ªa del d¨®lar llega a su fin. ?Por qu¨¦ no repartir los huevos en m¨¢s de una cesta?
Se terminar¨ªa el escape que para EE UU supone el que el resto del mundo financie sus deudas
El debate sin duda habr¨¢ obtenido un est¨ªmulo adicional en una edici¨®n especial de The Wall Street Journal del 2 de junio (?10 art¨ªculos nada menos!) sobre el creciente vigor financiero chino, donde se suger¨ªa que, dada la firme apreciaci¨®n de su valor y los enormes excedentes de capital de China, el yuan podr¨ªa conseguir el estatus de divisa de reserva m¨¢s pronto que tarde. Y ciertamente atraer¨¢ a¨²n m¨¢s atenci¨®n despu¨¦s de que la agencia Moody's haya advertido que pronto podr¨ªa rebajar la calificaci¨®n crediticia del Gobierno de Estados Unidos si este no pon¨ªa en orden sus colosales d¨¦ficits. Lo que condujo al ataque de los republicanos a la Administraci¨®n de Obama, por su fracaso en cortar el gasto federal, y a las acusaciones de los dem¨®cratas de que la mayor parte del d¨¦ficit la hab¨ªan causado las deficientes pol¨ªticas fiscales de los Gobiernos republicanos.
Ese debate es inmaduro, ya que no aborda los puntos principales: el cr¨¦dito de Estados Unidos est¨¢ en cuesti¨®n, una calificaci¨®n m¨¢s baja significar¨ªa tipos m¨¢s altos de inter¨¦s (en tiempos nada propicios) y el pa¨ªs podr¨ªa perder su excepcionalidad y verse sometido cada vez m¨¢s a las severas evaluaciones crediticias bajo las que se desenvuelven todas las dem¨¢s monedas y naciones. No es un panorama alentador.
Hagamos, por un momento, el esfuerzo de conceder verosimilitud a la materializaci¨®n real de ese mundo, en torno al a?o 2025, con esas tres divisas como monedas de reserva igualmente poderosas. Y es que llega a dar dolor de cabeza leer la abundancia de opiniones de estridentes expertos que "demuestran" que el billete verde mantendr¨¢ una condici¨®n inexpugnable, debido a la especial posici¨®n de hard power de Estados Unidos en el mundo, debido al papel que desempe?a el d¨®lar como puerto seguro en las tempestades globales, debido al prestigio sin igual de la Reserva Federal, y dem¨¢s argumentos adjuntos del mismo g¨¦nero; y debido -lo que resulta muy duro de digerir- a que los actuales d¨¦ficits, pausada pero firmemente, desaparecer¨¢n.
Dejemos tambi¨¦n a un lado nuestra consideraci¨®n acerca de la situaci¨®n, realmente mala y est¨²pida, en la que se encuentra la Uni¨®n Europea a causa de sus incoherentes pol¨ªticas sobre las asombrosas deficiencias fiscales de algunos de sus m¨¢s irresponsables Estados miembros. Tal vez, como piensa el Banco Mundial, resurja con m¨¢s fuerza en el futuro, debido a su peso total en el sistema comercial e industrial global. Y tratemos de olvidar tambi¨¦n los problemas (muchos de ellos h¨¢bilmente manejados por Pek¨ªn) a los que se enfrentan las posibilidades de que el yuan sea una moneda de reserva plenamente comerciable a escala mundial.
Asumamos, en favor del argumento, que en 2025, Gobiernos, bancos nacionales, bancos privados, operadores de divisas, corporaciones multinacionales, compa?¨ªas petroleras e individuos particulares habiten un mundo con m¨¢s de una moneda de reserva en la que depositar las propias reservas de dinero.
Entonces ?qu¨¦? Lo que sigue no puede ser sino tentativo y te¨®rico, pero tiene el leg¨ªtimo prop¨®sito de pedir a los lectores que imaginen c¨®mo ser¨ªa un mundo de triple moneda de reserva. Seguramente la transici¨®n no estar¨ªa exenta de turbulencias fiscales, pues la historia no registra ning¨²n caso en el que el sistema internacional se mueva de una estructura a otra mediante el suave m¨¦todo de pasarse el bast¨®n de mando, ni sin ganadores ni perdedores. Incluso los presuntos ganadores -el euro y el yuan, en su realzado nuevo estatus- podr¨ªan resultar perdedores en algunos aspectos, si van a tener que lidiar con las indudables responsabilidades internacionales con las que carg¨® el Banco de Inglaterra durante un siglo y el Tesoro y la Reserva Federal norteamericanos durante cerca de 70 a?os.
