Estados Unidos y Pakist¨¢n entran en rumbo de colisi¨®n
El Gobierno de Islamabad amenaza con retirar sus tropas de la frontera afgana tras la decisi¨®n de Washington de suspender la ayuda militar
El asesinato de un hermano del presidente de Afganist¨¢n era ayer un motivo de preocupaci¨®n menor en Washington comparado con el ritmo de colisi¨®n que han tomado las relaciones entre Estados Unidos y Pakist¨¢n. El Ej¨¦rcito paquistan¨ª ha amenazado con retirar sus tropas de la frontera afgana como respuesta a la decisi¨®n norteamericana de retener una parte sustancial de la ayuda militar que presta a ese pa¨ªs, una ayuda esencial para su supervivencia.
El ministro de Defensa paquistan¨ª, Ahmed Makhtar, declar¨® ayer: "Si los norteamericanos se niegan a darnos dinero, est¨¢ bien, el pr¨®ximo paso ser¨¢ que el Gobierno o las Fuerzas Armadas se retirar¨¢n de las zonas fronterizas". "No podemos permitirnos mantener a nuestros soldados en esas monta?as por mucho tiempo", advirti¨®.
EE UU desconf¨ªa de los servicios secretos y de los militares del pa¨ªs asi¨¢tico
Pakist¨¢n denuncia los ataques a¨¦reos que causan v¨ªctimas civiles
La presencia militar paquistan¨ª en la frontera afgana -unos 100.000 hombres- es fundamental, al menos te¨®ricamente, para mantener bajo control a los talibanes y extremistas isl¨¢micos que buscan all¨ª refugio y apoyo para combatir a los norteamericanos en Afganist¨¢n. Pero EE UU considera que Pakist¨¢n no est¨¢ cumpliendo honestamente con ese trabajo, ni con otros a los que se ha comprometido para frenar a los insurgentes, y le ha congelado 800 millones de d¨®lares (unos 561 millones de euros) del total de 2.000 millones que cada a?o le entrega como ayuda militar.
Esa decisi¨®n es la ¨²ltima y m¨¢s dr¨¢stica medida adoptada por la Administraci¨®n de Barack Obama en una crisis que se remonta a varios a?os atr¨¢s y que puede acabar representando un importante reajuste estrat¨¦gico en una de las regiones m¨¢s explosivas del mundo. Obama, que ya hizo una importante visita a India sin haber viajado a¨²n a Pakist¨¢n, puede estar tentado de robustecer sus lazos militares con ese pa¨ªs, el archienemigo hist¨®rico de Pakist¨¢n, para compensar su alejamiento del Gobierno de Islamabad. Este, a su vez, podr¨ªa acelerar como respuesta su aproximaci¨®n a China, con la que ha cultivado relaciones m¨¢s estrechas en los ¨²ltimos a?os.
La suspensi¨®n temporal de la ayuda militar responde tanto a la presi¨®n del Congreso, que no ve razones suficientes para seguir gastando dinero en un aliado que no merece confianza, como a la frustraci¨®n de la Administraci¨®n, que observa un d¨ªa tras otro gestos inamistosos por parte de Pakist¨¢n.
El ¨²ltimo fue la presunta implicaci¨®n del servicio secreto paquistan¨ª, conocido por sus siglas ISI, en el asesinato de un famoso periodista de investigaci¨®n que hab¨ªa denunciado la colusi¨®n de ese organismo con el terrorismo isl¨¢mico. El propio jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas norteamericanas, almirante Mike Mullen, aludi¨® a la responsabilidad del ISI en el caso.
Desde poco antes, se sospechaba en Washington que el l¨ªder de Al Qaeda, Osama bin Laden, se hab¨ªa ocultado en Pakist¨¢n con ayuda de los militares de ese pa¨ªs. Su sucesor, Ayman al Zawahiri, tambi¨¦n se supone que tiene su guarida en ese pa¨ªs. Al Qaeda sigue utilizando Pakist¨¢n como su base principal.
El Gobierno paquistan¨ª tiene sus propios agravios en este conflicto. Hace pocos meses tuvo que lidiar con el problema provocado por un agente de la CIA que huy¨® a tiros entre la poblaci¨®n y mat¨® a dos inocentes al ser detectado por supuestos enemigos en la ciudad de Lahore. Peri¨®dicamente, los ataques de EE UU con aviones sin tripulaci¨®n (drones), cada vez m¨¢s frecuentes, provocan muertos entre civiles.
Esos vuelos y la presencia norteamericana en la zona son crecientemente impopulares en Pakist¨¢n, donde el Gobierno tiene que dar permanentemente explicaciones ante una poblaci¨®n que siente que est¨¢ combatiendo la guerra de EE UU, no la suya.
No es as¨ª, en realidad. Los ataques del terrorismo isl¨¢mico han causado desde el 11-S diez veces m¨¢s muertos en Pakist¨¢n que los que ese hist¨®rico atentado dej¨® en EE UU. Pakist¨¢n es un objetivo favorito del extremismo, que sue?a con el control de una naci¨®n estrat¨¦gicamente enclavada y en posesi¨®n de un gran arsenal nuclear.
Por esa raz¨®n, para EE UU perder Pakist¨¢n es, de alguna forma, perder su guerra contra el terrorismo, y se resiste a cortar definitivamente los lazos que actualmente les unen. Todav¨ªa, sin embargo, esos intereses de largo plazo se contradicen con otras presiones inmediatas.
En medio de un delicado momento econ¨®mico, cualquier ayuda exterior debe estar muy bien justificada, y la de Pakist¨¢n no lo est¨¢ en las circunstancias actuales. Al mismo tiempo, EE UU ha comenzado el proceso de retirada de Afganist¨¢n. Sin tropas en ese pa¨ªs, la urgencia norteamericana de entenderse con los paquistan¨ªes se reduce, y la capacidad de estos de desafiar a Washington, tambi¨¦n. Una visi¨®n estrat¨¦gica del mundo, el mero sentido com¨²n, van a seguir recomendando el entendimiento con Pakist¨¢n, pero esta puede ser una de esas ocasiones en las que el recelo mutuo ciega la raz¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.