La izquierda reactiva
Con sus incipientes cr¨ªticas a la banca, m¨¢s ret¨®ricas que reales, y las referencias a la tasa Tobin, el candidato Rubalcaba ha empezado a confeccionarse un perfil de izquierdas. Ya antes, en su primera manifestaci¨®n program¨¢tica, hab¨ªa colocado a la educaci¨®n entre sus m¨¢ximas prioridades, y no han faltado tampoco los gui?os al 15-M. Poco a poco ir¨¢n viniendo otras propuestas en las que su imagen de gestor experimentado pueda vincularse a otra en la que sean claramente reconocibles los rasgos de un l¨ªder de izquierdas.
Al menos esta es la intenci¨®n, asumir la herencia de Zapatero en lo que tiene de liderazgo responsable frente a la crisis -?qu¨¦ remedio, si ha estado siempre en su Gobierno!-, pero desprendi¨¦ndose a la vez del lastre que supone la imputaci¨®n de haber hecho el juego a los intereses de derechas. Har¨¢ falta mucha alquimia para que este retrato acabe de fraguar y resulte convincente. Es la cuadratura del c¨ªrculo, en efecto. Entre otras razones porque hoy ya no sabemos con claridad qu¨¦ significa eso de ser "de izquierdas".
La mejor forma de aproximarse al nuevo activismo es respetar su diferencia y autonom¨ªa
Desde que se desvaneciera en el aire la Tercera V¨ªa, la socialdemocracia lleva m¨¢s de una d¨¦cada a la b¨²squeda de un discurso que la reconcilie con sus votantes naturales y la permita presentarse como algo m¨¢s que una gestora del statu quo con buenas intenciones. Para ello, y por decirlo en los t¨¦rminos de Obama, deber¨¢ ofrecer un adecuado balance entre pragmatismo y utop¨ªa, atender a la realidad y afirmar a la vez que otro mundo es posible. Y hacerlo, y esto es lo tr¨¢gico, en unos momentos en los que los partidos progresistas pugnan por evitar el mal mayor, la p¨¦rdida de los logros sociales ya adquiridos, el resultado de su lucha a lo largo de m¨¢s de un siglo.
?C¨®mo construir la buena sociedad que hemos de alcanzar mientras nuestras energ¨ªas se consumen en evitar la p¨¦rdida de la "menos mala"? ?C¨®mo eludir no ser tachados, por tanto, de "conservadores", de ofrecer poco m¨¢s que recetas "defensivas" del orden establecido?
A este respecto, a la socialdemocracia le urge alcanzar un discurso convincente, porque aquello que se va abriendo paso no es el dise?o de una izquierda constructiva y m¨¢s o menos pragm¨¢tica, sino algo mucho m¨¢s directo y visceral, la izquierda del rechazo a la totalidad. La izquierda de la indignaci¨®n y el ?basta ya!, nada predispuesta a avenirse a pactar con lo existente. Es una izquierda reactiva, harta de componendas con los poderes establecidos. Su reacci¨®n es frente a todos los actores pol¨ªticos tradicionales, incluso frente a los pol¨ªticos de los grupos a la izquierda de la socialdemocracia. Su hartazgo, aquello frente a lo que elevan su protesta, es la contradicci¨®n derivada de que se afirme por un lado que, en cuanto sociedades democr¨¢ticas, somos due?os de nuestro destino, mientras que por otro este ya parece m¨¢s que sentenciado. Ya no les vale eso de "esto es lo que hay"; si los hechos no se avienen a nuestras expectativas, pues peor para los hechos.
Lo interesante de esta nueva constelaci¨®n es que ha roto con las polarizaciones pol¨ªticas tradicionales. Frente a la cl¨¢sica polarizaci¨®n izquierda/derecha se alza ahora otra nueva, pol¨ªtica sist¨¦mica/pol¨ªtica extrasist¨¦mica. Nunca dej¨® de haberla, claro est¨¢, pero ahora parece haber rebrotado con fuerza. Y, como hemos visto en el 15-M, representa una nueva forma de activismo pol¨ªtico que responde a la creciente concienciaci¨®n sobre los nuevos conflictos y desaf¨ªos. De ah¨ª la gran frustraci¨®n de la izquierda tradicional, y en particular la de la socialdemocracia, al tomar conciencia de su impotencia a la hora de intentar canalizarlo hacia el interior del sistema y bajo su tutela. En unos momentos en que importantes sectores sociales parecen haber salido de la indiferencia y del sopor apoliticista, nos encontramos con que ya no somos capaces de sumarlos al proyecto de izquierdas tradicional. Es m¨¢s, amenazan con provocar un importante roto electoral al fraccionar su voto en partidos minoritarios o en la fuga al voto nulo o en blanco.
Si esto es veros¨ªmil, Rubalcaba no lo tiene nada f¨¢cil por mucho que se enfunde en un traje de dise?o izquierdista. Todos sabemos que es un experto en las conciliaciones y que sabe nadar en todas las aguas, pero ha estado demasiado tiempo inmerso en la pol¨ªtica sist¨¦mica como para resultar cre¨ªble en sus gui?os a este electorado potencial. Lo deber¨¢ intentar, y seguro que ser¨¢ fascinante observarle en este empe?o. Un consejo. La mejor forma de aproximarse a ellos es no reclamando su voto, respetar su diferencia y autonom¨ªa.
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