Retirarse de Afganist¨¢n
Hace ahora un a?o, en una conversaci¨®n con un diputado laborista brit¨¢nico que hab¨ªa tenido responsabilidades de gobierno en el Gabinete de Tony Blair me qued¨¦ sorprendido por la vehemencia con la que preconizaba la total y completa retirada de Afganist¨¢n. El diputado en cuesti¨®n no era nada sospechoso de antiamericanismo, m¨¢s bien era un halc¨®n que se hab¨ªa bregado a fondo en la defensa de la intervenci¨®n en Irak. Sus razones eran m¨²ltiples y complejas, pero en el fondo se resum¨ªan en una sola: hemos fracasado a la hora de construir un Estado-naci¨®n viable en Afganist¨¢n; cuanto antes lo reconozcamos y asumamos las consecuencias, mejor. Suponiendo que tuvieras raz¨®n, le dije, todav¨ªa tendr¨ªas que responder a una important¨ªsima pregunta. Pensaba, naturalmente, en las implicaciones de esa decisi¨®n para los propios afganos, que quedar¨ªan bien enfangados en una nueva guerra civil o bien a merced de la vuelta al poder de los talibanes y de su extremadamente punitiva visi¨®n del islam. La pregunta en cuesti¨®n era: "?C¨®mo se retira uno de Afganist¨¢n?". Su respuesta me dej¨® helado: "Muy sencillo", dijo. "Se sube uno al tejado de la embajada, recoge la bandera y se marcha en el ¨²ltimo helic¨®ptero". Con ello alud¨ªa a las dram¨¢ticas im¨¢genes de la evacuaci¨®n de Saig¨®n en 1975 ante la inminente llegada de las tropas de Vietnam del Norte.
La desconfianza entre los supuestos aliados (Obama y Karzai) ha alcanzado proporciones ¨¦picas
L¨®gicamente, no hay dos conflictos id¨¦nticos. Pero comparar Afganist¨¢n con Vietnam es pertinente ya que ambos conflictos se parecen en muchas cosas: ambos tienen una guerrilla a la que no se puede derrotar militarmente, un Estado imposible de sostener sin una masiva ayuda exterior y un gobierno totalmente corrupto.
Y lo que es peor, el nivel de desconfianza y resentimiento entre los dos supuestos aliados (la Administraci¨®n de Obama y el Gobierno de Karzai) ha alcanzado proporciones ¨¦picas, con grav¨ªsimas acusaciones y amenazas por ambas partes. Los enfrentamientos dentro de la propia Administraci¨®n de Obama, fundamentalmente entre diplom¨¢ticos, militares y el gabinete del presidente, tambi¨¦n parecen muy sintom¨¢ticos, como lo son las divisiones dentro del Congreso y el Senado, que cortan a trav¨¦s de las l¨ªneas tradicionales de partido entre dem¨®cratas y republicanos.
As¨ª, ante la decisi¨®n de Obama de retirar 10.000 soldados antes de diciembre de este a?o y otros 23.000 antes del verano de 2012, los militares han puesto el grito en el cielo por considerar que ese ritmo de retirada pondr¨ªa en peligro los logros alcanzados por la escalada emprendida en 2009. Por su parte, importantes congresistas y senadores han urgido a Obama a fijar diciembre de 2012 como fecha de retirada, no 2014 como pretende el presidente. Para ello se apoyan en los datos de la CIA, que se?ala que s¨®lo hay 100 miembros de Al Qaeda de primer nivel activos en Afganist¨¢n, cifra que comparan con el coste de la guerra en ese pa¨ªs centroasi¨¢tico, 10.000 millones de d¨®lares al mes (casi 7.000 millones de euros), cuando en Estados Unidos hay un d¨¦ficit de 49 billones de d¨®lares (hagan ustedes mismos el c¨¢lculo de a cu¨¢nto sale cada miembro de Al Qaeda).
Pero donde m¨¢s se parecen ambos conflictos es en las transcripciones de las conversaciones entre Nixon y Kissinger que el editor de Foreign Affairs, Richard Rose, nos recordaba hace unos d¨ªas. "Si conseguimos que el presidente Thieu aguante al menos un a?o despu¨¦s de que nos vayamos", dec¨ªa Kissinger a Nixon, "para entonces a nadie le importar¨¢ un r¨¢bano: todos pensar¨¢n que ha ca¨ªdo por su propia incompetencia y nadie echar¨¢ la culpa a Estados Unidos". Y en eso parece que est¨¢ Washington, dice Richard Rose, en dise?ar una retirada que en modo alguno lo parezca, lo que requiere primero y ante todo negar constantemente que lo sea, segundo; incrementar las operaciones b¨¦licas y la transferencia de material militar al Gobierno afgano, aunque se sepa que no servir¨¢ de nada, y, tercero, negociar algunos m¨ªnimos por la puerta de atr¨¢s con los talibanes.
En la guerra nada es lo que parece. La famosa foto de la evacuaci¨®n del tejado de la Embajada de Saig¨®n es tan buena que se obvi¨® que no era la Embajada sino un edificio de apartamentos situado a un kil¨®metro de distancia. Mejor a¨²n, la historia es a veces m¨¢s circular que lineal y nunca se sabe c¨®mo acaba: 34 a?os despu¨¦s de la evacuaci¨®n de Saig¨®n, un Vietnam preocupado por sus disputas mar¨ªtimas con China planea abrir la m¨ªtica base naval de Cam Ranh a la Marina estadounidense. Si la pol¨ªtica es el arte de lo posible, la retirada es el arte de lo imposible.
Twitter @jitorreblanca
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