C¨®dice Calixtino: pecado y penitencia
La reacci¨®n p¨²blica a la desaparici¨®n del C¨®dice Calixtino est¨¢ siendo la cl¨¢sica ante sucesos de esta naturaleza: imposible a¨²n identificar al culpable, se pone el foco en las insuficientes medidas de la custodia y, en consecuencia, en la "irresponsabilidad" de los encargados de ella, ellos s¨ª conocidos y presentes. Desplazar as¨ª el acento de la cuesti¨®n no tiene en cuenta que, frente a todo robo que se culmina, las medidas de protecci¨®n resultaron, por definici¨®n, insuficientes, aun cuando fuesen las m¨¢ximas imaginables. Un an¨¢lisis ecu¨¢nime de tales sucesos solo es posible ponderando la habilidad del ladr¨®n y las circunstancias de la custodia: es decir, la voluntad, la organizaci¨®n y los recursos de que disponen sus responsables.
La Catedral necesita al a?o dos millones de euros para proteger con eficiencia su patrimonio
En nuestro caso se puede afirmar, al mismo tiempo, que la Catedral de Santiago tiene graves problemas en la seguridad de sus bienes muebles y en la conservaci¨®n y uso del monumento, y que han sido el Arzobispado y el Cabildo los que han puesto de relieve esas deficiencias aportando, adem¨¢s, el instrumento t¨¦cnico necesario para resolverlas: el Plan Director, encargado por la Catedral en el a?o 2005 y aprobado por las autoridades competentes en materia de Patrimonio a finales de 2009. Ese plan, elaborado con rigor, se puede conocer en detalle en una exposici¨®n visitable en el Sal¨®n de Ceremonias del Palacio de Gelm¨ªrez.
El problema es que las medidas propuestas en ese Plan Director tienen coste: para un periodo de 10 a?os, se necesitan 27 millones de euros de inversi¨®n, seis millones para el mantenimiento y conservaci¨®n del templo (de los cuales dos millones se destinan a medidas de seguridad), y unos ocho millones para dotar y mantener la estructura profesional indispensable para ejercer con competencia las responsabilidades que hoy asumen las autoridades eclesi¨¢sticas y que, por su formaci¨®n y vocaci¨®n, no pueden asegurar por s¨ª solas. En resumen: cada a?o la Catedral necesita dos millones de euros para gestionar y proteger eficientemente su patrimonio, y otros 2,5 millones para permitir que en 2021 su f¨¢brica est¨¦ en ¨®ptimas condiciones.
Y ah¨ª surge una inc¨®moda cuesti¨®n: ?qui¨¦n ha de aportar esos recursos? El Cabildo, el Estado, la Xunta y el Ayuntamiento, tras diez meses de trabajo, est¨¢n a punto de concluir el dise?o y puesta en pr¨¢ctica de un modelo viable y sostenible para afrontar ese reto haciendo realidad estas ideas b¨¢sicas:
-La Catedral ha de implantar un modelo de gesti¨®n que, sin alterar su naturaleza de templo de peregrinaci¨®n, abierto a los fieles y visitantes, genere recursos. La responsabilidad del propietario de un bien de esta naturaleza implica aprovechar su dimensi¨®n de recurso social con una important¨ªsima dimensi¨®n econ¨®mica.
-Las Administraciones deben arropar ese modelo de gesti¨®n fomentando el patrocinio privado (como se ha hecho a trav¨¦s del reconocimiento del 800? aniversario de la consagraci¨®n del templo como evento de especial inter¨¦s p¨²blico), y contribuyendo con su ayuda y tutela al desarrollo de las actuaciones de inversi¨®n e implantaci¨®n del plan de gesti¨®n.
-Iglesia y Administraci¨®n han de cooperar de forma transparente, continua y profesional, cada uno en ejercicio de las responsabilidades que le corresponden, para que la Catedral, "bien p¨²blico de propiedad eclesi¨¢stica", tenga un futuro seguro y brillante.
En este sentido, Arzobispado y Cabildo han adoptado la valiente decisi¨®n de reformar su propia estructura para ejercer sus responsabilidades con respecto a la Catedral, manteniendo el Cabildo las competencias culturales o lit¨²rgicas, y transfiriendo a una fundaci¨®n las relativas a la gesti¨®n t¨¦cnica y econ¨®mica del templo, dando paso, as¨ª, a su profesionalizaci¨®n.
La Iglesia lleva tiempo comprometida en este reto, y es importante destacarlo justo ahora. Porque el pecado de la desaparici¨®n del C¨®dice Calixtino es de quien lo ha hurtado; y, sin embargo, la penitencia, tan cruel, recae en quien lo ha custodiado con mucho amor, pocos recursos y plena conciencia de lo insuficiente de sus competencias y posibilidades. Y no ser¨ªa justo, en este momento dif¨ªcil, acrecentar tal penitencia con escarnios desinformados.
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