Los grandes ganadores ser¨ªan en ese escenario los comerciantes, esos operadores h¨¢biles e insensibles en el mundo sin fronteras de hoy que no tienen lealtades nacionales sino que emplean cada segundo del d¨ªa buscando ventajas marginales. No han hecho sino destruir toda racionalidad en los mercados de materias primas (donde, por ejemplo, en realidad no compran futuros de cobre porque produzcan cable de cobre; lo compran para venderlo al d¨ªa siguiente con un 15% de beneficio), pueden comerciar contra una moneda nacional hasta dimensiones perjudiciales y pueden hacer subir y bajar los precios del transporte global hasta grados alarmantes. Podr¨¢n hacer su agosto cuando haya tres monedas globales de reserva con las que jugar.
Por otra parte, ?no querr¨¢n ser menos dependientes de una sola moneda los sensibles gestores del fondo soberano de inversi¨®n de Dub¨¢i? ?No querr¨¢ serlo el fondo de pensiones de los empleados estatales de Noruega? ?No querr¨¢ serlo un nuevo multimillonario ruso? ?Por qu¨¦ no extender las apuestas y repartir los huevos en m¨¢s de una cesta? Despu¨¦s de todo, en 2025 las tres mayores econom¨ªas del mundo ser¨¢n, con diferencia, Estados Unidos, la Uni¨®n Europea y China -casi iguales, seg¨²n diversas estimaciones- as¨ª que ?por qu¨¦ deber¨ªa una de ellas cargar con el peso de tener la ¨²nica moneda de reserva? Ya ahora, solamente cerca de un 61% de las reservas extranjeras est¨¢ denominado en d¨®lares, y la cifra cae cada a?o. Como dicen los expertos, en el futuro, su suerte est¨¢ echada.
Si todo eso sucede en 2025 o sucede 10 a?os m¨¢s tarde, las consecuencias para Estados Unidos ser¨¢n colosales. Quiz¨¢ sea un alivio no cargar con el peso de la moneda de reserva, tambale¨¢ndose al modo de un fatigado tit¨¢n. Pero la transici¨®n tendr¨¢ un coste. Se habr¨¢n acabado los d¨ªas en que el pa¨ªs pod¨ªa encontrar la v¨ªa de escape a sus descomunales deudas simplemente imprimiendo a¨²n m¨¢s d¨®lares, mientras ning¨²n otro pa¨ªs pod¨ªa hacerlo. El resto del mundo dispondr¨¢ para entonces de nuevas opciones, y Moody's y sus agencias de calificaci¨®n hermanas podr¨¢n seguir bajando de categor¨ªa a Estados Unidos, haciendo de ¨¦l un pa¨ªs normal que bien podr¨ªa -horror- tener que adoptar las mismas buenas reglas de administraci¨®n dom¨¦stica respecto a impuestos, gasto y d¨¦ficits que Alemania o Suiza. Tambi¨¦n podr¨ªamos encontrarnos con muchos m¨¢s cambios vol¨¢tiles del valor del d¨®lar en el ¨¢mbito internacional, como los que han experimentado los brit¨¢nicos desde los a?os cincuenta, y la consiguiente gran incertidumbre para las industrias exportadoras norteamericanas. (De hecho, las compa?¨ªas multinacionales estadounidenses tal vez fueran de las m¨¢s r¨¢pidas en recurrir al sistema de la triple moneda de reserva, pues de otro modo ?c¨®mo podr¨ªan sobrevivir?).
No lo vamos a tener f¨¢cil. Y la patente incapacidad de los pol¨ªticos norteamericanos para pensar en t¨¦rminos estrat¨¦gicos bien podr¨ªa precipitar ese nuevo, inestable y quiz¨¢ hostil orden mundial. Los m¨¢s bien oscuros y t¨¦cnicos art¨ªculos de la prensa financiera podr¨ªan traer aparejado un significado mucho mayor para el futuro de nuestro planeta que toda la fanfarria publicitaria a prop¨®sito del ¨²ltimo iPod. Pues este ¨²ltimo es sencillamente una herramienta que nos facilita cosas. Pero las monedas son lo que hace que el mundo gire.
? 2011, Tribune Media Services, INC.
Paul Kennedy es profesor de la c¨¢tedra Dilworth de Historia y director de Estudios de Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola
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