?Por qu¨¦ se durmi¨® Europa?
La salida a los tres problemas de la crisis -el bancario, el de los d¨¦ficits y el de la debilidad del crecimiento- es paneuropea. Hay muchas cumbres para poner parches, pero ninguna aborda la reconstrucci¨®n a largo plazo
Cuando se escriba la historia del siglo XXI, los lectores preguntar¨¢n, con raz¨®n, por qu¨¦ Europa no supo estar a la altura de las circunstancias durante su crisis econ¨®mica m¨¢s dif¨ªcil. La gente preguntar¨¢ por qu¨¦ Europa se durmi¨® mientras un sistema bancario subcapitalizado luchaba para mantenerse a flote, el desempleo segu¨ªa en unos niveles inaceptables y el crecimiento y la competitividad del continente se derrumbaban. Peor a¨²n: si no surge pronto un plan de reconstrucci¨®n, se responsabilizar¨¢ a los dirigentes europeos del "declive de Occidente" y de ser, como dijo Churchill a prop¨®sito de los a?os treinta del siglo pasado, "decididos a ser indecisos, inflexibles en su deriva, s¨®lidos en su fluidez y omnipotentes en su impotencia".
Los problemas de Grecia est¨¢n siendo abordados con desorden y visiones cortoplacistas e interesadas
No es por falta de reuniones europeas, desde luego. No hay d¨ªa en el que no se celebre una cumbre de l¨ªderes europeos para discutir la ¨²ltima crisis de un Estado miembro. Pero hablan siempre como si se tratase de una calamidad que solo afecta al pa¨ªs que ocupa ese d¨ªa los titulares -el problema griego, o el problema irland¨¦s, a veces el problema portugu¨¦s o el espa?ol-, sin ponerse de acuerdo sobre el hecho de que se trata, en realidad, de una emergencia paneuropea. Al hacer un an¨¢lisis equivocado de los males de Europa, acaban aplicando remedios tambi¨¦n equivocados. Porque la crisis del d¨¦ficit europeo es una preocupaci¨®n importante, pero no la ¨²nica.
De hecho, Europa se enfrenta a tres problemas esenciales, entrelazados entre s¨ª y que afectan estructuralmente a todos los rincones del continente. Junto al problema del d¨¦ficit existen asimismo un problema bancario -que no se limita a un pu?ado de bancos ni de pa¨ªses- y un problema cr¨®nico de crecimiento.
En primer lugar, los bancos: yo estuve presente en Par¨ªs, en octubre de 2008, durante la primera reuni¨®n de los jefes de Gobierno de la Eurozona. El diagn¨®stico que present¨¦ sobre los bancos fue que ten¨ªan problemas de liquidez pero tambi¨¦n de estructura. Sin embargo, la mayor¨ªa de los europeos pensaban por aquel entonces que la situaci¨®n no era m¨¢s que la consecuencia indirecta de una crisis financiera anglosajona y, por supuesto, que un Reino Unido d¨ªscolo se hab¨ªa dejado atrapar en el boom financiero de Estados Unidos. No sab¨ªan que la mitad de los activos basura la hab¨ªan comprado bancos de toda Europa. Nadie era a¨²n plenamente consciente de la profunda relaci¨®n que hab¨ªa entre los bancos europeos y otras instituciones financieras mundiales, ni de lo expuestos que estaban los bancos a los mercados inmobiliarios que estaban cayendo. Recuerdo las miradas de asombro en la mesa cuando sostuve que los bancos europeos eran incluso m¨¢s vulnerables que los estadounidenses porque estaban mucho m¨¢s apalancados, y siguen est¨¢ndolo.
Todav¨ªa hoy, se calla una verdad fundamental sobre el estado actual de los bancos europeos: que los bancos alemanes, franceses, italianos y brit¨¢nicos que han prestado de forma temeraria a la periferia se encuentran ahora con que no solo Grecia, sino tambi¨¦n Irlanda, Portugal y Espa?a les deben miles de millones, mientras siguen sufriendo p¨¦rdidas por los activos t¨®xicos y la ca¨ªda del mercado inmobiliario.
