Una lamentable manipulaci¨®n
Telemadrid estrena el sesgado documental 'El asesinato de Calvo Sotelo'
La cat¨¢strofe provocada por la rebeli¨®n militar de julio de 1936, y por la Guerra Civil que fue su consecuencia, alcanz¨® tales proporciones que, desde su misma ocurrencia, se le han buscado las causas m¨¢s variopintas, desde el car¨¢cter cainita de los espa?oles hasta las divisi¨®n metahist¨®rica de Espa?a en dos. El primer cap¨ªtulo de una serie de 13 entregas, que se estren¨® anoche en Telemadrid con motivo del 75? aniversario de su comienzo, olvida todas estas zarandajas y va derecha a su objetivo: mostrar que la Guerra Civil fue la inevitable consecuencia del asesinato de Calvo Sotelo por los socialistas. La Guerra Civil, seg¨²n Alfonso Bull¨®n de Mendoza, director y guionista de la pel¨ªcula, comienza la noche en que unos agentes de la autoridad, estrechamente vinculados al PSOE, secuestran en su domicilio al diputado Calvo Sotelo y lo matan de dos disparos en una camioneta de la secci¨®n de Asalto de la Polic¨ªa Gubernativa: ah¨ª est¨¢n las im¨¢genes de la dramatizaci¨®n del secuestro seguidas de im¨¢genes de documentales de la guerra para demostrarlo; una cosa sigue a la otra sin soluci¨®n de continuidad.
Se silencia que entre el crimen y la guerra medi¨® una rebeli¨®n militar
Esta manipulaci¨®n de la historia comienza por silenciar que entre el asesinato de Calvo Sotelo, en las primeras horas del 13 de julio de 1936, y la Guerra Civil medi¨® una rebeli¨®n militar que se ven¨ªa preparando desde el mismo d¨ªa del triunfo electoral de la coalici¨®n de izquierdas, el 16 de febrero del mismo a?o. Pero si desaparece la conspiraci¨®n, es l¨®gico que desaparezcan tambi¨¦n los tratos que Calvo Sotelo y su partido mantuvieron desde el triunfo del Frente Popular con los militares que planeaban el golpe de Estado. El responsable del guion, bi¨®grafo de Calvo Sotelo, conoce bien sin embargo los contactos que su biografiado hab¨ªa establecido con el general Mola y con miembros de la Uni¨®n Militar Espa?ola, a los que prest¨® su apoyo y dio su conformidad para el golpe que estaban preparando. En esta ocasi¨®n, sin embargo, ha preferido silenciarlos, quiz¨¢ porque introduc¨ªan una desagradable complejidad en una narraci¨®n construida al servicio de una ¨²nica idea: presentar mendazmente el asesinato de Calvo Sotelo como una acci¨®n decidida en alto lugar, el Ministerio de la Gobernaci¨®n, y transmitida a lo largo de una cadena de mando hasta sus ejecutores inmediatos, militantes del PSOE; una acci¨®n que, por tanto, hace inevitable una guerra civil sin necesidad de recurrir a la conspiraci¨®n militar.
El asesinato de Calvo Sotelo y, m¨¢s a¨²n, si cabe, la clamorosa ausencia de su condena p¨²blica, n¨ªtida, sin ambages -y sin buscar una excusa en los asesinatos del capit¨¢n Faraudo y del teniente Castillo-por las autoridades republicanas y por los dirigentes del Partido Socialista, no pueden tener justificaci¨®n alguna: lo primero fue un crimen y lo segundo un error que magnific¨® el crimen. Pero de ah¨ª a vincular causalmente, por medio de la imagen y la palabra, la Guerra Civil con su comisi¨®n hay un salto que ning¨²n historiador que no intente utilizar esa muerte para sus intereses pol¨ªticos o ideol¨®gicos se atrever¨ªa a dar.
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