Y cuando, dentro de muchos a?os, los expertos expliquen por qu¨¦ se durmi¨® Europa, tambi¨¦n explicar¨¢n que, por puro ego¨ªsmo y cortedad de miras, abordamos los problemas de los griegos como si fueran problemas de liquidez (concediendo pr¨¦stamos), no de solvencia, y que, mediante una serie de maniobras a corto plazo para retrasar el inevitable desenlace, aumentamos el peligro de un final ca¨®tico. De hecho, con la subida de los tipos de inter¨¦s, las salidas de capital de todos los pa¨ªses de la periferia hacia el centro est¨¢n haciendo ya que sea m¨¢s dif¨ªcil la financiaci¨®n en cada uno de los pa¨ªses con problemas, una circunstancia que nos arrastra a unos tipos de inter¨¦s todav¨ªa m¨¢s altos, recesiones m¨¢s largas y, seguramente, d¨¦ficits m¨¢s elevados.
El tercer lado del tri¨¢ngulo es, por supuesto, el bajo crecimiento, que amenaza con condenar a todo el continente a 10 a?os de un desempleo muy elevado. La reducci¨®n del d¨¦ficit y la estabilizaci¨®n bancaria que necesitamos no pueden afianzarse sin unas econom¨ªas que generen comercio, empleo y crecimiento. Pero Europa, que padece unos niveles de crecimiento an¨¦micos, se desliza cada vez m¨¢s cuesta abajo en la clasificaci¨®n mundial, y no es un descenso agudo sino cr¨®nico, que es m¨¢s grave y al que es mucho m¨¢s dif¨ªcil dar la vuelta. Hoy, el desempleo en Europa est¨¢ alrededor del 10%, con un paro juvenil superior al 20% y hasta del 40% en Espa?a. Y es imposible que disminuya pronto. Europa posee una tasa de crecimiento tendencial que es casi la mitad de la de Estados Unidos y un cuarto de las de China e India. Antiguamente, Europa representaba la mitad de la producci¨®n mundial. En 1980, hab¨ªa pasado a ser la cuarta parte. En la actualidad es menos de una quinta parte: el 19%. Pronto ser¨¢ poco m¨¢s de la d¨¦cima parte -el 11% en 2030- y luego caer¨¢ al 7%. En 2050 -dentro de menos de 40 a?os-, es posible que la econom¨ªa europea sea menor que la de Latinoam¨¦rica. Si el crecimiento europeo sigue as¨ª de retrasado respecto al de sus competidores, a mitad de siglo su econom¨ªa podr¨ªa tener la misma dimensi¨®n que la de ?frica.
Lo malo es que Europa est¨¢ la mitad de preparada que Estados Unidos para impulsar el crecimiento a base de exportaciones. A pesar del ¨¦xito de Alemania en China, solo el 8% de nuestras exportaciones (frente al 15% estadounidense) va destinado a las econom¨ªas de mercado que m¨¢s est¨¢n creciendo, lo que ahora se denomina generadores de crecimiento, que ser¨¢n responsables de la mayor parte del crecimiento futuro.
Es evidente que cada una de estas tres preocupaciones -d¨¦ficits, inestabilidad bancaria y bajo crecimiento- est¨¢ entrelazada con las otras dos de tal manera que las pol¨ªticas que se centran en una sola de ellas son mucho menos eficaces que una estrategia global que intente resolver las tres de forma simult¨¢nea. Y la estrategia paneuropea es a¨²n m¨¢s necesaria porque el euro se cre¨® sin ning¨²n mecanismo para evitar ni resolver crisis y sin ning¨²n acuerdo sobre qui¨¦n tiene la resposabilidad suprema de financiar los costes de las crisis.
Aunque soy un firme y apasionado pro-europeo, me apart¨¦ de la opini¨®n econ¨®mica general al poner en duda que a Reino Unido le interesara unirse al euro. El actual portavoz de econom¨ªa de la oposici¨®n al Gobierno brit¨¢nico, Ed Balls, llev¨® a cabo 19 evaluaciones independientes del euro. Nuestra principal conclusi¨®n fue que dentro del euro no exist¨ªa la flexibilidad suficiente para lograr una convergencia sostenible y duradera entre pa¨ªses. Pero tambi¨¦n demostramos que el euro no ten¨ªa ning¨²n plan de prevenci¨®n ni resoluci¨®n de crisis en caso de que no se alcanzase una convergencia. Porque, con una moneda ¨²nica, ning¨²n pa¨ªs -ni siquiera uno que no compita en absoluto con el resto de la Eurozona- puede ajustar su tipo de cambio ni beneficiarse de un tipo de inter¨¦s a la medida de sus necesidades concretas. Y Europa tampoco hab¨ªa adoptado el modelo de prevenci¨®n de Estados Unidos para mitigar las disparidades dentro del ¨¢rea de la moneda ¨²nica, mediante la movilidad laboral y los ajustes salariales o mediante transferencias a las ¨¢reas que lo necesitaran.
Por tanto, si tengo raz¨®n, ahora debemos dejar las reacciones motivadas por el p¨¢nico y emprender una labor de reconstrucci¨®n a largo plazo, o nos enfrentaremos a una d¨¦cada perdida de alt¨ªsimo desempleo con malestar social, sentimiento anti-inmigrantes y movimientos secesionistas.
Debemos conseguir para Europa el mismo "momento de la verdad" que el mundo hall¨® con la cumbre del G-20 en 2009. Igual que sucedi¨® en el G-20, los pol¨ªticos europeos deben guiar el sentimiento de mercado atrevi¨¦ndose a aprobar una soluci¨®n al estilo de los bonos Brady para Grecia y, al mismo tiempo, una recapitalizaci¨®n de los bancos europeos; una nueva l¨ªnea de deuda de la Eurozona (responsable, por ejemplo, del primer 60% de la deuda de cada pa¨ªs) como parte de una pol¨ªtica fiscal y monetaria coordinada que permita, como en Estados Unidos, las transferencias fiscales; y, sobre todo, una estrategia que favorezca el crecimiento, proempresa, que yo llamo Europa Global: las energ¨ªas de Europa dirigidas hacia afuera, hacia la exportaci¨®n a las econom¨ªas emergentes, y a reequiparnos para poder hacerlo con un calendario claro y unos incentivos y penalizaciones que garanticen la flexibilidad laboral, de capital y de los mercados financieros.
?Por qu¨¦ va a apoyar Alemania todo esto? Porque no solo no va en contra de sus intereses, sino que ahora tiene una raz¨®n europea para reestructurar sus bancos, puede fijar condiciones estrictas para la reforma econ¨®mica y, si act¨²a ya, se evitar¨¢ costes m¨¢s altos despu¨¦s. Me atrevo a decir que, sin mi plan simult¨¢neo para reestructurar los bancos y las compa?¨ªas de seguros y buscar el crecimiento, ni la situaci¨®n actual ni un posible plan Brady para Grecia conseguir¨¢n evitar el peligro del contagio financiero a toda Europa.
Los libros de historia sobre el "declive de Occidente" no son inevitables. Pero una reconstrucci¨®n que ataque el d¨¦ficit, los pasivos bancarios y el escaso crecimiento al mismo tiempo es lo ¨²nico que permitir¨¢ eludir la garra de un proteccionismo que nos aislar¨ªa y nos adormecer¨ªa, con los consiguientes a?os bald¨ªos pero evitables de desempleo y vidas desperdiciadas.
Gordon Brown fue primer ministro de Reino Unido. ? 2011 Global Viewpoint Network; distributed by Tribune Media Services. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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